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GINÉS S.FORTE
Martes, 20 de abril 2021
La aparición de un cadáver en avanzado estado de descomposición en el corazón de Sierra Espuña, en un paraje de sotobosque a 400 metros de altura y orientado al este conocido como El Abuznel, pone en marcha a un equipo especializado. Enseguida los investigadores localizan varios cuerpos más, en muy distinto estado. A partir de ese momento resulta clave conocer la data de las muertes y si los fallecimientos se produjeron allí o los restos fueron trasladados tras el deceso, por ejemplo, para esclarecer qué ha ocurrido. En este momento los especialistas se sirven del trabajo de los 'insectos policía'. «Un cadáver representa un punto caliente de diversidad que permite localizar especies que, de otro modo sería difícil recoger», explica la entomóloga forense de la Universidad de Murcia (UMU) María Dolores García, cuyo trabajo cuenta con la distinción de la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil. García, que forma parte del Servicio Externo de Ciencias y Técnicas Forenses de la UMU, insiste en que en el estudio forense de la fauna cadavérica «no debemos ni podemos depender de los datos obtenidos por investigadores de otras regiones o países; hay que conocer lo que tenemos cerca para poder actuar pericialmente con criterio firme y preciso». De ahí que los ensayos con cadáveres reales en distintos entornos resulten fundamentales para una disciplina en la que la Región de Murcia es pionera en España. El descrito aquí de El Abuznel, encargado en 2005 a un grupo liderado por María Dolores García por el Ministerio de Ciencia, ya ha dado material para tres tesis doctorales, una tesis de licenciatura y tres trabajos fin de máster, todos ellos de la UMU.
«Por motivos éticos y legales, en Europa no está permitido el uso de cadáveres humanos, por lo que [en estas pruebas] se sustituyen por diferentes tipos de cebos, como cerdos, gallinas o ratas, por ejemplo», explica la investigadora María Pérez Marcos, autora de la tesis 'Estudio de la fauna entomológica asociada a un cadáver en un enclave natural montañoso en Murcia', presentada a finales de 2016 a partir del señalado trabajo en Sierra Espuña. «Algunos autores recomiendan utilizar cerdo ['Sus scrofa domestica'], puesto que es el animal que más se parece en su patrón de descomposición al humano y la sucesión de artrópodos no muestra diferencias resaltables», apunta Pérez Marcos. En la simulación de Abuznel se utilizaron lechones de unos cinco kilos de peso proporcionados por la Facultad de Veterinaria de la UMU, «donde fueron sacrificados por premeditación, de acuerdo con la legislación vigente sobre protección y sacrificio de animales utilizados para experimentación y otros fines científicos». De este modo, continúa la experta, pudieron emplearse de «cebo y modelo animal colocando cada uno por estación del año en el área montañosa» elegida para la investigación.
«Quien trabaja en entomología forense estudia los insectos desde el punto de vista aplicado, tratando de entender y de establecer el patrón de sucesión, la ecología y la biología de los insectos implicados, y eso al mismo tiempo permite que tenga un fin aplicado en investigaciones policiales», resume Pérez Marcos al referirse a la singular comunión entre investigación medioambiental y criminal que se produce en esta disciplina. El «aspecto criminalístico» de la actividad, precisa la doctora García, «no deja de ser un atractivo adicional, pero tenemos que tener claro que la entomología forense es una vertiente aplicada de la entomología y que la ciencia aplicada no puede existir sin la ciencia básica». La responsable de esta área de la UMU aclara cómo, «de hecho, lo primero que se debe hacer es conocer la fauna entomológica cadavérica de una región para poder aplicar esta disciplina a la práctica forense». De ahí la necesidad de ensayos como los de los cerdos en El Abuznel, que, en última instancia, «forman parte de un proyecto más ambicioso con el fin de poder comparar la fauna entomológica cadavérica en distintos ambientes y altitudes de un macizo montañoso, en este caso Sierra Espuña».
La entomología forense la puso de moda para el gran público la serie norteamericana 'CSI', estrenada en 2000. El protagonista de la versión original de esta ficción, Gil Grissom, es un experimentado biólogo experto en entomología, lo que le permite resolver crímenes sirviéndose de los artrópodos (insectos y arácnidos, sobre todo) que aparecen en los cadáveres. Una década antes de la irrupción de Grissom en la pequeña pantalla, en la Región de Murcia ya habían arrancado los estudios sobre entomología forense. «Nuestro primer proyecto se materializó en la tesis doctoral de la profesora María Isabel Arnaldos, que se defendió en el año 2000 y actuó como punta de lanza en España para esta disciplina a la que, tiempo después, se sumaron algunos investigadores de otras universidades españolas», recuerda la doctora María Dolores García, que, al igual que Arnaldos, forma parte del departamento de Zoología y Antropología Física de la UMU. En la actualidad, tanto García como Arnaldos son además miembros de la Unidad de Entomología Forense y Análisis Microscópico de Evidencias del citado Servicio Externo de Ciencias y Técnicas Forenses de la UMU. Su colaboración es solicitada en investigaciones «por parte de médicos forenses y de la Policía Judicial e, incluso, del Seprona», apunta Arnaldos. «Con todos ellos mantenemos una relación muy cordial y fluida», afirma. Sin embargo, «no estamos tan requeridas como pensamos que deberíamos estar», se lamenta. «Solo algunos [encargados de las inspecciones oculares y médicos forenses] voluntariosos que confían plenamente en nuestra actividad dedican tiempo y esfuerzo a la recogida de evidencias [de este tipo]». En cambio, a juicio de García y Arnaldos, «esto debería estar mucho más generalizado, como ocurre en otros países de nuestro entorno», y citan Francia, «por ejemplo».
En España, reconoce García, «en un primer momento experimentamos una cierta sensación de vértigo al iniciar esta línea de investigación, prácticamente desconocida en nuestro país, y en la que partíamos desde cero». «Pasado el tiempo, ciertas series nos han puesto en el mapa», admite. «Antes de que se pasara 'CSI Las Vegas' por televisión, se nos consideraba, como poco, bichos raros. Después es como si hubiéramos adquirido corporeidad». A la doctora Pérez Marcos, que se incorporó a la entomología forense cuando 'CSI' ya había eclosionado (en buena medida atraída por la «gran pasión por esta disciplina» que le transmitieron las profesoras García y Arnaldos), si algún título de la tele le influyó, éste fue 'Diagnóstico asesinato', asegura. «La argumentación científica en la resolución de los casos que se desentrañaban en esta serie era muy atractiva».
La fauna entomológica cadavérica ofrece, explica García, «registros muy interesantes desde el punto de vista faunístico y permite la identificación de especies indicadoras de distintos supuestos ambientales». De esa riqueza es de la que se sirve la ciencia forense para esclarecer crímenes a partir del comportamiento de, principalmente, insectos específicos de cada lugar que aprovechan los cuerpos muertos para poner sus huevos y, con ello, poner en marcha un reloj natural que da pistas a los expertos sobre el tiempo transcurrido y la ubicación original de los restos. Conocer estos parámetros de antemano solo es posible con ensayos como los del Abuznel, en los que se ensanchan los conocimientos entomológicos mientras se estrechan las herramientas que ponen cerco al crimen.
La puesta en marcha del Servicio Externo de Ciencias y Técnicas Forenses de la UMU, hace ahora diez años, supuso la creación de una «casa común» para todas las actividades periciales forenses que ejercían hasta ese momento distintos grupos de trabajo de modo independiente, como la califica la directora de su unidad de Entomología Forense y Análisis Microscópico de Evidencias, María Dolores García.
La doctora García atribuye la creación de este servicio al empeño de su actual director, el catedrático Aurelio Luna. En la actualidad, se enorgullece de que «no todas las universidades, mucho menos las de regiones periféricas, pueden presumir de tener un servicio de estas características». El éxito de la entomología forense murciana también tiene proyección internacional: «Hemos colaborado activamente con investigadores de Portugal, Argentina, Colombia, Costa Rica, México, Uruguay e incluso Egipto en proyectos formativos». Dado su origen pionero, apunta, «nuestro equipo ha tenido una trayectoria más dilatada que otros grupos de trabajo, pero actualmente hay investigadores que se dedican, con más o menos intensidad, a esta disciplina en el País Vasco, Extremadura, Madrid y Alicante».
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