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No vuelan, no les suele gustar el día, segregan sustancias malolientes o irritantes para defenderse, se les ve rechonchos y torpes y, sobre todo, resultan fantásticos. Los escarabajos ('Coleoptera'), que tanta atención nos llaman desde niños, componen un fascinante orden de insectos fundamental en la cadena trófica. Entre ellos se encuentran nuestros protagonistas, los carábidos ('Carabidae'), que a diferencia de otros muchos coleópteros raramente se despegan del suelo, y, sin embargo, han recorrido largas distancias hasta llegar a nosotros desde regiones de la Europa templada o áreas africanas.
Tras casi tres décadas siguiendo por toda la Región a estos pequeños vecinos hasta debajo de las piedras, donde suelen refugiarse con frecuencia, el equipo de expertos del departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Murcia (UMU) ha volcado buena parte del conocimiento adquirido en un detallado estudio de más de 180 páginas titulado 'Catálogo de los caraboidea de la Región de Murcia'. En él se incluyen las 372 especies de carábidos que han localizado, y que casi duplican la cifra de las registradas en el catálogo previo, de 1987, titulado 'La fauna de Carabidae de la Región de Murcia'. En aquella relación apenas se recogían 217 especies, 155 menos que ahora.
La publicación reúne el resultado de 37 años de prospecciones en numerosas ubicaciones de toda la Región. De hecho, si en la recopilación de 1987 se citaban 168 lugares con presencia detectada de estos insectos, en la nueva se incluyen cerca de 700.
El título, coordinado por el zoólogo y profesor emérito de la Universidad de Murcia José Serrano; José Luis Lencina, del Museo de Ciencias Naturales de Jumilla, y Jesús Miñano, del Departamento de Ecología de la Universidad de Murcia, cuenta, entre sus principales aportaciones, con la inclusión de una serie de mapas de distribución georreferenciada de las especies. Son datos cartografiados plasmados con «un especial interés de facilitar estudios futuros más detallados sobre los factores ambientales que afectan la distribución de las especies y el análisis de la dinámica de las comunidades», por ejemplo, tal y como detalla el documento.
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El estudio biogeográfico empleado en este amplio trabajo trata de reconstruir, además, las épocas y las rutas geográficas que siguieron los ancestros de estas especies hasta generar su poblamiento actual. En este punto, la investigación recoge el hallazgo de «patrones de migración y colonización muy notables». Al mismo tiempo, para facilitar la visión de los lugares donde se halla cada especie, y en línea con el interés de abundar en la información cartografiada, se han incluido mapas de distribución. También se recogen fotos y dibujos de las especies más singulares, «lo que incrementa la puesta en valor de la biodiversidad de esta familia de escarabajos en la región murciana», de acuerdo con la editora. Se trata de aportaciones de esta edición impresa, realizada por la UMU, y que ahora ve la luz gracias al apoyo de la Fundación Séneca, que es la Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia. En realidad, el catálogo, sin tantos recursos como ahora, ya estaba disponible desde 2020 únicamente en internet para su consulta por los especialistas.
Los 372 taxones que registra la obra indican, destacan los autores, que los 'Caraboidea' de la Región de Murcia «suponen una fracción importante del total de especies conocidas en la península ibérica: 1.485». Como es de esperar, en nuestra geografía abundan las especies xerotermófilas, que se caracterizan por ser «capaces de ocupar hábitats con escasa humedad, cobertura vegetal pobre y suelo de tipo sedimentario». Se trata, como abunda el trabajo coordinado por Serrano, Lencina y Miñano, de insectos que «deben afrontar periodos calurosos prolongados y de precipitaciones escasas». También los hay aquí propios de bordes de ríos, lagunas y saladares, y que suelen tener hábitos depredadores, al capturar microinvertebrados. Aquí destacan los cicindelinos, a los que antiguamente se les consideraba una familia independiente 'Cicindelidae', y ahora se tiende a incluir entre los 'Carabidae'. A estos se les denomina comúnmente escarabajos tigre por su voracidad depredadora.
Los carábidos forman parte de comunidades muy diversas en cuanto al tipo de suelo y la vegetación, como recoge el estudio imprimido ahora. Se encuentran en saladares, en ambientes pantanosos, en riberas, en medios forestales y arbustivos... Su presencia o no aporta claves muy valiosas en estudios de población, análisis de indicadores de cambio ambiental, biología de la conservación y ecología del paisaje. En esta línea, resulta de especial interés el seguimiento que la publicación hace de la presencia de estos escarabajos en los entornos urbanos, «donde es más fácilmente perceptible la influencia del hombre sobre los ecosistemas».
El estudio explica que a la presencia urbana de esta fauna «conviene tenerla en cuenta en un horizonte cercano de cambio climático y ecológico acelerado»; ya que, añade, «son las especies que previsiblemente ocuparán los hábitats más alterados en los próximos decenios». En general, los carábidos son muy sensibles a las alteraciones del hábitat. El uso de agroquímicos, las inundaciones, las desecaciones o la presencia de metales pesados les pasan buena factura. De ahí que se les considere unos excelentes indicadores ecológicos, «porque reflejan claramente las alteraciones de los ecosistemas que afectan a la regulación de las comunidades bióticas, el ciclo de nutrientes o la productividad».
El trabajo recopila miles de datos de distribución, lo que que conforma «un gran material de apoyo para futuras investigaciones, especialmente las que tratan de monitorizar los efectos del cambio climático y las que necesitan sentar las bases para la protección de las zonas con mayor riqueza ambiental». En este ingente acopio de información han sido claves las aportaciones de numerosos miembros del departamento de Zoología y Antropología Física de la UMU, además de la búsqueda bibliográfica y la consulta de colecciones, que han dado lugar a «una base de datos muy notable», explican sus responsables.
Como se señala en la introducción del detallado estudio, en el que han colaborado los especialistas María Martínez Lencina, Antonio, Andújar, Carmelo Andújar, Carlos Ruiz, Antonio Ortiz y José Galián, «la catalogación y el análisis de la distribución de una fauna a cualquiera escala geográfica», como en este caso, «es un proceso siempre inacabado debido a la aparición continua de novedades, al tiempo que la dinámica propia de los organismos altera lo que ya se sabía de lugares previamente visitados, y que han sufrido cambios a veces profundos».
Así que, aún queda mucho que decir, y sobre todo que investigar, sobre estos vecinos a ras de suelo que, con seguridad, aún son todavía más de los 372 que conocemos ahora en la Región de Murcia.
Aunque en otras geografías algunos carábidos superan los seis centímetros de longitud, los que pululan entre nosotros en la Región de Murcia no van más allá de los tres centímetros. Suelen ser capaces de correr con rapidez, a su escala, y con frecuencia se alimentan de semillas, aunque, dependiendo de la especie, también los hay capaces de capturar animales. Su voracidad se incrementa cuando se preparan para las etapas de reproducción o bien para la hibernación, por ejemplo, en las que precisan contar con más reservas de grasa. Abundan las especies negras o pardas, aunque también hay muchas que maravillan por sus colores metálicos brillantes, como el magnífico verde de la 'Grammognatha euphratica'.
Otros, como la especie endémica del Sureste peninsular 'Cephalota deserticoloides', muestran singulares dibujos que, en este caso, parecen como si hubiesen sido diseñados para el camuflaje en combate. También son propias exclusivamente de estas tierras ejemplares como la 'Trymosternus ariasi'. Como son insectos con apetencia por la humedad, resulta más fácil hallarlos en emplazamientos donde haya bordes de agua, regadíos y otros lugares húmedos. Buena parte de las especies se desarrollan en primavera, aunque las de hábitos forestales aparecen más en octubre.
El clima benigno de Murcia hace posible encontrarlos incluso en invierno, mientras que el calor extremo del verano les lleva a enterrarse en el suelo profundo. Tampoco faltan en las zonas urbanas durante la primavera, ni en las zonas más áridas y secas en invierno. Encontrarlos es, frecuentemente, una cuestión de azar, como admite el propio José Serrano, que ya lleva a sus espaldas la autoría de tres catálogos sobre los 'Caraboidea' ibéricos (publicados en 2003, 2013 y 2020) y lleva desde hace ahora 40 años trabajando de forma permanente en los carábidos de Murcia: «Estás en un lugar con la familia de comida o excursión, levantas unas piedras y empiezan a aparecer bichos muy interesantes».
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