Gonzalo Sobejano, fallecido en Nueva York a los 91 años, no era un murciano cualquiera. Era «una de las personalidades más sobresalientes del hispanismo internacional, estudioso de las letras hispanas y uno de los más respetados críticos de la novela contemporánea», recalca el cronista oficial de Murcia y catedrático emérito de Literatura Española de la UMU Francisco Javier Díez de Revenga, que ayer conocía, por medio de 'La Verdad', el fallecimiento. Académico correspondiente de la RAE desde 2004, Sobejano residía desde hace décadas en un piso de la Universidad de Columbia, donde ejerció como catedrático, a unos metros de la Casa de España que acogió a García Lorca entre 1929 y 1930.
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Pese a que enviudó poco antes de ser nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Murcia en 1989, con el escritor Ernesto Sábato, Sobejano mantuvo hasta el final, por medio de un ayudante, correspondencia activa. «Era profundamente murciano», destacó Díez de Revenga. Filólogo, ensayista, poeta y crítico literario, nacido en el barrio de San Andrés de Murcia en 1928, ejerció la docencia en Estados Unidos como profesor en las universidades de Pittsburg, Pennsylvania, Queens College, Middlebury College, Maryland, Princeton, Berkeley y Columbia. Era uno de los hispanistas de referencia, junto con Javier Herrero (Murcia, 1925) -reside actualmente en Virginia, EE UU-, Juan Cano Ballesta (Murcia, 1932) y Joaquín Gimeno Casalduero (1931-2014), de orígenes lorquinos.
«Para mí la esencia de la poesía -escribió Sobejano, en palabras recogidas por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes- consiste en contemplar la apariencia, descubrir su verdad y amarla con palabra de amor viva, y el problema que, como estudioso de la expresión literaria, más me ha preocupado ha sido el tránsito de la plenitud inmanente del sentimiento a la plenitud trascendente del texto poético». Fue autor «de una prolongada y dilatada obra crítica, en la que no solo ha abordado estudios fundamentales sobre la narrativa española de los siglos XIX y XX, sino también sobre otras épocas, como el Siglo de Oro, y otros géneros, especialmente la poesía».
Sexto y último hijo de Andrés Sobejano Alcayna y de Rosario Esteve, «su padre desarrolló en Murcia una intensa actividad académica y cultural como bibliotecario-archivero-arqueólogo; como profesor de Latín, Francés, Literatura de la Universidad; como secretario de la Facultad de Filosofía y Letras, como maestro de una benevolencia machadiana, fue su auténtico maestro en las humanidades (prefiriendo el oleaje espléndidamente oscuro de Virgilio a las auras de Horacio), y sobre todo en el amor a la poesía», recordó Díez de Revenga en una de sus semblanzas.
Sobejano realizó estudios de Filología Románica, y fue alumno de Dámaso Alonso, Rafael Lapesa y Manuel Muñoz Cortés. Obtuvo el doctorado con la tesis 'El epíteto en la lírica española' en la Universidad de Madrid. Entre sus publicaciones se destaca 'Eco en lo vacío', 1951; 'El epíteto en la lírica española', 1956; 'Forma literaria y sensibilidad social' (Mateo Alemán, Galdós, Clarín, el 98 y Valle-Inclán), 1967; 'Nietzsche en España', 1967; 'Novela española de nuestro tiempo (En busca del pueblo perdido)', 1975; 'Homenaje a Casalduero. Crítica y poesía', 1972; 'Clarín en su obra ejemplar', 1985; 'Pensamiento y literatura en España en el siglo XIX. Idealismo, positivismo, espiritualismo', 1998; 'Juan José Millás, fabulador de la extrañeza', 1995; 'Inmanencia y trascendencia en poesía (De Lope de Vega a Claudio Rodríguez)', 2003; 'La novela española contemporánea 1940-1995 (Doce estudios)', 2003; 'Lección de novelas (España entre 1940 y ayer)', 2007; 'Clarín crítico, Alas novelador' (Catorce estudios), 2007, según informó la Real Academia en un comunicado.
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En 2012 fue nombrado Hijo Predilecto de Murcia, bajo acuerdo unánime de la Corporación que presidía el entonces alcalde Miguel Ángel Cámara a propuesta de Joaquín Moya-Angeler [casualmente, su hijo Joaquín, cirujano de profesión, operó a Sobejano en 2014 de una fractura de cadera]. Durante la lectura del pregón de la Feria de Septiembre de 2012, Sobejano versó sobre «la verdad bella de la naturaleza y de la poesía, desde la conciencia y memoria de un murciano», no en vano se declaró «murciano por los cuatro costados». En aquel acto en el Salón de Plenos se acordó de su abuelo José María Soberano, excelente pintor, y de su padre, que le inculcaron el amor a su tierra y a sus gentes. Recordó con nostalgia sus juegos de niño con sus primos y vecinos en los años iniciales de la República «en un terrado bajo festoneado de macetas con geranios, albahaca y otras flores o plantas humildes, cuidadas por la madre». Hizo una excepcional glosa de los valores artísticos de la ciudad de Murcia, desde el escultor Salzillo, a los pintores Inocencio Medina Vera, Luis Garay, Pedro Flores y, entre otros, Ramón Gaya, y se acordó de los literatos -de los que siempre ha sido un embajador-, al tanto que mentó los apellidos más conocidos en Murcia, para después añadir: «Apellidos como estos abundan en algunas novelas de Miguel Espinosa, uno de los mejores novelistas del pasado siglo, como es también uno de los más claros poetas de ese tiempo Francisco Sánchez Bautista; nacido éste en el Llano de Brujas y aquél en Caravaca; así como Eloy Sánchez Rosillo es poeta de sentimiento puro y acendrada palabra y Pedro García Montalvo, novelador hondamente ingenioso».
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