![Las «pioneras» que han alcanzado el generalato](https://s3.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/12/10/mujeres-ejercito-kd9G-U210943707733eQF-1200x840@RC.jpg)
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Loreto, María Teresa, Patricia y Begoña tienen en común haber culminado dilatadas carreras en las Fuerzas Armadas con el ascenso al generalato. Desde puestos muy especializados, con una formación cualificada en ingeniería o derecho, dirigiendo unidades estratégicas para la defensa nacional, las cuatro oficiales han roto el techo de cristal desde que en 2019 el Gobierno promovió el primer ascenso de una coronel a general. Tres de ellas formaron parte de las 27 «pioneras» por acceder al Ejército en 1988, dentro de la primera promoción tras la entrada en vigor del real decreto que abrió la puerta a la incorporación de la mujer. Han pasado 35 años desde entonces y, pese a que en la actualidad la presencia femenina ya alcanza el 13% del total de la plantilla, el impulso para la promoción de la mujer en la escala de oficiales ha sido mucho más lento. Sus carreras, los méritos que les acompañan, son espejos para las militares que vienen por detrás.
Loreto Gutiérrez General de brigada del Ejército del Aire
Loreto Gutiérrez Hurtado no solo fue la primera oficial en ascender a general de brigada en el Ejército del Aire y del Espacio en agosto pasado. También es la más joven en alcanzar la estrella, con 53 año
s, y desde la semana pasada la primera mujer en dirigir el Departamento de Seguridad Nacional (DSN), el órgano que asesora en esta materia a la Presidencia del Gobierno, en sustitución del general Miguel Ángel Ballesteros, en el cargo desde 2018 hasta su jubilación.
La meteórica carrera de esta madrileña nacida en 1970, licenciada en ingeniería aeronáutica por la Universidad Politécnica, se ha desarrollado en importantes órganos del Ejército. Estuvo en la sección de ingeniería del Ala 35 de Getafe; en la dirección de mantenimiento del mando de apoyo logístico del Aire; la dirección de armamento y material, supervisando el programa del avión de transporte A400M; y en la división de planificación del Estado Mayor del Aire. Una unidad nuclear en la gestión de la pandemia, organizando vuelos a China en busca de material sanitario, o en la evacuación de civiles en Afganistán y Sudán.
Pero la general Gutiérrez Hurtado también formó parte de los destacamentos desplegados en Indonesia, Afganistán o Chad, misiones de mantenimiento de la paz por las que fue distinguida. La confianza de la ministra de Defensa en su persona le ha llevado ahora a la dirección de la Seguridad Nacional, un puesto estratégico. «Hará un gran trabajo y dirigirá magníficamente el departamento», justificó Robles.
En 2021, la entonces coronel intervino en un medio especializado, Aviación Digital, para repasar su papel durante la pandemia y valorar la situación de la mujer en el Ejército. «Hemos accedido a profesiones que son mayoritariamente de hombres, pero nunca hemos pensado en ese entorno. Siempre hemos formado parte de ese equipo como una más, como un igual. Si hay mujeres que sienten esa barrera puede ser por condicionamientos externos, y eso es en lo que hay que trabajar», reflexionó.
Sobre la brecha de género en la institución, defendió la igualdad existente en sueldos y oportunidades de ascenso. «Yo no veo hombres y mujeres, veo a profesionales; la clave es elegir libremente la profesión que quieras y tener las mismas posibilidades para prosperar», subrayó.
María Teresa Gordillo General de brigada del Cuerpo de Intervención
María Teresa Gordillo López fue una de las cuatro mujeres que se presentaron al curso de adaptación para el desempeño de los cometidos de oficial general en marzo de 2022. Junto a ella había tres coroneles médicas, expertas en oftalmología y farmacia, y el resto eran 113 hombres, coroneles o capitanes de navío (el rango equivalente en la Armada).
Tres décadas después de recibir su despacho como teniente, en 1989, y tras pasar la mayor parte de su carrera castrense desempeñando funciones de interventora en diferentes puestos, la oficial aprobó aquel curso con nota y 16 meses después, en julio pasado, fue propuesta por la ministra Robles para el ascenso a general de brigada del Cuerpo Militar de Intervención. La tercera mujer en llevarse la estrella.
Las finanzas y los números forman parte del quehacer diario de esta madrileña nacida en 1962. Una experiencia que complementa con otras capacidades para superar los cinco bloques del competitivo curso a general. Materias como inteligencia, liderazgo, estrategia, planes y operación. Un examen en el que también primó el pensamiento crítico y el trabajo en equipo.
Licenciada en Derecho cuatro años antes de entrar en las Fuerzas Armadas, dentro del primer grupo de 26 mujeres conocidas como «las pioneras», Gordillo ocupó el puesto de subdirectora general de Servicios Económicos y Pagaduría antes del ascenso. Un cargo dependiente de la Subsecretaría de Defensa y que se encarga de la ejecución y seguimiento del presupuesto, la contratación y gestión de los recursos asignados, así como la responsabilidad sobre las cajas pagadoras y las nóminas del personal.
Persona de confianza de la secretaria de Estado Amparo Valcarce, antes pasó por la División de Igualdad y Apoyo Social al Personal, participando en la creación de la Unidad de Protección frente al Acoso. También desempeñó el cargo de directora de la Escuela de Intervención en la Academia Central de la Defensa.
En ese puesto fue condecorada por participar en la formación y perfeccionamiento de los alféreces alumnos. Destacó «por su sentido de la responsabilidad, lealtad al mando y compañerismo». De forma posterior, en otro reconocimiento del ministerio, declaró que «un militar sabe que con su ejemplo vela por el prestigio de las Fuerzas Armadas».
Patricia Ortega General de divisón del Ejército de Tierra
Julio de 2019 marcó un punto de inflexión en las Fuerzas Armadas. Por vez primera en la etapa democrática y 31 años después de la incorporación de la mujer al Ejército, el Consejo de Ministros aprobó el real decreto por el que se ascendió a la coronel Patricia Ortega a general de brigada del Ejército de Tierra. La propuesta de la ministra de Defensa, Margarita Robles, sobre la designación de esta oficial del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos representó un hito en el proceso de integración y un avance más en la lucha por la igualdad de género en nuestro país.
Patricia Ortega nació en Madrid el 11 de mayo de 1963. Ingeniera Agrónoma por la Universidad Politécnica, ingresó en el Ejército en septiembre de 1988 en la Academia General de Zaragoza, el mismo año que se permitió el acceso a la mujer. Hija de una familia de tres generaciones de militares, pasó luego por la Escuela Superior del Ejército. Un centro en el que acabó sus estudios como capitán del cuerpo de ingenieros en la especialidad de construcción y electricidad.
Después de pasar por el centro de mantenimiento de material de transmisiones, pasó a la Subdirección General de Proyectos y Obras de la Dirección General de Infraestructura, donde desarrolló el grueso de su carrera entre 1994 y 2014. Aquí, en 2009, se convirtió en la primera mujer teniente coronel del Ejército. Su ascenso a coronel tuvo lugar en 2015. Desde marzo de 2019 se encontraba destinada en el laboratorio de la Subdirección General de Sistemas Aeronáuticos, perteneciente al Instituto de Técnica Aeroespacial (INTA). Tres años después, tras su ascenso a general de brigada, asumió el cargo como nueva asesora de la Secretaría de Estado de Defensa. Un puesto con carácter más político bajo la dirección de la número dos del ministerio, Amparo Valcarce. En este cargo ha sido promovida a general de división.
Durante su paso por el INTA reivindicó los «tres pilares fundamentales» de la transformación de las Fuerzas Armadas: la profesionalización, la ley de la carrera militar y el acceso de la mujer. Sobre este asunto, Ortega afirmó que el Ejército «es un crisol que refleja la variedad de la sociedad y que puede presumir de contar con profesionales de todos los niveles económicos y educativos». Aunque admitió que «todavía queda mucho por hacer» para que sea una profesión «más deseada».
Begoña Aramendía General auditora
Ha sido incluida hace pocas semanas entre una de las 500 mujeres más influyentes del país. Una de las españolas cuyo trabajo ha tenido un impacto en el pensamiento y en la transformación sociocultural. Pero el simbólico avance de Begoña Aramendía Rodríguez de Austria, nacida en 1965 en Sidi Ifní, antigua ciudad española del África Occidental, llegó en agosto de 2021. Tras toda una vida en el Cuerpo Jurídico Militar, donde ingresó con 24 años en la primera promoción de mujeres, el Consejo de Ministros promovió su ascenso a general auditor.
Fue la segunda oficial en llegar a la cúpula castrense tras su compañera Patricia Ortega. Un nuevo hito en la modernización de la Fuerzas Armadas. «Como mujer es un orgullo, soy consciente de que soy un referente para las que vienen detrás», expresó tras conocer la noticia.
Licenciada en Derecho, durante 12 años ha sido fiscal en la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, y desde 2008 ha ocupado distintos cargos en el órgano central del Ministerio de Defensa, el último desde octubre de 2019 como vicesecretaria general técnica. Su nombramiento a propuesta de la ministra Margarita Robles, con quien la general Aramendía comparte la profesión de jurista, fue destacada entonces como «un nuevo e importante paso en el proceso de integración de la mujer en el Ejército, particularmente en la línea de mando».
«Alcanzar el generalato es una satisfacción, supone culminar una carrera y el reconocimiento al esfuerzo de 32 años de servicio», afirmó entonces la oficial de una estrella, quien dirigió en el ministerio la División de Igualdad y Apoyo al Personal.
Como la general Ortega, Aramendía procede de una familia con una larga tradición militar por ambas ramas. Ha participado en cuatro operaciones en el exterior: Kosovo (2000), Afganistán (2003), Bosnia-Herzegovina (2006) y Líbano (2008) y entre sus 23 condecoraciones destacan varias cruces al mérito militar del Ejército de Tierra, de la Armada, Aeronáuticas y de la Guardia Civil, así como la cruz de primera clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort, muy valorada entre los juristas, y la última, la medalla conmemorativa por su papel en la 'Operación Balmis'. La campaña militar desarrollada para luchar contra la pandemia del coronavirus.
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