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Ruslana Kapanayko, residente en Yecla, en una terraza. A. Q.
«No esperaba que se llegara a este punto. Temo por mi familia y siento pánico»

«No esperaba que se llegara a este punto. Temo por mi familia y siento pánico»

La ucraniana Ruslana Kapanayko, que llegó a Yecla hace cinco años de la mano de su novio, está «horrorizada» ante «este despiadado ataque»

A. Quintanilla / A. Delegido

Viernes, 25 de febrero 2022

La preocupación que el mundo siente ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia se hace más patente escuchando testimonios como el de Ruslana Kapanayko. Una joven ucraniana que, desde hace cinco años que llegó de la mano de su novio Alberto Gil, se considera una yeclana más.

Rus, tal como la llaman sus amigos, expresa su «tristeza y miedo». «No esperaba que las cosas llegaran a este punto. Estoy muy preocupada por mi padre, que reside en Lviv -al oeste del país-, muy cerca de la frontera con Polonia. Toda mi familia paterna está allí, mis tías, mi abuela... Es terrible este ataque bélico tan despiadado que estamos viendo por parte de las fuerzas rusas, que ya ha afectado a la capital, Kiev, y a muchos otros puntos estratégicos, y que ha causado decenas de muertos, tanto entre las filas de nuestro ejército como civiles. Y han muerto niños», señala visiblemente emocionada.

Rus explica que en Polonia «están dando facilidades para que los ciudadanos se puedan refugiar allí, están habilitando puntos de acogida. Yo me sentiría mucho más tranquila si mi padre y el resto de la familia se marcharan, pero también entiendo que llevan toda una vida trabajando para conseguir un hogar, una seguridad. Y salir corriendo y dejar todo atrás resulta muy duro». Ahora mismo el espacio aéreo y los aeropuertos están cerrados. «Son objetivos claros de Rusia, por eso no es viable que mi padre pueda viajar a España llegada la situación a este extremo», asegura.

Sobre el presidente ruso Vladimir Putin, la joven destaca que «no se detiene ante nada. Son ocho años en los que ha ido estrechando el cerco sobre mi país. Pensábamos que con la anexión de Crimea se conformaría, pero ya vemos que no ha sido así. ¿Ahora, qué más quiere? Es un líder terrible y además imprevisible».

Con respecto al apoyo a Ucrania de la comunidad internacional, Ruslana explica que «necesitamos que nos ayuden, pero deben ser cautos. Espero que con las sanciones se consiga ir obligando a Rusia a retirarse, pero los países europeos o Estados Unidos también tienen miedo. Y es lógico, porque el conflicto armado puede ir a mayores y pasar a ser de escala mundial».

Pegada a las noticias de la prensa y la televisión sobre esta invasión y pendiente de estar en contacto directo con sus familiares, Ruslana agradece el apoyo de «la gente de España, de Yecla. Desde aquí poco podemos hacer por mis compatriotas, pero ese apoyo moral y ese cariño es lo único que ahora nos puede reconfortar a los ucranianos que vivimos aquí».

«Me sentiría mucho más tranquila si mi padre y el resto de la familia se marcharan, pero salir corriendo es muy duro»

Rus estudió Turismo en su país natal y, hasta que llegó a España, trabajó en el aeropuerto internacional de Lviv como responsable de agentes de facturación y azafata de tierra. Su madre fue la primera en llegar a España en busca de trabajo y un futuro con mayores expectativas y quien convenció a Rus y luego a su hermana para que vinieran. Su padre decidió quedarse. «Si no fuera por mi madre, nunca hubiera venido. No pensaba quedarme a vivir en España mucho tiempo, como máximo un año, pero la vida tenía otros planes para mí», reconoce.

Y, efectivamente, esos planes que la vida le tenía reservados atienden al nombre del entrenador personal Alberto Gil González, un joven yeclano al que conoció en Jávea (Alicante) en el verano de 2018 y a través de cuya relación Rus se ha convertido en una vecina más de Yecla.

Dolor por la guerra

Pero toda esta felicidad de la que ha disfrutado Rus desde que llegó, se ha venido abajo de golpe, hundiéndola, al igual que a los más de 120.000 ucranianos que residen en nuestro país, en una constante tristeza y preocupación desde que se empezaba a atisbar la terrible realidad del ataque ruso. Las noticias que le llegaban desde su país hace unos días por amigos y familiares ya eran desoladoras y muy preocupantes.

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