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Cumplió medio siglo de vida justo el día en el que se dio a conocer públicamente su ecuación para calcular el ángulo de curvatura gravitacional de la luz, es decir, la fórmula que permitiría precisar mejor la localización de los astros en el universo. El profesor del Laboratorio de Óptica de la Universidad de Murcia, Óscar del Barco Novillo (Madrid, 1975), ha vivido en la capital de España, en Burgos y en Ceuta, para terminar en Granada estudiando Física.
Por cuestiones del azar, dice, llegó a Murcia no como universitario sino ya como profesor de Secundaria. En esas labores comenzó hace 25 años y continúa impartiendo su materia predilecta a los alumnos más jóvenes en el colegio La Milagrosa de Espinardo (Murcia). La Física, dice, es paciencia. La computación y la ingeniería cuántica fueron sus primeros caminos en este «complejo» mundo científico y donde acabó naciendo su tesis. Compatibiliza el colegio con la docencia en la UMU, donde da clases de física óptica, a lo que suma su tarea de investigación en el laboratorio que dirige el catedrático Pablo Artal.
«En el año 2000 empecé en la Universidad; siempre digo que soy astrofísico de vocación, pero no de profesión», explica, «me domina la curiosidad siempre por aprender más». Del Barco publicó hace cuatro años una teoría sobre la relación entre un agujero negro de tamaño atómico y otro supermasivo, y su conexión con las emisiones energéticas del universo o estallidos de rayos gamma. Hasta ahora, acumula diecinueve publicaciones en revistas científicas.
Artal no duda en calificar la dedicación a la docencia de óptica de su compañero, con quien comparte laboratorio desde hace más de una década, de «fantástica». Y ello, remarca, «a pesar de que su dedicación es solo parcial» por su empleo en el colegio. «A nivel de investigación, ha utilizado con éxito conceptos de óptica en estudios astronómicos, y en el laboratorio estamos muy contentos con contar con Óscar en nuestro equipo», explica el catedrático.
Del Barco Novillo espera que sus investigaciones puedan tener una aplicación real, «una salida», asegura, «que es a lo que aspira cualquier investigador».
No es fácil enseñar ciencia, reconoce el docente, porque para intentar captar a futuros científicos hay que saber atraer la atención de los alumnos desde Secundaria y «enseñar bien». Tiene alumnos, insiste, «muy buenos» en Matemáticas y Física, pero estas carreras deben ser «muy muy vocacionales». A sus estudiantes de la UMU les aconseja ser cabezones con la Física, «muy constantes» con ella, y que la salida laboral de la docencia también es una opción, «aunque algunos pueden tirar para la empresa privada o la investigación, aunque no es un camino fácil».
Le da pena ver que estudiantes tan formados terminen por desarrollar su carrera en el extranjero. Les ve la ilusión por conseguir ser científicos, pero chocan con la «falta de oportunidades» en España, con tan pocas plazas y tanto «esfuerzo» para conseguir una.
De algunos de sus trabajos les habla a los alumnos, quienes también le preguntan por ello. Procura ser muy pedagógico para hacerles entender bien la astrofísica. «Esto es tener ganas, mucha vocación, querer mejorar y mucha paciencia», vuelve a subrayar, «al final te pueden dar palos por todos lados pero hay que saber levantarse».
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Fernando López Hernández y Rubén García Bastida
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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