Las playas y calas de Calblanque, con punta Negrete al frente.
LA RUTA CON UN PAR

Calblanque, tierra, mar y aire

Con los cinco sentidos, saboree los contrastes de un territorio especial; dé una vuelta al Cabezo de la Fuente

PEPA GARCÍA , FOTOS: GUILLERMO CARRIÓN

Viernes, 4 de octubre 2013, 21:06

Este fin de semana se celebra el Día Mundial de las Aves y para agradecer la maravillosa banda sonora que ponen a nuestra vida estos animalillos alados, vamos a batir los brazos y alzar el vuelo por uno de nuestros espacios naturales protegidos, el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Pico del Águila. Un paraíso especialmente importante para las aves (ZEPA), para el Mediterráneo (ZEPIM), para Europa (LIC y Red Natura 2000)..., y persigue serlo para el mundo (Reserva de la Biosfera). Esto último lo recuerda una banderola colgada de la casa que es Punto de Información y Gestión Las Cobatillas, donde empieza este itinerario para festejar a las aves, pero también la biodiversidad que alberga este árido territorio y sus nutridos fondos marinos, y la historia de las gentes que la han habitado y respetado.

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Desde el punto de información proponen un juego, una gymkana fotográfica que te ayuda a aguzar los sentidos y estar preparado para disfrutar de los colores, las texturas, los olores, los sonidos, y hasta los sabores, de este rincón dando la vuelta al Cabezo de la Fuente.

Buscando sus aljibes, esos que han convertido en un vergel las tierras de las Casas de Las Jordanas, con sus higueras, sus nispereros, sus olivos y sus inmensos y centenarios algarrobos junto a una cerca florida de rojo reventón.

El morado salta a la vista, la de la cantera en la ladera del cabezo, punto de extracción de láguena que ha permitido dormir a resguardo a muchas generaciones.

Y el Mar Menor, hoy como un espejo, con sus islas volcánicas dominando el paisaje, y también los gigantes de hormigón cercándolo.

En Fuente Grande pueden apagar su sed y refrescar el camino metiendo la cabeza bajo el chorro, junto a la hornacina que acoje a San Isidro (patrón) durante las fiestas, y bajo la enorme grieta que llama a penetrar en las entrañas del cabezo.

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Las frondosas y verdes laderas que separan, en su vertiente Norte, el Cabezo de La Fuente y El Horno, con exuberantes y mastodónticos palmitos, ahora cargados de frutos; las albaidas, el romero, la ajedrea, la cornicabra, el espino,..., que aunque estos días no muestran su mejor cara perfuman el paseo.

Y las vistas, acondicionadas por la agradable brisa marina y coloreadas por el azul impecable de las aguas de playa Parreño y Negrete, playa del Cojo y Larga; las perfilan las crestas de las olas, hoy diminutas, chispeantes y juguetonas, y la arena, de sonrisa amarilla.

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De camino al merecido y necesario baño, sobre todo si el día es tórrido y no se ha madrugado mucho, una pareja de cernícalos sobrevuela la cima que corona punta del Hacho; mirando al suelo, su negro brillo mica marca el sendero en territorio minero.

Después, la suave y clara arena de playa Parreño (Área Nudista, se lee en el 'totem'), caliente y seca, y húmeda y fresca; junto a la piedra negra y rojiza, laminada, de punta Negrete, donde rompe el mar y la arena brilla dorada.

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Aún pasará junto a kilométricas playas, y sus sistemas dunares en constante movimiento y, aunque no le alcance la vista, las dunas fósiles y las salinas, más a mano desde el mirador de playa Larga, nada más dejar atrás un saludable bosque de cipreses de Cartagena, con sus 'piñas' aún verdes.

Ya no queda más que pasar junto al aparcamiento con sombra y enfilar la última pendiente hasta llegar al punto en que empezó todo, el de Las Cobaticas; o tumbarse en la arena y dejarse mecer por la brisa marina y las olas del mar... hasta que caiga la noche.

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