La máquina arrincona a la bordadora
La falta de pedidos y de relevo generacional, así como el uso de la tecnología, ponen en peligro la continuidad del oficio artesanal
ANTONIO LÓPEZ
Jueves, 28 de marzo 2013, 13:04
Sus obras de arte son admiradas por miles de personas durante los diez días de Semana Santa. Por sus manos ha pasado gran parte del patrimonio de las cofradías y su protagonismo en las procesiones es similar al de escultores y tallistas. Pero a pesar de ello, la figura de la bordadora, de la artista de del oro, la seda y el terciopelo tiende a desaparecer poco a poco debido a la falta de relevo generacional, a la escasez de pedidos por parte de las cofradías y a la apuesta cada vez mayor por las máquinas.
Antoñita Sánchez, Maribel Pan, María Pérez, Trinidad Fernández o Ana Cánovas son algunas de las pocas artistas que aún quedan en activo y que saben plasmar en la tela, con una maestría casi inigualable, el característico bordado cartagenero: el de relieve.
«Si no lo cuidamos y lo promovemos entre nuestros jóvenes con cursos y talleres acabará por desaparecer y nos tendremos que adaptar bien al que realizan las máquinas, de menos calidad, o el que se hace en otros municipios, como Lorca o Caravaca de la Cruz, muy diferente al nuestro», dice Antonia Sánchez.
Mayor voluminosidad
El bordado cartagenero se caracteriza por una mayor voluminosidad, que se adquiere a través de cartón cuero con hilos de diferentes clases. Así se consigue una gran gama de contrastes con los que se obtiene la riqueza que poseen estas creaciones.
Antonia Sánchez, más conocida como Antoñita la Bordadora, es consciente de que «desgraciadamente» el oficio que lleva practicando desde hace más de treinta años «está en peligro de extinción». El problema es que ya no hay «tantos pedidos como antes», y que no existen jóvenes que se quieran dedicar a esto. «A las mujeres de ahora no les interesa aprender esta profesión a pesar de los esfuerzos que se ha hecho para ello a través de cursos y talleres», comenta.
Y es que ella fue la encargada de impartir los dos únicos que se han puesto en marcha durante los últimos años. Uno de ellos fue organizado por la Agencia de Desarrollo Local y Empleo (ADLE) del Ayuntamiento, del que salieron dos alumnas aventajadas. «Las tuve un tiempo en mi taller, pero cuando acabó el trabajo no se decidieron a ponerse por su cuenta», asegura. El otro curso lo preparó la Asociación de Mujeres Cofrades, «pero de éste sí que no salió ninguna». En su opinión deberían ser las propias cofradías las que «organicen más cursos, para evitar que se pierda este oficio y el bordado cartagenero».
Esta veterana artesana del bordado entiende que no haya relevo por la complejidad y la cantidad de tiempo que hay que emplear para realizar un buen trabajo. El primer paso es sacar el dibujo sobre un papel de seda y colocarlo sobre el tejido, bien sea raso o terciopelo. A continuación se perfila, se quita los papeles, se hacen las plantillas y por último se borda. Lo más difícil de todo el proceso es la preparación. Ésta puede tardar meses si se trata de un manto o varios días si se trata de un fajín, una pieza bastante sencilla.
Ana Cánovas, otra de las bordadoras más cotizadas, es más optimista que su compañera. También es consciente de que el oficio que lleva desempeñando desde que tenía seis años está en peligro, pero confía en que se mantendrá «mientras continúen saliendo las procesiones a la calle».
Los encargos este año también se han reducido para esta bordadora de La Unión, en cuyo taller trabajan Trinidad Fernández y María Pérez. Solo han hecho un fajín para la Virgen del Rosario, que sale el Viernes de Dolores. El anterior confeccionaron las faldetas del trono de la Coronación de Espinas, de Miércoles Santo.
Más cursos
«Se hace poco por mantener esta tradición. Se debería organizar más cursos para enseñar el oficio a las jóvenes. El problema es que éstas ahora prefieren otros trabajos menos sacrificados», comenta.
Quien también ve peligrar esta profesión es Diego Ortiz, el autor de uno de los pocos libros escritos sobre este tema, 'El arte del bordado en la Semana Santa de Cartagena'. En su opinión se debería crear escuela y que sean las propias bordadoras las que transmitan este legado a las nuevas generaciones. Advirte de que si se pierde «habrá que optar por otros estilos más planos, con lo que se perdería la esencia del desfile cartagenero».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.