EFE
Miércoles, 7 de noviembre 2012, 04:11
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Cuatro investigadores del CSIC defendieron ayer la necesidad de estudiar y planificar el crecimiento de las ciudades para evitar que se asienten sobre zonas de riesgo sísmico, basándose especialmente en el caso de Lorca en relación al terremoto que sacudió la ciudad el 11 de mayo de 2011.
En el marco de la Semana de la Ciencia, la Universidad de Navarra organizó ayer una mesa redonda bajo el título: 'Configuraciones urbanas y catástrofes: la desequilibrada interacción entre el ser humano y su medio'. El geólogo de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra Antonio Aretxabala afirmó que «el conocimiento del medio y su dinámica puede evitar grandes catástrofes».
Aretxabala recalcó que las ciudades «no se han configurado pensando en el riesgo, y muchas, como Lorca , se construyeron en zonas desaconsejadas para edificar». Por ello, señaló la necesidad de «someter los planes urbanísticos a una evaluación ambiental y a la elaboración de informes sobre, por ejemplo, la existencia de recursos hídricos».
Defienden los expertos que existe «una relación causa-efecto entre el agua y los seismos, que puede asociarse a la actividad humana o no», según explicó con detalle el geólogo y científico del CSIC Miguel Doblas.
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Bajo su teoría de la hidrosismicidad, sostuvo que el agua actúa como lubricante entre las fallas y que su ausencia (por extracción para el riego) crea masas compactas fácilmente resquebrajables si se someten a tensión, como ocurrió, según él, en el terremoto de Lorca.
El científico del CSIC se atrevió a asegurar que las recientes inundaciones en esta zona de Murcia «podrían dar lugar a un nuevo terremoto en un corto plazo de tiempo, porque al hincharse el acuífero se añade nueva tensión a la falla».
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Doblas, que se atribuye la originalidad de haber relacionado por primera vez subducción e hidrosismicidad en la falla de Lorca, a pesar de haber sido publicado como estudio por otros, destacó la falta de atención en España de la sismicidad antrópica, la causada por el hombre.
El arquitecto e historiador Miguel Fortea, profesor de la Escuela Politécnica de la Universidad de Extremadura, planteó cómo afecta al patrimonio histórico los efectos de la naturaleza y recalcó que es necesario reparar los edificios dañados con los mismos materiales con los que se construyeron.
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