A. GÓMEZ
Martes, 2 de octubre 2012, 12:25
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Una de las caras más amargas de la crisis la forman las familias que pierden su casa por impago de la hipoteca y se ven obligadas a buscarse la vida. Así de duro. Casi un centenar de personas, convocados por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas de la Región de Murcia, consiguieron parar ayer el desahucio de una familia ciezana que vive en el número 18 de la Glorieta de San Pedro.
Miembros de este movimiento ciudadano, con el sacerdote Joaquín Sánchez a la cabeza, acudieron a las puertas del edificio de esta popular barriada ciezana tras la convocatoria secundada por decenas de personas y representantes de la Asociación de Vecinos del Barrio de San José Obrero e IU-Verdes de Cieza, entre otros colectivos.
Pasadas las 9 de la mañana se personó una patrulla de la Guardia Civil que se limitó a esperar la llegada de los agentes del juzgado de Cieza. Poco después, llegó una dotación de la Policía Local. Debido a la concentración de varias decenas de personas en la vivienda, ocupando el rellano y las escaleras que dan acceso a la segunda planta, donde tiene el domicilio la familia desahuciada, los funcionarios judiciales no llegaron a intervenir.
«Primero perdimos el trabajo y ahora, la casa. Y esto es lo más fuerte que le puede ocurrir a una familia». Así hablaban de su situación Carmelo y Magnolia, un matrimonio ciezano que tiene dos niños, de 2 y 6 años, y que vive una «pesadilla». Pedro perdió su trabajo y la ayuda de 423 euros no llega para sufragar los gastos más elementales de alimentación y, a la vez, afrontar los 550 euros de la hipoteca de esta humilde vivienda que tiene en las 'casas baratas'.
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Ambos están destrozados, pero a pesar de su mal estado anímico y la desesperación al no creerse todavía que puedan perder su casa, hacen un esfuerzo por mantener la entereza y atender a los medios de comunicación para explicar su situación. El afectado, debido a su situación de desempleo, no ha podido hacer frente al pago de su hipoteca con el Deutsche Bank.
La filial del banco germano quiere hacerse con el piso, pero además a Carmelo le queda una deuda de 125.000 euros.
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