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Tramo de la calle Enrique Martínez Muñoz de las llamadas Casas de Marina. :: J.M.RODRÍGUEZ / AGM
CARTAGENEROS EN EL CALLEJERO

Martínez Muñoz y las Graduadas

JOSÉ MONERRI

Martes, 14 de febrero 2012, 01:58

No era cartagenero pero fue un hombre decisivo en la construcción de las Escuelas Graduadas de la calle de Gisbert, las primeras de España en su género por lo que Cartagena mereció el muy honroso título de la Covadonga de la Enseñanza. Por ese motivo es muy justo que la ciudad le haya dedicado una calle que se halla entre las de Almirante Baldasano y Doctor Barraquer.

Al celebrarse el centenario de las Escuelas Graduadas, la 'Gaceta de Cartagena', el sábado 9 de noviembre de 2000, publicó un número titulado 'Centenario de las primeras Escuelas Graduadas de España. Cartagena 1900-2000'. Agustín Diéguez, cronista oficial de la Escuela Universitaria Politécnica de Cartagena, de la que fue catedrático de Expresión Gráfica en la Ingeniería, dedicó un detallado trabajo en el que contempla el viaje por Europa de dos maestros, cuyas experiencias fueron aplicadas en las Escuelas Graduadas.

Arranca desde mediados de 1902 y en sesión municipal de 14 de junio se dejó constancia de lo siguiente: «A propuesta del señor alcalde presidente se acuerda que la comisión municipal de Instrucción Pública y con toda urgencia se emita informe sobre la conveniencia y la forma de que dos profesores de primera enseñanza de esta población realicen un viaje por los países donde los sistemas pedagógicos están más adelantados, para ver de implantarlos en esta ciudad». El 21 de junio quedó determinada la cuestión de viaje al extranjero por los maestros Félix Martí Alpera y Enrique Martínez Muñoz, por propia iniciativa y ambiciosos de estudiar nuevos métodos, que habían solicitado del Ayuntamiento la realización del viaje a costa de éste. En la sesión municipal de 28 de junio de 1902 fue aprobada la excursión de estudio pedagógico.

En la Corte el acontecimiento tuvo amplio eco. El 12 de septiembre el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes remitió un oficio al Ayuntamiento comunicándole una Real Orden en la que se expresaba el agrado con que ha visto la medida adoptada en beneficio de la instrucción primaria en Cartagena. La noticia se difundió positivamente por el país. Un periódico valenciano, 'El Campeón del Magisterio', decía: «Ahora el nombre de Cartagena se cita como modelo en cuestiones de enseñanza». Y en los inicios de julio de 1902, los maestros públicos de Granada dirigieron al alcalde de Cartagena una sentida carta de gratitud y de felicitación por sus desvelos en pro de la enseñanza y designación de los maestros.

Viaje por Alemania y Suiza

En una carta «confidencial» publicada por la prensa local el 22 de julio de 1902, decían que en París habían visitado con autorización del Director de Enseñanza las principales escuelas. En Bruselas y en Alemania fueron muy bien atendidos, como también en la ciudad italiana de Ripatransone. Ambos maestros visitaron París, Bruselas, Colonia, Dusseldorf, Frankfurt, Stuttgart, Lucerna, Zurich, Berna, Ginebra, Laussanne, Turín y Milán.

Félix Martí Alpera nació en El Cabañal (Valencia) en 1875 y murió en Barcelona en 1946. En Cartagena permaneció durante 22 años y la ciudad le ha dedicado una calle paralela a la de Enrique Martínez Muñoz, al que se consideró discípulo de Francisco Giner de los Ríos. El diario 'El Porvenir', le definía el 14 de julio de 1932, como «un apóstol de la ciudadanía, de la cultura de la bondad. Un hombre de gran servidumbre cívica. Verdadero demócrata, fue un esclavo del respeto a la ideas ajenas». Nacido en Jumilla en 1866, después de cursar la carrera ejerció el magisterio inicialmente en Murcia y muy joven -julio de 1899- vino a Cartagena para regentar la Escuela Nacional del barrio de San Antonio Abad. Trasladado después a una escuela del casco urbano, le cupo el honor de dirigir con Martí Alpera y luego con Pedro Martínez, las Escuelas Graduadas de Gisbert. Según Andrés Parado, que consideraba a Martínez Muñoz (junto con Wssel de Guimbarda y Luis Roch) una de las máximas personalidades de Cartagena, se resaltaba del maestro su sentido pedagógico, ejemplaridad, patriotismo y bondad. El Eco de Cartagena del 14 de julio de 1932 decía sobre Martínez Muñoz: «Cuando en España no se sabía lo que era una escuela graduada moderna, un maestro que no era cartagenero, hacía un proyecto grandioso que dio lugar a que se dijera de Cartagena que era la Covadonga de la enseñanza. No tuvo enemigos y supo rodearse del respeto de sus adversarios políticos, ser venerado por sus discípulos, querido por sus compañeros y admirado por su familia». En 1913 recibió un sentido homenaje de la ciudad, capitaneado por la Asociación de la Prensa. En 1923, dio a conocer su libro 'Una escuela de la Patria', editado por la imprenta de Bernardino Jiménez. El 15 de julio de 1932, como era su costumbre, acudió a las Graduadas, y estando conversando en el patio con varios muchachos, se sintió repentinamente enfermo y falleció allí mismo. Su sepelio fue una grandiosa manifestación de duelo que reflejó de manera muy expresiva el sentir de Cartagena, su ciudad de adopción. De sus 66 años de existencia, 43 los pasó en la ciudad que tanto amaba.

La visita de Unamuno

El 24 de septiembre de 1986, el Ayuntamiento acordó que la calle de Matías Montero pasase a llamarse en lo sucesivo de Enrique Martínez Muñoz. Se halla entre las calles Almirante Baldasano y Doctor Barraquer.

Las Escuelas Graduadas, inauguradas en el año 1903, fueron las primeras de España. Pérez Rojas indica que «despertó el entusiasmo de los regeneracionistas y escritores contemporáneos. El edificio fue encargado al arquitecto municipal Tomás Rico. Las Graduadas fue el único inmueble de Cartagena cuya construcción trascendió a las revistas españolas de arquitectura». Según el que fuera cronista oficial de Cartagena Isidoro Valverde, en su construcción se emplearon piedras de las antiguas murallas de la ciudad y las obras fueron inauguradas por el murciano Antonio García Alix, ministro de Instrucción Pública, y en el acto pronunció un discurso don Miguel de Unamuno.

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