La Cava pierde más casas del siglo XIX
El concejo prohibió el paso de carruajes en 1872 y por esta calle desfilaban las procesiones del Corpus y de Semana Santa Sobreviven aún varios edificios que están declarados de interés ambiental en el Plan Especial
A. S.
Domingo, 12 de febrero 2012, 11:07
La calle Cava conserva todavía el sabor del siglo XIX. Por esa razón, algunos de los edificios fueron catalogados con grado de protección 3 en el Plan Especial de Protección y Rehabilitación Integral en el conjunto histórico artístico de Lorca (PEPRI) por su 'interés ambiental', en un intento de salvaguardar, sin mucho éxito, un espacio urbano singular.
La mayor parte de los inmuebles de esta calle son construcciones realizadas entre finales del siglo XVIII y buena parte del XIX. Eran viviendas unifamiliares que, sin ser especialmente destacadas desde el punto de vista artístico, puesto que no se trata de palacios o casas solariegas como las que existen en otras zonas de la ciudad, sí ofrecían un conjunto armónico.
El nombre de Cava ya aparece reseñado desde el siglo XV como otras calles que aún mantienen su denominación inicial. Estaba junto al tercer perímetro de la muralla de la ciudad de donde toma el nombre pues era el foso de la misma.
Se trata de una larga arteria que servía de tránsito principal a los que se adentraban en la ciudad a través de las puertas de San Ginés y el porche de San Antonio, una vez que cruzaban el río Guadalentín desde el arrabal de San Cristóbal, por el vado o los antiguos puentes de madera. Finalizaba en la plaza de Afuera que, posteriormente, se denominaría como plaza Mayor (siglo XVII y XVIII), de la Constitución e Isabel II (siglo XIX), de la República y de España (siglo XX). Era éste un espacio urbano configurado a partir del siglo XVI cuando la ciudad empezó a desbordar el recinto murado.
Desde antiguo la calle Cava era una de las arterias más habitadas, en donde se instalaron los primeros artesanos fuera de las murallas. Era conocida como calle de los plateros, ya que allí se concentraban los más importantes de la ciudad. Paralela a ella se encuentra la calle de Zapatería, donde estaban ubicados los integrantes de este gremio.
Salvo el convento de las Madres Mercedarias, la Cava ha conservado a lo largo de su historia el carácter eminentemente residencial en viviendas unifamiliares. Al ver desplazado su protagonismo con la construcción del puente de la Alberca, a finales del siglo XIX, que ofrece un nuevo acceso a la ciudad en expansión, más cómodo, quedó preservada de la presión especulativa.
En la actualidad se encuentra en un estado de claro abandono, característico de muchas viviendas situadas en calles de la parte más o menos alta de la ciudad, ya que presentan ciertos inconvenientes frente a las calles más amplias y con construcciones de más fácil conservación.
Hay varios edificios de interés que todavía siguen en pie, como es el caso del situado casi al inicio de la calle, con cuatro plantas, que en su fachada expresa un gusto decorativo de un eclecticismo exuberante, con variedad de motivos ornamentales desplegados en las molduras de estuco. Puede datarse de los últimos años del siglo XIX.
Casi enfrente de las Mercedarias existe un edificio de transición de los siglos XVIII al XIX, con amplia fachada, tres plantas, con seis balcones en la principal, en el que destacan como elementos ornamentales las ménsulas del alero con cabezas humanas de las que penden ramilletes de hojas. Aquí estuvo hace muchos años la Comisaría de Policía y más recientemente un restaurante.
En la misma esquina con la calle Mata queda la fachada (el interior fue demolido hace años para una promoción inmobiliaria que no llegó a realizarse), de un inmueble de traza neoclásica de los primeros años del siglo XIX. Dentro de la sencillez general y la leve ornamentación cabe destacar la cadena llagada de estuco en la esquina que arranca desde el cuerpo bajo el alero con dos abultadas ménsulas.
Un gran mirador de madera
Y cerca del arco que da paso a la plaza de España, casi frente a la plaza de Simón Mellado, que es uno de los accesos al actual Conservatorio, hay otro edificio de finales del XIX, con una fachada de gran simetría en la que destaca un gran mirador de madera flanqueado por amplios balcones con recercos de estuco.
Los capitulares municipales dejan constancia del interés que esta calle provocó en distintos momentos de la historia local. Así, en marzo del año 1712 se plantea la conveniencia de dar una mayor anchura a la calle por pasar por ella la procesión del Corpus. También las primitivas procesiones de Semana Santa la utilizaron para su recorrido, cuando subían desde la calle Marsilla, atravesaban la Cava en toda su longitud para salir a la plaza de España.
En 1740 se acordó «bovedar la entrada a la calle Cava confín a las salas capitulares de la colegial», y en 1872 hubo acuerdo municipal para que «no transiten carruajes por la calle de la Cava», con lo que pudo convertirse en un primer intento de establecer una calle peatonal.
El último día del año 1877 los capitulares dejan constancia de que «la calle de la Cava, extensa y bien poblada, queda sin la vida de movimiento necesaria a la terminación de los trabajos del puente que enlaza esta población con la parroquia de San Cristóbal, si no se le da salida por la calle del Gigante».
Dos anotaciones más en los años 1910 y 1911. En la primera se decide en darle entrada al colegio de la Purísima por la calle de la Cava, tras la adquisición de casas ruinosas de dicha calle. Y en la segunda se anotan los honorarios pagados a Pedro Cerdán por la formación de planos y presupuesto para la nueva entrada del colegio de la Purísima por la calle de la Cava. Fueron 200 pesetas.
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