El pimentonero por excelencia
José María Albarracín preside la Asociación de la Empresa Familiar y dirige la compañía más antigua de la Región, con la que vende pimentón murciano en los cinco continentes. Se le cae «la baba» con sus dos nietos y su hija pequeña, de dos años, y le apasiona preparar el aperitivo para sus amigos y su madre
DANIEL VIDAL dvidal@laverdad.es
Domingo, 13 de noviembre 2011, 12:27
«Sí, se puede decir que soy el pimentonero por excelencia de la Región». Y no por el hecho de que José María Albarracín Gil (Murcia, 1961) sea un fiel seguidor del Real Murcia, que lo es, continuando con la pasión de su padre, José María Albarracín Bernal, que llegó a ser socio número 1 del club grana -y del Casino de Murcia-, sino porque el pimentonero, entendido como mero adjetivo, «se refiere al fabricante o productor de pimentón. A quien transforma la ñora en polvo y luego vende ese pimentón». El pimentonero, no obstante, también es el nombre de un pájaro castellano cuyas plumas son de color negruzco, salvo las del pecho, que son rojas, y que muy probablemente se hayan teñido con el delicioso producto que comercializa la empresa Juan José Albarracín S.A., que llena de color y sabor murciano los platos y guisos de los cinco continentes desde hace unos cuantos años. Exactamente 158, lo que la convierte en la empresa con más años de vida en la Región.
José María, el segundo de siete hermanos, representa la quinta generación de empresarios murcianos dedicados a la producción y la venta de pimentón en todas sus variedades, pero en la compañía de Espinardo, fundada en 1854, ya trabaja Raquel, su hija mayor. Es decir, seis generaciones en torno a una empresa de la que, a buen seguro, nadie puede dudar de que sea más familiar que ninguna. Un buen argumento para que José María Albarracín sea desde junio, además, presidente de la Asociación Murciana de la Empresa Familiar (Amefmur) en sustitución de José María Tortosa, quien tras las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo se pasó al Ayuntamiento de Murcia, y de quien era fiel vicepresidente hasta que la política se cruzó en sus caminos.
En el ámbito empresarial, sus compañeros le reconocen como un hombre inquieto, motivado e interesado por su región «más allá del sector al que pertenece». El gran hombre que se esconde detrás de las pequeñas latas de pimentones 'La Estrella' tomó la voz cantante esta semana ante el presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, para exponer la situación de un colectivo que representa a más del 85% del tejido empresarial murciano y que genera más del 70% del empleo. En la reunión, el presidente de Amefmur planteó, entre otras medidas, la creación de un sistema de pago a las empresas acreedoras para que puedan financiar sus deudas.
Albarracín ha estado siempre muy involucrado en las asociaciones empresariales y formó parte del equipo fundador de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), de la que posteriormente fue presidente. Daba el perfil, puesto que el hoy consejero delegado de la empresa Juan José Albarracín entró por la puerta de la fábrica con 20 años para trabajar codo con codo con su padre y los miembros de su familia que por aquel entonces copaban los despachos y los pasillos. El apellido Albarracín sigue presente con José María, Carlos (su hermano pequeño, que es subdirector general), o la propia Raquel. Amor, la mediana de sus tres hijas, está preparándose con un máster para la vida empresarial. «La formación es lo primero», asegura su padre, que con 16 años se fue a Irlanda para aprender inglés y con 18 se fue a estudiar a Oxford. No fue en balde. Fue el primero de la clase. De Oxford a Nueva York. Y del inglés al francés, al italiano y al alemán.
De momento, la política no se ha colado entre los pimentones. A corto plazo, los proyectos de José María Albarracín pasan por cosas tan simples, pero tan complejas y plenas a la vez, como disfrutar al máximo de sus dos nietos -José María y Pedro, de cuatro y dos años, respectivamente- y por seguir preparando el aperitivo, los domingos al mediodía, a su familia y a sus amigos. Pero sobre todo a su madre, «que llega a casa pidiéndolo. No hago gran cosa, la verdad. Unos berberechos, un poco de salmón... Parto una mojama y una hueva con sus almendras fritas. Algo de plancha fácil también... Pero nos lo tomamos con unas buenas cervecitas -Estrella de Levante, por supuesto- y lo disfrutamos muchísimo». Para José María, esos momentos son los más cercanos a la felicidad. La fórmula es simple, para aquellos que se rompen la cabeza en descubrir su secreto. Aperitivo, familia y amigos. Pero, eso sí, que a su lado no falten sus nietos. Porque si a este empresario se le cae la baba no es con el jamón ibérico o con un buen caldero. Se le cae con sus nietos. Y, por su puesto, con su niña de dos años. «Y además se me cae a chorros», reconoce. Otra ecuación de tres elementos para alcanzar la felicidad. En su caso, dos nietos más una hija pequeña.
La gran familia
Se da la circunstancia de que su hija menor, María del Mar, tiene menos edad que sus nietos, José María y Pedro. Es decir, que la tía es más pequeña que los sobrinos. «Cosas que pasan en las grandes familias, y me llena de orgullo decirlo». Y tan grande. A ojo, José María calcula que son «unos cien, solo contando familiares directos». Eso sí, en su círculo más íntimo, José María Albarracín está 'rodeado' de féminas. Sus tres hijas (las dos mayores de su primer matrimonio) y su esposa, María Dolores, con quien que se casó en segundas nupcias. «Tengo una gran mujer a mi lado y estamos muy enamorados», proclama sin tapujos. «Procuramos caminar siempre por la parte positiva de la vida».
El presidente de Amefmur procura caminar también, a diario y no de forma metafísica, unos cuatro kilómetros y medio para «liberar estrés y pensar con más claridad». Es el «poco deporte» que practica en la actualidad «porque el tiempo y la edad no dan para más». Algunos apuntan que el tabaco fumado también limita lo suyo. Pese a todo, este empresario de éxito de la Región, que reconoce que la crisis «también afecta a la empresa familiar, aunque menos que a la convencional», se arrogó además, por derecho propio, el adjetivo deportivo más huertano al lucir la camiseta 'pimentonera' en sus años mozos. Fue jugando en el Murcia Imperial, donde atajaba los ataques de los contrarios desde su posición de líbero. «Siempre me ha gustado ir por libre», apunta con sorna. Y a pesar de ser el hincha número uno en la Nueva Condomina -no se pierde ni un partido-, de ser también socio del UCAM Murcia y de cantar como nadie los goles de ElPozo, José María daría lo que fuera por fumarse un puro con Santiago Bernabéu si éste aún pudiera dar lecciones por los campos de España. La pasión de Albarracín por el Real Madrid puede pasar desapercibida, pero nunca la esconde porque ser madridista es un orgullo. No lo pongan en su boca. Esto ya lo dice el periodista, que es del mismo palo.
Como el pájaro castellano, José María Albarracín -que lleva volando muy alto más de media vida-, tiene en el pecho un rojo intenso. Un rojo murciano, gastronómico y deportivo. Un rojo que, se mire por donde se mire, le hace ser el pimentonero por excelencia.
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