Tras el rastro de los pasaportes del 11-S
Atta y Binalshibh habrían visitado en julio de 2001 un locutorio del barrio del Carmen donde se sospecha que se falsificaban papeles para Al Qaida FBI y Guardia Civil sostienen que los organizadores del atentado obtuvieron en Torrevieja y Murcia los documentos falsos que necesitaban para esa misión
RICARDO FERNÁNDEZ rfernandez@laverdad.es Twitter: @Ricardolaverdad
Domingo, 8 de mayo 2011, 22:51
«¡Pues sí que le asustan las fotos a este tío!», se lamentó el fotógrafo de prensa. Corría el año 2000 y el reportero gráfico y un redactor de 'La Verdad' acababan de ser expulsados, con bastantes malos modos, de un locutorio de la calle Buenos Aires del barrio del Carmen de Murcia, al que sólo el azar les había conducido mientras preparaban un reportaje sobre la entonces incipiente presencia de negocios de magrebíes en esa zona. Cuando el dueño -un hombre joven, robusto, bien afeitado y con gafas- les vio entrar cámara y bolígrafo en ristre, agachó el rostro bruscamente, se lo cubrió con un brazo y comenzó a gritarles que se marcharan. «Joder, sí que se ha puesto borde el payo, sí», asintió el periodista a las quejas de su compañero, mientras abandonaban el modesto negocio.
No mucho tiempo después, el 23 de febrero de 2004, hacia las cinco de la tarde, un regimiento de guardias civiles pertrechados con chalecos antibalas, subfusiles de asalto y con los rostros encapuchados, asaltaba el citado locutorio para esposar a aquel hombre tan 'alérgico' a las fotografías. Moussa Laouar, que entonces contaba con 36 años, argelino de Setif, iba a abandonar esposado un local al que ya nunca más regresaría. Había sido detenido como sospechoso de formar parte del aparato de falsificación de Al Qaida, al igual que su compatriota y socio Khaled Madani, de 33 años, quien en ese mismo instante estaba siendo arrestado en Torrevieja. Más concretamente, ambos estaban señalados como responsables de haber facilitado a los miembros de la denominada y tristemente célebre 'célula de Hamburgo' los pasaportes y documentos falsos que les permitieron entrar en Estados Unidos y derribar, aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, las Torres Gemelas y la sede del Pentágono. Un acto criminal que se cobró más de 3.000 vidas y que cambió para siempre el mundo.
El asunto llegó a la Audiencia Nacional, a manos del juez Baltasar Garzón, y poco más volvió a saberse sobre la suerte de aquellos dos presuntos colaboradores de Al Qaida, que supuestamente habían tenido desde Murcia y Torrevieja una participación tan destacada en la organización del mayor acto de terrorismo de la historia.
¿Qué suerte han corrido Madani y Laouar? ¿Se confirmó o no su vinculación con Al Qaida? ¿Siguen presos o están en libertad? ¿Qué datos motivaron su detención? ¿Con quiénes de entre los allegados a Bin Laden habían podido llegar a tener contacto? El reciente fallecimiento del máximo líder de Al Qaida, abatido por fuerzas especiales de los Estados Unidos, parece un buen momento, al menos tan bueno como cualquier otro, para reflexionar sobre la huella que esta organización terrorista dejó en Alicante y Murcia sobre el papel que pudieron jugar, si es que jugaron alguno, los dos arrestados como supuestos colaboradores.
Para empezar, ¿qué desencadenó el arresto de Khaled Madani y de Moussa Laouar, y qué indicios o pruebas les vinculaban a Al Qaida y a los atentados del 11-S? Para responder a esa pregunta hay que remitirse a uno de los más relevantes miembros de la red: Ramzi Binalshibh.
Este yemení, máximo coordinador del atentado contra las Torres Gemelas, fue detenido en Pakistán justo un año después de su 'proeza' y conducido a Guantánamo. Allí habría confesado al FBI cómo preparó el colosal acto terrorista, en una cumbre celebrada en España con su líder de los pilotos suicidas, el egipcio Mohamed Atta. Murcia y Alicante, según los datos que aportó, tuvieron un papel trascendental en los preparativos.
La cumbre de Tarragona
Los informes que a lo largo de estos años han ido emitiendo los especialistas de diversos servicios de información (FBI, Guardia Civil, Embajada de Estados Unidos en Madrid -cables recientemente desvelados por Wikileaks-, policía alemana...), y que se han ido incorporando en muchos casos a las diligencias judiciales abiertas en la Audiencia Nacional contra presuntos terroristas relacionados con Al Qaida, desvelan que Binalshsibh y Atta, que habían vivido juntos en Hamburgo (Alemania), se reunieron durante dos semanas en Tarragona, en julio de 2001, para ultimar los detalles del atentado.
El 8 de julio, el egipcio llegó al aeropuerto de Barajas y al día siguiente alquiló un coche, un Hyundai Accent de color plata, con el que se desplazó al aeropuerto de Reus. Allí recogió al yemení. Esa noche, ambos compartieron habitación en el hotel Mónica de Cambrils.
Los servicios de información de la Guardia Civil han conseguido reconstruir los diez días que ambos compartieron en España, hasta el día 19 en que Mohamed Atta devolvió el coche alquilado. Todos los días, salvo los que van del 10 al 13, en que su pista se pierde. ¿Dónde estuvieron?
Del análisis del cuentakilómetros del Hyundai y del millar de kilómetros que realizaron en esos tres días, la Guardia Civil infiere que muy probablemente se dirigieron a Murcia, «por motivos relacionados con la planificación de los atentados y su inminente ejecución», recoge uno de los informes remitidos a la Audiencia Nacional.
La consideración no es gratuita. Durante los interrogatorios a que Binalshsibh fue sometido en Guantánamo, confesó que después de esa cumbre, el 5 de septiembre de 2001 -apenas seis días antes de que las Torres Gemelas fueran derribadas-, viajó a España de nuevo para hacerse con un visado falso que le permitiera salir de Europa y refugiarse en Kabul (Afganistán), antes de que el mundo enteró se estremeciera por la visión de los dos rascacielos convertidos en polvo. Y dio un nombre: Khaled El-Jaziri.
Para la Guardia Civil, Khaled 'El Argelino' no era otro que Khaled Madani, el hombre que compartía un locutorio en Murcia con Moussa Laouar. Ingeniero en óptica mecánica de precisión por la Universidad de Setif (Argelia) acumulaba además otros datos sospechosos en su contra, como el hecho de haber recibido el 16 de julio de 2001, tras la visita de Binalshsibh a España, un giro de 455 euros alemanes, que le fue enviado por Zacarías Essabar, otro de los miembros de la 'célula de Hamburgo'. Y más tarde, el 1 de septiembre, otro giro de 300 marcos, éste remitido por Kamel Lameche, igualmente integrante del grupo de terroristas que se constituyó en la ciudad alemana.
Todas estas circunstancias llevaron al juez Garzón a procesar a Khaled Madani, junto a otros seis argelinos -no a su compañero Laouar, quien había sido extraditado a Francia por tener varias reclamaciones-, acusado de un delito de integración en la banda terrorista Ansar Al Islam, encuadrada en Al Qaida, así como de un delito de falsedad con fines terroristas.
«El grupo en cuestión -sostenía Garzón- habría prestado apoyo logístico a Ramzi Binalshsibh y a otros miembros de Al Qaida relacionados con los atentados acontecidos el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y servirían, mediante el desarrollo de una red de falsificación de documentos, para proporcionar identidades falsas o documentación a otros miembros de la red para facilitar sus movimientos, su huida u ocultamiento o sus fines terroristas o su actuación dentro de organizaciones como Ansar Al Islam, bajo las órdenes de Ubu Musab Al Zarqawi».
El juez continuaba su exposición asegurando que «sus actividades aquí desplegadas (...) contribuyen decisivamente a vertebrar la red Al Qaida y sus grupos de apoyo en Europa».
'Pinchazos' anulados
Los cargos a los que se enfrentaba Madani no eran, pues, una minucia. Cuando, a los tres años de su detención y encarcelamiento (pasó la mayor parte de ese periodo en la prisión de Villabona-Asturias), se celebró la vista oral en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el fiscal solicitó para el presunto falsificador de Al Qaida una pena total de veinte años de prisión por los delitos de integración en organización terrorista, financiación de actividades terroristas y falsificación de documento con fines terroristas.
Llegados a este punto, la última pregunta que queda por contestar es si fue condenado y si continúa encarcelado. La respuesta: no. El tribunal declaró nulas las intervenciones telefónicas ordenadas por el juez Baltasar Garzón, al estimar que dictó los autos en un momento en que las sospechas contra los presuntos colaboradores de Al Qaida no pasaban de ser «meras conjeturas policiales sin expresión de las razones, suficientemente claras, que justifiquen la restricción de un derecho fundamental de tanta trascendencia para el ciudadano como el que garantiza el secreto de las comunicaciones».
Como las escuchas que llevaron hasta Madani fueron declaradas nulas, todo lo actuado a posteriori fue anulado igualmente. La sentencia fue absolutoria y el tribunal se preocupó de dejar «expresamente no probado que ninguno de los procesados formara parte, colaborara, coordinara o dirigiera ninguna célula o núcleo del grupo radical islámico, ligado a la red extremista de Al Qaida».
Madani fue excarcelado inmediatamente y regresó a su país natal, Argelia, donde reside actualmente, según ha confirmado su abogado, Luis Tuero Fernández. Aunque pidió una indemnización al Estado por el largo tiempo que estuvo encarcelado, su demanda fue rechazada. Khaled El-Jaziri, el sospechoso de haber jugado un papel relevante en la organización de los atentados, vive ahora libre de todo cargo.
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