Las chimeneas de Potasas, activas, en 1999. :: J. M. RODRÍGUEZ / AGM
CRÓNICA MENUDA (MENUDA CRÓNICA)

La batalla ambiental

GUILLERMO JIMÉNEZ

Domingo, 13 de marzo 2011, 01:58

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Vamos mejorando. ¿Quién duda que hoy el aire cartagenero es más respirable que el de antaño? Un antaño de medio siglo. Es una batalla ganada en una guerra seguramente interminable. El progreso de la industria dio muchos empleos y riqueza, hizo posible comprar muchas lavadoras y neveras en Avelino Marín Garre, en Juan Bernal Solano o en Bima, pero en el reverso de la moneda proporcionó excesivo trabajo a los neumólogos, los controladores de nuestros pulmones. Los doctores Pignatelli, Berlinches (Pilar), Latorre, Salvador Barrionuevo y tantos otros han constatado cientos de casos.

Cronológicamente y en telegrama: en 1950 empieza a funcionar Refinería de Petróleos en Escombreras; en 1960 se pone en marcha Española del Zinc; en 1962, Fertilizantes inaugura su unidad 12, y además están ASUR (Abonos Complejos del Sureste), Explosivos Río Tinto que se fusiona con otra empresa y finalmente acaba en Potasas y Derivados, del grupo Ercros.

Bajar los humos

Por la buena salud de todos, a Cartagena había que bajarle los humos y se ha conseguido en buena medida. Ejemplo: el SO2 (anhídrido sulfuroso) ha dominado demasiado años. El nivel máximo de 400 microgramos permitidos por metro cúbico se rebasó multitud de veces. Las narices de los ciudadanos han sido el mejor termómetro.

En 1975, hubo 57 días de superación del límite y el entonces concejal de Medio ambiente, José Miguel Hernández, determinó la adopción de un plan especial para combatir la contaminación. En los 70, no menos de siete industrias contaminaban en Cartagena. Se tomaron medidas de prevención en la salida de gases y emisión de partículas sólidas. La localidad fue declarada oficialmente ciudad contaminada y el Ministerio de Industria impuso un plan para combatir la suciedad del medio ambiente, comparable a la de Huelva y Bilbao.

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Dominaban entre los niños las enfermedades bronco-pulmonares y la doctora Elvira Ramos ya hablaba de 'síndrome cartagenero'. Son tiempos en que nadie controlaba los niveles de contaminación y nadie conocía con exactitud cuáles eran los niveles de azufre del Valle de Escombreras, zona en la que vivían 5.000 personas.

Bien estuvo que a partir de 1979 la sociedad minera metalúrgica Peñarroya invirtiese 700 millones de pesetas en medidas y aparatos que evitasen, disminuyesen o dispersasen el desmadre de la contaminación por sulfuroso. José Luis Rebollo era su director. Construyeron una chimenea de 100 metros de altura, que costó un millón de pesetas por metro y liberó los gases derivados de la extracción de plomo. Y U.E. Río Tinto, con su director Francisco Doblas al frente, invirtió 91 millones en medidas similares que todo el mundo aplaudió.

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Las quejas de Machín

Ya en su última visita profesional a Cartagena el cubano Antonio Machín, el de los angelitos negros, dijo claramente al conserje del hotel en el que se alojaba: «Yo aquí no vuelvo a cantar». A Machín le subyugaban los bocadillos de calamares del Bar Taibilla, pero no soportaba el aire irrespirable de la ciudad. Y Machín, en efecto, no volvió, entre otras cosas porque falleció, seguramente por algo ajeno al sulfuroso.

Surgen a posteriori los primeros estudios serios respecto a la contaminación atmosférica, que de buena mañana llenaba de 'boria envenenada' la imagen de la ciudad.

Para conocer la incidencia en la mortalidad, se colocó a trabajar hacia el año 1992 a los expertos José Jesús Guillén Pérez, del Servicio de Salud, F. Guillén Grima, F. Medrano, J. Tortosa, L. García Marcos, I. Aguinaga, J.C. Ñíguez Carbonell y otros. Se estudió la incidencia del asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica en urgencias hospitalarias. También estaban en la batalla los profesores Joaquín Moreno Clavel, Moreno Grau y Enrique Jiménez Torres.

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El problema había llegado a extremos de que determinados colegios públicos, como los de Santa Lucía, Los Mateos, Virgen del Carmen, Mastia, Arévalo y otros recibían órdenes para que los nenes no salieran al recreo.

En octubre de 1987 hubo un importante brote epidémico de asma coincidiendo con la descarga del barco 'Federal Maas', cargado de grano de soja. Fueron identificados 16 casos graves y un fallecido. Hubo trabajo a destajo para la sección de Alergia del Rosell, que recayó en los doctores Francisco Caravaca, José Carreira, Juan Carlos Casado, Fernando Galvañ, Lauro Hernando Arizaleta, María Isabel Montero, Lidia Zapatero, Ángel Rodríguez, José Manuel Sebastián Raz y Mercedes Márquez Capellán.

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Hoy, Escombreras y tráfico

El cierre escalonado de fábricas que enviaron al desempleo a centenares de trabajadores se tradujo en unos índices de contaminación llevaderos, dentro de lo que cabe. Ahora hay una contaminación más débil, pero que no cesa: la del tráfico.

En 2006, Ecologistas en Acción salieron de la trinchera y denunciaron que se habían triplicado los valores del límite de contaminación. Por ley se admite se admite un máximo de 35 días al año con picos contaminantes, y en realidad a día de hoy se dan anualmente 86 superaciones en Escombreras.

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