Burro grande, ande o no ande
«¿Es cierto que el tamaño no importa? Vamos a centrarnos, ¿es que va a ser lo mismo un montón de pequeñas mentiras que una mentira muy grande?»
MAR & CLEO mar.cleo@yahoo.es
Sábado, 29 de enero 2011, 04:30
Creo que ya iba siendo hora de que alguien aclare la famosa historia de que si el tamaño importa o no. Cuando unos dicen: «No importa el tamaño». Todas contestamos: «¿Cómo que no importa?, ¿Quién te ha dicho a ti eso?» Vamos, que hay que seguir dándole la razón al refranero: «Burro grande, ande o no ande».
Yo soy de las que cuando se plantea este debate, siempre contesto lo mismo: Depende&hellip Por ejemplo, que voy y me compro un coche nuevo, pues tengo claro que tiene que ser un coche grande, que a mí los miniutilitarios no me van. ¿Que luego no puedo aparcar? Pues mira, nadie es perfecto. Qué se le va a hacer. Pero yo me bajo de mi súper cochazo la mar de contenta, por eso, porque el tamaño sí me importa.
Pero para otras cosas soy todo lo contrario. Cuando de detalles se trata, entonces prefiero que sean pequeñas gotas, pero que me calen bien dentro. No cambiaría por nada del mundo un piropo gracioso, por un largo poema pastelero. Ni un guiño de tus ojos, por un repaso de arriba abajo con cara de salido. Y desde luego, un te quiero directo al corazón, por miles de indirectas sin fundamento, como diría Arguiñano.
¿Es cierto que el tamaño no importa? Vamos a centrarnos, ¿es que va a ser lo mismo un montón de pequeñas mentiras que una mentira muy grande? La verdad es que en este caso no sé decidirme. Oye, que no hay cosa que más daño me pueda hacer, que descubrir en mis propias narices y de sopetón que me han estado engañando, porque digo yo que esto de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, con perdón para los cojos, me parece a mí que está un poco pasado de moda. Vamos, que hay verdaderos profesionales, capaces de construir de la nada, una gran verdad. Bueno, y si me pongo a hablar de las partes del cuerpo, pues acabáramos&hellip
Empezando primero por nosotras, las féminas. Cuando somos adolescentes ¿quién triunfa más? Pues la que las tiene más grandes; y claro, yo venga a meterme relleno y, siempre que no se llegara a mayores, daba el pego perfectamente. Pero cuando por fin la naturaleza me dotó de mi sueño dorado, entonces empezó la lucha contra la puñetera ley de la gravedad del señor Newton: que si al gimnasio para fortalecer lo músculos, que si sujetadores 'push-up', de ésos que te las levantan hasta el cuello si quieres&hellip
Y por último, llega la hora de hablar del tamaño que tanto preocupa a los hombres. Y el caso es que si ellos supieran que nosotras, así, a simple vista, somos incapaces de calcular a ojo ninguna medida. Vamos, que eso de que me faltan veinte centímetros para que me choque con el de atrás, a mí plin. Porque es una medida de lo más abstracta, y no me extraña, como durante toda mi vida me han hecho creer que veinte centímetros era lo que yo luego veía&hellip
Para ser sincera, sí que nos importa el tamaño. Es cierto que la cirugía puede ponernos aquí lo que nos sobra de allí, pero nada más. ¿Es que nadie se ha dado cuenta aún, que el verdadero tamaño que cuenta es el del corazón? Para qué quiero tener los labios de Esther Cañadas, si con tanta silicona no siento cómo que te derrites con mis besos.
Yo quiero tener los brazos muy largos y así poder rodearte con ellos y que notes cómo mi pasión te aprieta, te envuelve y te deja sin aliento. Y quiero que tú también tengas los brazos muy largos y fuertes y que me abraces mientras cierras los ojos y me hagas sentir cuánto me quieres.
¡Ay el tamaño! «Los tienes más grandes», le decían al más valiente y lanzado de la pandilla, «Los tienes pequeños o qué». O «Vaya par de&hellip más grandes que tiene aquella» ¿Hay alguien que aún se atreve a decir que el tamaño no importa?
Yo quiero a alguien que tenga su justo tamaño. Que se note sin asustar, que se sienta sin preguntar, que me haga feliz sin tener que esperar. Así es como a mí me gusta el amor, grande para que no se gaste nunca, pero chiquitillo para que me lo pueda llevar a cualquier sitio y no lo pierda jamás.
Y sobre todo, pienso ir saboreándolo poco a poco, con pequeños sorbos, nada de zampármelo de un solo trago, que de malos tragos ya estoy bastante servida. Y eso sí, a vivir a lo grande, a disfrutar de las pequeñas cosas y no olvidar nunca que si el tamaño no va acompañado de un gran corazón, es como aquello del burro grande, ande o no ande&hellip
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.