ANTONIO SORIANO
Domingo, 14 de noviembre 2010, 02:34
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El arte mudéjar tuvo importancia en la Lorca del Renacimiento, pero las distintas muestras que existían, en especial en techumbres de capillas y ermitas, han desaparecido y sólo queda algún pequeño resto. Un estudio sobre este tema, firmado por María Teresa Belda y María Teresa Marín, publicado en la revista Clavis, recogía información sobre algunas de esas techumbres mudéjares lorquinas.
El convento de la Merced, también conocido como de Santa Olalla, fundado después de la conquista, contó con una techumbre de madera en la capilla mayor. Era ochavada de cinco paños, según recogen los documentos de la época. Se encargó al carpintero Francisco Fernández y a su hijo Bartolomé y se concretaron todos los detalles de la misma.
Esa capilla fue vendida en 1547 al doctor don Juan García de Alcaraz, tras un largo proceso de negociaciones con los frailes, que finalizó un año después. En la venta entre García de Alcaraz y el comendador del monasterio Fray Andrés García, se especificaba que la capilla sería para él y sus herederos o personas que él quisiera.
Se trató de una cubierta importante, desaparecida quizás tras el periodo de desamortización del siglo XIX, vendida o destrozada su madera a mediados de este siglo. Al parecer, la iglesia y convento tuvieron importantes reformas a finales del XVII e inicios del XVIII, pero no se ha podido precisar documentalmente si afectaron a la techumbre. Algunos expertos apuntan que la techumbre mudéjar de la Merced fue parecida a la que existe en la iglesia de Santiago y en La Santa, ambas en Totana.
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Otra techumbre mudéjar se sitúa documentalmente en el convento de Santo Domingo, ya desaparecido. Existe un contrato para su realización con el carpintero Esteban Riberón, por encargo de la cofradía de la Santa Vera Cruz y Sangre de Jesucristo, pero todo parece indicar que no llegó a realizarla pues, en 1565, los mayordomos cofrades y el carpintero dejaron sin efecto ese compromiso anterior.
La ermita de San Lázaro es otro de los templos en que existió un artesonado mudéjar y, en este caso, queda una pequeña muestra del mismo. En la actualidad esa ermita, situada en la ladera del Castillo, es una ruina casi total. Varios estudiosos se interesaron por este templo, del que se pensaba era uno de los edificios más antiguos de Lorca.
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Para Muñoz Clares pudo ser un templo votivo levantado, probablemente, en la primera mitad del siglo XV. Su edificación, según esta tesis, vendría motivada a raíz de alguna epidemia o enfermedad acaecida en aquella época y de ahí su dedicación a San Lázaro.
Muñoz Clares alude a una ampliación en la segunda mitad del siglo XVI, cuando se realizó el artesonado mudéjar. La única muestra que se conserva está en el Fondo Cultural Espín, de la CAM, y fue rescatada por el cronista oficial de la ciudad e investigador histórico Joaquín Espín Rael. Se trata de fragmentos de dos vigas con restos del artesonado de madera correspondiente al almizate con estrellas, que son como los de la iglesia de Santiago en Totana.
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Hay noticias de otras reformas en el siglo XVII y, siguiendo la tendencia de la época barroca, parece que se reestructuró el interior cubriendo los artesonados mudéjares con bóvedas en cal, enluciéndose las paredes. La ermita fue desmantelada y expoliada en la década de los años 30.
Otra antigua ermita que incorporó el arte mudéjar fue la de Santa Quiteria. Se tiene noticia de que su techumbre se terminó entre 1577 y 1578 y fue realizada por el carpintero Esteban Riberón, que en esa época había hecho otras techumbres similares.
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Queda constancia documental de otra techumbre en la ermita de Santa María de Gracia, realizada en el año 1593 por el carpintero Alonso Sánchez. Algún estudioso describe la iglesia como de una sola nave abovedada de crucería, en la que lo más importante del conjunto era el coro de las monjas, antiguamente utilizado como sacristía. Hay constancia de que la techumbre sufrió reformas en el último tercio del siglo XVI y varias más con posterioridad, especialmente en el siglo XIX para acoger a las monjas de las Siervas de María y también en la guerra civil para escuelas.
No sólo se realizó carpintería mudéjar para edificios religiosos, sino que la arquitectura civil también contó con este tipo de techumbres. En las casas de la Aduana existió una armadura de par e hilera, en la que trabajó también Alonso Sánchez.
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El caso es que, como ha ocurrido con otras muchas muestras artísticas de la ciudad, no ha quedado nada más que el recuerdo.
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