La investigación en torno al caso de la mujer que ha sido acusada de matar a golpes a su compañera de piso en Puerto de Mazarrón no ha hecho más que empezar. La sospechosa, Cristina A. M., que afronta un presunto delito de homicidio, guarda aún un as en la manga que desplegará en su próxima declaración ante el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Totana. Según explica su letrado defensor, Eduardo Romera, la acusada no reveló, durante su primera comparecencia ante la juez, un dato que no es nimio y que supuestamente se encuentra en el centro del caso. Cristina A. M. asegura que mantenía una relación sentimental con el marido de su compañera de piso, una situación que la propia víctima conocía.
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Este trío amoroso –que el marido de la víctima ha asumido también–, incidió, provocaba en ocasiones disputas entre ellos. La sospechosa, sin embargo, sostuvo ante la juez que la noche en que supuestamente propinó a su compañera de piso los golpes que acabarían con su vida –algo que ella descarta– ambas habían discutido por la limpieza de la casa.
Una maltrecha vivienda de dos plantas en la avenida José Palacios de Puerto de Mazarrón esconde todas las respuestas a este intrigante crimen. Bajo el techo de esa vivienda, malvivían Diana, de 60 años, junto a su novio, Alfonso, y la que se acabaría convirtiendo en su presunta homicida, Cristina, de 52 años, actualmente en prisión provisional. La noche del pasado 14 de junio se inició una discusión entre ambas mujeres en el interior de la vivienda, en el transcurso de la cual Cristina, presuntamente, le propinó a Diana diversos golpes por los que acabaría ingresada en el hospital Santa Lucía de Cartagena con numerosos traumatismos y varias costillas rotas. El 20 de junio, solo seis días después, falleció.
«Aquella noche llegué y comenzamos a hablar del tema de la limpieza», explicó Cristina en su declaración ante la instructora, a la que LA VERDAD ha tenido acceso. «Empezamos a gritarnos un poco y a cogernos de las manos».
La presunta homicida padece una discapacidad de cerca de un 70%, en base a diversos trastornos mentales. Una realidad que, explicó ante la juez, combate a diario con un buen número de pastillas. Aquella noche, asegura, había mezclado esos fármacos con cerveza y ese cóctel hace que sus recuerdos de lo ocurrido sean bastante difusos. «Luego, me caí en su espalda».
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Cristina explicó a la instructora que, además, esos hechos se produjeron en una de las habitaciones de la casa en la que la luz estaba estropeada y que, en ese momento, estaba presente Alfonso, el novio de la víctima y su supuesto amante. «Según él me dijo, ella se había dado con una mesilla». La sospechosa remarcó que su compañera de piso tenía múltiples dolencias. «Ella decía que tenía los huesos muy flojos», explicó. «Sufría también mareos. A veces se caía al suelo y yo la recogía». Cristina incidió en que la relación entre los tres, viviendo bajo el mismo techo, no era mala. «Hemos tenido nuestras cosas, pero no graves», remarcó. «A veces nos hemos cabreado, algún empujón, un insulto... pero cosas normales». La sospechosa, según avanza su defensa, sí sostendrá ante la jueza que ambas mujeres recibían malos tratos por parte del varón.
Tras el traslado de Diana al hospital cartagenero, explica la presunta homicida, ella y el novio de la víctima mantuvieron contacto telefónico con ella. «Nos dijo que le iban a dar el alta en dos días», remarcó. «Íbamos a subir a verla». Cristina incidió incluso, ante la magistrada, en la sorpresa que supuso su fallecimiento. «Pensaba que se iba a poner bien». Sin contener el llanto, hizo hincapié en que, en ningún momento, trató de quitarle la vida. «Yo la he querido como si fuera mi hermana», recalcó. «No soy ninguna asesina».
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El abogado Eduardo Romera, que ha asumido recientemente la defensa de la presunta homicida, ya está trabajando para solicitar al juzgado un informe sobre la imputabilidad de su cliente. Con una discapacidad de casi un 66%, esta parte considera que esta será una de las cuestiones que deberán determinarse en los próximos meses. Romera ha reclamado, además, que se realice una prueba tóxico capilar de Cristina A. M. para determinar hasta qué punto había consumido fármacos y alcohol la noche en que presuntamente se produjo la agresión que acabó con la vida de la víctima. La Policía Judicial de la Guardia Civil, mientras tanto, ha tomado fotografías del estado de las manos de la sospechosa, que posee antecedentes por diversos delitos de lesiones, amenazas y violencia doméstica. Los investigadores analizarán, además, los restos hallados en las uñas de la sospechosa –para cotejarlos con la víctima– y la sangre que apareció en su ropa.
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