La impresionante impulsión de Altomira de la presa de Bolarque, en la cabecera del Tajo, donde nace el Trasvase. CIEN AÑOS DE LA CUENCA DEL SEGURA

Trasvase Tajo-Segura: 40 años sobre aguas turbulentas

La infraestructura 'celebra' su aniversario mientras se enfrenta al mayor desafío de su historia. El acueducto que ha sido un maná para el Levante y España sigue luchando por su futuro. Es la obra que nunca conoció la paz

Domingo, 24 de marzo 2019, 08:01

Con total sigilo y sin inauguración oficial, las primeras aguas del Tajo entraron en la cuenca del Segura el 31 de marzo de 1979. Una de las mayores y más complejas obras de ingeniería hidráulica de España y Europa se culminó y puso en funcionamiento en plena Transición democrática; y ya entonces estuvo rodeada por una polémica política y territorial que la ha acompañado en sus 40 años de vida. El maná del Trasvase transformó por completo el perfil socioeconómico de la Región de Murcia, el sur de Alicante y Almería, cuando la emigración arrancaba de sus hogares a miles de personas; garantizó el suministro de agua a 2,5 millones de habitantes; alumbró una agricultura moderna; y le dio respiración medioambiental a la cuenca del Segura. El Tajo-Segura lleva por bandera todos los colores políticos: lo propuso un socialista durante la Segunda República; inició su construcción un democristiano durante el régimen de Franco; y lo concluyó un liberal en el gobierno de Suárez.

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El Trasvase ha visto adelgazadas sus costuras a golpe de leyes, dentelladas políticas y el impacto del cambio climático. De los 600 hectómetros anuales previstos inicialmente, la media trasvasada es de 330 para la población y los regadíos. Fallaron las previsiones -en una segunda fase se pensó trasvasar hasta 1.000 hectómetros- debido a un desplome de las aportaciones que coincidió precisamente con los primeros años de funcionamiento del acueducto. No obstante, las transferencias realizadas hasta ahora, casi la mitad de los cálculos iniciales, mantienen un sector agroalimentario de vanguardia, miles de empleos, y una fuerte contribución a la economía española.

La guinda a los nubarrones la acaba de poner la sentencia del Tribunal Supremo sobre los caudales ecológicos del Tajo, que anima a quienes pronostican y exigen el final del canal. Frente a los detractores, el presidente del Sindicato de Regantes del Trasvase, Lucas Jiménez, sostiene que el fallo refuerza jurídicamente el Tajo-Segura porque rechaza todas las pretensiones de los demandantes contra el acueducto. En este escenario, los regantes conmemoran los 40 años recabando de nuevo el apoyo de la sociedad del Levante.

La gran apuesta de Garrigues

El Trasvase nunca ha vivido en paz, siempre ha estado a la defensiva, incluso antes de mandar los primeros caudales al Segura, que coincidió con la investidura de Adolfo Suárez. Fue el ministro Joaquín Garrigues Walker, diputado de UCD por Murcia, quien dio la orden de poner en marcha la imponente impulsión de Altomira en la madrugada del día 29. Cuentan las crónicas que sin la intervención de Garrigues no se habría dado este paso en esos momentos tan difíciles en los que la obra, ya terminada, era 'cañoneada' por varios flancos y recibía poco calor en las instancias oficiales.

Los defensores de la obra acariciaron la idea de que fuera inaugurada por el Rey, pero no pudo ser. «Nadie quería ser el padrino de la nueva criatura de padre dictador», escribió Mirón reflejando el clima político y social de la época. La obra fue ejecutada en gran parte por el anterior régimen, pero el proyecto nació y se planificó hasta el milímetro en la Segunda República, como sucedió con otras infraestructuras hidráulicas. De hecho, siempre que se alude a la gestación del Trasvase sale a colación el discurso del ministro socialista Indalecio Prieto en Alicante, en el año 1933, cuando llamó a los servidores de la República y a todos los partidos y estamentos a apoyar la obra. Y quienes no lo hicieran serían «unos miserables traidores a España», proclamó.

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Obras del postrasvase de Ojós.

El proyecto alumbrado por el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo fue rescatado treinta años después, cuando Francisco Franco inauguró los embalses del Cenajo y Camarillas. Los ingenieros y defensores del acueducto, como Florentino Briones y Rafael Couchoud, aprovecharon la visita para exponerle el antiguo proyecto de la República. Franco pronunció dos palabras en un intervalo de cuatro años: «Estúdiese» y «Hágase». La primera para ordenar los estudios, y la segunda para iniciar las obras, tras comprobar el beneficio que reportaría, entre ellos el riego de 130.000 hectáreas altamente tecnificadas.

Sin honores oficiales

Sin honores oficiales y casi a escondidas, el Trasvase 'rompió aguas' a la 5 de la tarde de aquel 31 de marzo entre los aplausos de unas 200 personas que presenciaron la llegada de los primeros cinco hectómetros, mayoritariamente técnicos de la Confederación Hidrográfica del Segura y de las empresas constructoras. Ana Perea, mujer del ingeniero director de la CHS Enrique Albacete -recién jubilado como máximo responsable del organismo, al que sucedió José Bautista- lanzó una botella de champán contra un muro de hormigón para simbolizar la botadura. Posteriormente vertió en el canal un botellín de agua bendita.

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Ana Perea lanza una botella de champán para recibir las aguas en 1979, camino del Talave. FOTOS: 'Una empresa de Estado', 'Cien años de la Cuenca del Segura' y 'Sesenta años de la Cuenca del Segura'.

Entre los asistentes estaba el ingeniero de las obras y reconocido escritor Juan Benet, junto con Jaime Nadal Aixalá, director de construcción, y otros técnicos, cuenta Mariano Pelegrín Garrido en su libro 'Sesenta años de la cuenca del Segura'. La comitiva se repartió entre el parajes de Los Anguijes, al sur del Albacete, y la salida del Talave.

El túnel que los separa, de 32 kilómetros, fue la piedra angular de un cordón umbilical de 292 kilómetros que une el Sistema de Entrepeñas y Buendía, conocido como el 'Mar de Castilla', con la cuenca del Segura. La perforación del Talave fue un récord europeo de túneles hidráulicos, y su ejecución fue una auténtica odisea, hasta el punto de que pudo naufragar todo el proyecto debido a las dificultades técnicas: había 75 fallas con filtraciones de agua, una de las cuales, llamada 'la Gloria', se tragó la perforadora 'Robin'. Joaquín Garrigues consiguió otra máquina para terminar el túnel, recuerdan Manuel Mirón y Joaquín Ezcurra, que era entonces ingeniero jefe de explotación del regadío tradicional.

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Fraga frenó a los suyos

El acueducto se completó en plena Transición democrática, con un fuerte rechazo de los políticos de Castilla-La Mancha, dudas en las altas esferas y mucha polémica en el Congreso de los Diputados, donde se creó una comisión para el estudio y control del Trasvase, cuyo objetivo no declarado era en realidad dejar el proyecto en vía muerta. El Tajo-Segura no las tenía todas consigo y pudo quedarse como una obra finalizada y sin uso. Manuel Mirón relata el cara a cara que hubo entre Joaquín Garrigues, ministro de Obras Públicas, y el diputado socialista Gregorio Peces Barba, que se interesó por la filosofía del Trasvase y las obras de compensación.

En la ley de Aprovechamiento Conjunto, la cuenca del Tajo disponía de una larga lista de obras hidráulicas entre las que destacaba la depuración de las agua residuales de Madrid, y en especial las del Jarama que desembocan cerca de Aranjuez y circulan hacia Toledo. Era un problema de fácil solución, y con presupuesto, que aún no se ha resuelto, aunque parezca increíble.

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Licinio de la Fuente, diputado de Alianza Popular por Toledo, pidió la derogación de la primera ley del Trasvase del año 1971 y mayores compensaciones. Exigió que antes de trasvasar, se ejecutaran las obras en el Tajo, lo cual equivalía a neutralizar el acueducto. El envite llegó al extremo de que obligó a intervenir a Manuel Fraga para frenar a su diputado, proclamando que AP «desea el Trasvase cuanto antes».

La obra también atrajo el foco nacional, y memorable fue el programa de 'La Clave' de TVE con un cara a cara de alto voltaje entre políticos murcianos y valencianos, por una parte, y manchegos y extremeños por otra. Murcia estuvo representada por quien fue su presidente preautonómico, Antonio Pérez Crespo, y por José Salvador Fuentes Zorita, que se batieron el cobre.

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De Suárez a Sánchez

Con sus vicisitudes y quebraderos de cabeza, el acueducto siempre ha estado en la agenda de todos los presidente del Gobierno y los líderes políticos nacionales. El común denominador es que todos han apostado -con mayor o menor intensidad y convencimiento- por su mantenimiento, conscientes de la importancia que tiene para el país. Dicho de otra forma, ninguno abogó por cerrarlo, pese a tener medios y escaños para hacerlo. Después de la etapa de UCD, el Gobierno de Felipe González mantuvo las transferencias al Segura, pese a la fuerte oposición del dirigente castellano manchego José Bono, acostumbrado a ganarle los pulsos al Ejecutivo, como sucedió con la recuperación del parque de Cabañeros y los cambios en la autovía Madrid-Valencia a su paso las Hoces del Cabriel. Felipe González y José Borrell autorizaron incluso un trasvase 'in extremis' en 1995 para el regadío pese a que la cabecera del Tajo tenía los niveles más bajos de su historia. En ese periodo, Borrell no pudo sacar adelante un plan hidrológico que interconectaba todas las cuencas. En la etapa de José María Aznar se alcanzó por primera y única vez los 600 hectómetros máximos anuales y se produjeron las mayores transferencias gracias a un ciclo húmedo de lluvias. En paralelo, aprobó el PHN con el Trasvase del Ebro, que fue apoyado incluso por el gobierno de Castilla-La Mancha porque descargaba la presión sobre el Tajo. La idea era combinar ambos trasvases, pero el gobierno de Rodríguez Zapatero eliminó las transferencias del Ebro vía decreto y frustró dicha planificación, apostando por las desaladoras.

Zapatero hizo que se acentuara el rechazo de Castilla-La Mancha al Tajo-Segura, y también recibió las quejas de los regantes del acueducto durante una visita a Lorca, a los que tuvo que apaciguar después la vicepresidenta Fernández de la Vega. La ministra Cristina Narbona, partidaria de las desaladoras, apostó también por el Trasvase, lo cual le valió un fuerte enfrentamiento con su compañero de filas José María Barreda. Cuando el PP volvió al Gobierno de la mano de Mariano Rajoy, no rescató el Trasvase del Ebro, pese a las promesas, debido al fuerte rechazo de los populares de Aragón. María Dolores de Cospedal pactó con Valcárcel el Memorándum que elevó la reserva no trasvasable a los 400 hectómetros a cambio de seguridad jurídica. No obstante, las leyes están para cambiarlas, como se ha comprobado en la historia del acueducto.

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Finalmente, Pedro Sánchez proclamó el año pasado, siendo líder de la oposición, que había que poner fin a los trasvases. Luego matizó, aunque puso de ministra a Teresa Ribera, que no ha ocultado su deseo de cerrar el acueducto o dejarlo en la mínima expresión. Hasta ahora, es la única ministra de España abiertamente contraria al Trasvase.

El granero de los votos

El Tajo-Segura, como emblema trasvasista, ha sido utilizado por unos y otros, aquí y allá, como un granero de votos. El papel que juega el acueducto transciende a los beneficios que reporta, incluido del medioambiental. Es un modelo en el que prima el precio del agua y la recuperación de costes, elementos reflejados en varios análisis técnicos de la época que se anticiparon a la Directiva Marco del Agua. Trajo una nueva cultura. Pagar por el agua no era habitual, de hecho, el precio inicial fijado para el Trasvase, de 4 pesetas el metro cúbico para el regadío y 8 para los abastecimientos, fue muy protestado por las comunidades de regantes beneficiarias de esas aguas. Mientras tanto, la población ha soportado con resignación los sucesivos aumentos de las tarifas, que han 'encumbrado' a la Región de Murcia al top del agua más cara de España debido a la desalación.

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El Tajo-Segura tuvo un coste de 30.076 millones de pesetas, según cifras del año 1997, más del doble de lo presupuestado cuando se aprobó el proyecto en 1968. La mitad de esa cantidad correspondió a las obras del postrasvase, los dos canales que nacen en el Azud de Ojós y se ramifican hacia Cartagena y la Vega Baja, y a Lorca y Almería. En aquella época, solo la Siderúrgica de Sagunto y la central nuclear de Lemóniz superaron en coste al Trasvase, según el libro que editaron la Caja de Ahorros Provincial de Murcia y la Cámara de Comercio en 1978.

Junto a las tribulaciones de las obras, hubo que sortear las financieras, de tal forma que fue decisivo un préstamo de la banca alemana de 200 millones de marcos. Alemania visualizó con claridad que España ingresaría en la UE, y que las frutas y hortalizas de la Región entrarían con fuerza en su mercado. Después de 40 años, el Trasvase se encuentra en su mayor encrucijada, y con el déficit del Segura sin resolver.

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