Vaya por delante que la sorpresiva moción de censura de Cs y PSOE contra la presidencia de López Miras, por mucho que haya causado una ... enorme sacudida a escala nacional, es una acción plenamente legítima dentro del normal funcionamiento de un régimen parlamentario. Es más, la aparatosidad y excepcionalidad de este instrumento insufla vitalidad a unas cámaras legislativas que languidecen carentes de todo protagonismo. Pero también es verdad que, como desgraciadamente sabemos muy bien, no vivimos tiempos precisamente de normalidad. ¿Se justifica una operación de derribo a un gobierno del que hasta ahora se ha formado parte en una época tan convulsa y en mitad de una pandemia tan difícil de controlar? Y siempre que no haya un 'tamayazo' que la frustre.

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Es evidente que para el Partido Popular la jugada de Ciudadanos es temeraria además de traicionera, aunque resulte difícil de creer que López Miras conoció con antelación la operación a través de un espía infiltrado en las filas naranjas sin que haya hecho nada para contrarrestarla «por responsabilidad». Sobre todo, porque su compañera Díaz Ayuso se lanzaba mientras tanto a convocar unas elecciones, pese al anuncio de Cs de que esta maniobra se circunscribía exclusivamente a Murcia. Quien ya se está frotando las manos es Vox. Entre lo que presenta como la deslealtad traicionera de Cs, que le dejaría inhabilitado como futuro socio fiable de gobierno, y el tancredismo demostrado por el PP de Casado y López Miras, los de Abascal se sienten más fuertes que nunca y exigen a gritos la celebración de elecciones allí donde los dos partidos anteriores siguen gobernando juntos. Por su parte, para el PSOE se abre una excelente oportunidad justo en el momento en que sus apoyos comenzaban a debilitarse y sus perspectivas de llegar algún día al Gobierno regional se desvanecían. Ahora tiene por delante dos años para llegar a las siguientes elecciones desde el control de la Administración regional y, a poco que la gestión del nuevo gobierno no sea un desastre, podrá capitalizar casi en solitario todos los éxitos que puedan cosecharse.

¿Y Ciudadanos? Veremos, pero como no demuestre fehacientemente que ha existido una justificación inequívoca y poderosa para romper el Gobierno en un contexto tan delicado, esta decisión tan audaz de quien ya no tiene nada que perder podrá ser su final definitivo. De momento, los contratos presuntamente irregulares del Ayuntamiento de Murcia y la resistencia del PP a dar a conocer la lista VIP de los vacunados, no parecen razones con el peso suficiente como para fundamentar tan arriesgada operación, a salvo de conocer algún detalle con la carga de profundidad precisa.

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