Juan Cuenca y Valentín Ion, durante el juicio.

El Supremo rechaza que los dos asesinos del matrimonio Visser deban cumplir 'solo' 25 años

Tumba el criterio de la Audiencia y el TSJ de la Región y fija el límite de cumplimiento de la condena en 34 años para Cuenca y el rumano Ion

Viernes, 5 de junio 2020, 01:56

Juan Cuenca, el antiguo gerente del club de voleibol Murcia 2002, y el ciudadano rumano Valentín Ion, condenados por los asesinatos y el posterior desmembramiento de la pareja holandesa ... formada por Ingrid Visser y Lodewijk Severein, ocurridos en una casa rural de Molina de Segura en 2013, deberán cumplir finalmente los 34 años de prisión que les fueron impuestos, sin que puedan beneficiarse del tope máximo de 25 años que les fue fijado por la Audiencia Provincial de Murcia al decidir el modo de ejecutar la sentencia. La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo acaba de decidirlo así en una sentencia, que acaba de ser notificada y en la que se estima el recurso de casación presentado por el Ministerio Público por una infracción de ley, que ha sido reconocida.

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Con esta resolución, a la que LA VERDAD ha tenido acceso, cualquier cálculo de penas que se establezca sobre Cuenca e Ion a la hora de conseguir algún tipo de beneficio penitenciario, para acceder a los permisos de salida o para obtener el tercer grado, deberá realizarse sobre esa base de los 34 años de prisión, lo cual supone un duro contratiempo para ambos.

El debate sobre el tiempo máximo de cumplimiento surgió entre las defensas de los implicados en el doble crimen y el Ministerio Público cuando la Audiencia Provincial de Murcia, al ejecutar la sentencia, dictaminó que el artículo 76.1 del Código Penal permitía fijar en 25 años el tiempo máximo de reclusión. Este cálculo lo hacía teniendo en cuenta que las penas por los dos asesinatos se habían reducido ya de manera muy sustancial al apreciarse la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas, como muy cualificada, de manera que en vez de imponerles condenas de hasta 25 años por cada asesinato se habían quedado reducidas a 'solo' 17 años por muerte.

La sentencia del Alto Tribunal condicionará el acceso de los dos autores del crimen a beneficios penitenciarios como permisos y tercer grado

El mencionado artículo establece que el Código Penal permite fijar en un máximo de 25 años el cumplimiento de las penas por dos o más delitos castigados por ley con hasta 20 años, lo cual en apariencia permitía hacer una rebaja. Pero la fiscal del caso, Verónica Celdrán, alegaba que se había producido una infracción de ley en la aplicación de la norma, ya que el asesinato está castigado en realidad con entre 20 y 25 años, por más que la circunstancia de las dilaciones indebidas hubiera motivado una sustancial rebaja. De esta forma, razonaba, el límite máximo de cumplimiento para Cuenca y para Ion debía establecerse en 40 años o, por serles más favorable el cálculo, en los 34 años a los que en suma fueron condenados.

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La cuestión, por muy técnica que fuera, no era nimia en absoluto, pues ambos condenados se estaban jugando nueve años más o menos de cumplimiento de penas, con todo lo que ellos implica.

Ahora, en una sentencia de la que ha sido ponente el magistrado Andrés Palomo del Arco, el Supremo otorga la razón íntegramente al Ministerio Fiscal y establece que las dilaciones indebidas son solo circunstancias ajenas a la estructura del tipo delictivo, es decir, al núcleo del delito en sí, y que en ningún caso deben tenerse en cuenta a la hora de fijar el límite máximo de cumplimiento. De ahí que anule el cálculo que realizó en su día la Audiencia Provincial de Murcia y que, más tarde, fue avalado incluso por la Sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Región de Murcia (TSJRM).

Citaron a la pareja enun alojamiento rural de Molina de Segura, donde fue machacada a golpes

La exjugadora de voleibol Ingrid Visser y su esposo Lodewijk Severein fueron asesinados en mayo de 2013, mientras se encontraban de visita en Murcia para que ella se sometiera a unas pruebas de control de un tratamiento de fecundación in vitro. Ambos fueron citados en una casa rural de Molina de Segura por parte de Juan Cuenca, quien debía dinero a Lodewijk y le había manifestado que iba a abonárselo.

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Lo que ocurrió en realidad es que la pareja fue asesinada a golpes por Cuenca y el rumano Valentín Ion, y sus cuerpos fueron descuartizados y trasladados a un huerto de limoneros de la pedanía murciana de Alquerías, donde fueron enterrados. Otro ciudadano rumano que se encontraba en el lugar del crimen, y que estuvo acusado como supuesto autor de dos asesinatos, acabó siendo exculpado de los crímenes, pero se le condenó a cinco meses de prisión por encubrimiento. Y el dueño de la finca de Alquerías, Serafín de Alba, amigo íntimo de Cuenca, salió absuelto al considerar el jurado que no se enteró de las truculentas maniobras que el grupo estaba realizando en su propiedad.

Punto final judicial para un crimen que marca una época en la crónica negra

El doble asesinato de Ingrid Visser y Lodewijk Severein ha venido a marcar toda la segunda década del siglo XXI en la crónica negra de la Región de Murcia, como antes lo hicieron otros crímenes atroces: el asesinato de tres novilleros en Cieza a sangre fría, mientras toreaban a la luz de la luna; el triple crimen cometido por el asesino de la catana, que masacró a toda su familia mientras dormían en su domicilio del popular barrio murciano de Santiago el Mayor; los asesinatos de dos pequeños de seis y cuatro años, estrangulados por su madre en su casa de Santomera para vengarse de su marido por sus supuestas infidelidades...

Con esta resolución del Tribunal Supremo, en la que se establece la condena definitiva que los dos autores del horrendo suceso, Juan Cuenca y Valentín Ion, deberán purgar y que les niega el beneficio de un cumplimiento máximo de 25 años, se pone el punto y final a un procedimiento judicial con tantas luces como sombras. Aunque la Policía Nacional consiguió resolver con gran eficacia este suceso de enorme trascendencia social y con fuertes repercusiones internacionales -las autoridades diplomáticas holandeses estuvieron pendientes en todo momento de la evolución de las investigaciones-, quedó algún extremo por esclarecer, como el de conocer quién fue la persona que apareció en el escenario del crimen, junto a Juan Cuenca, cuando los cuerpos ya sin vida de Ingrid y Lodewijk aguardaban el hacha de los criminales.

Con todo, lo más polémico del procedimiento fue la absolución de otro ciudadano rumano que estuvo en aquella casa rural en el momento de los asesinatos, Constantín Stan, a quien el jurado consideró no culpable pese a que su testimonio quedó por completo desacreditado durante el juicio.

Los integrantes del tribunal popular creyeron la versión de que estaba durmiendo en el piso de arriba y que no se enteró del brutal asesinato a golpes de la pareja. Una circunstancia a la que vino a sumarse la absolución del dueño de la finca en la que fueron sepultados los restos, Serafín de Alba, quien tampoco se enteró de lo que estaban convirtiendo su huerto de limoneros en un camposanto.

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