Los modelos matemáticos y los algoritmos se han convertido en un fiel aliado para estudiar cómo de peligroso puede ser un terremoto en una zona de importante actividad sísmica como la Región de Murcia. Investigadores del Instituto de Geociencias (IGEO) y de la Universidad Complutense ... de Madrid han llevado a cabo por primera vez y a gran escala simulaciones por ordenador de la ocurrencia o magnitud que puede alcanzar un movimiento de tierra en fallas que atraviesan la Comunidad, como la de Alhama, Carrascoy o Palomares, entre otras ubicadas en la vecina Alicante.
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Estos trabajos han permitido crear un catálogo de terremotos artificiales que permiten conocer cuánta energía puede llegar a liberar un seísmo, qué dimensiones podría alcanzar, cómo se produciría la rotura de la tierra o cómo se deslizan las fallas. Todos estos datos ayudan a conocer la sacudida que puede producirse en la superficie terrestre. En la mente de todos está el terremoto de Lorca de 2011, de magnitud 5,1 y que ocasionó nueve víctimas mortales y cuantiosos daños materiales. Predecir un seísmo es tarea muy compleja, un nivel que todavía no se ha alcanzado: «Saber cada cuánto tiempo se va a producir un terremoto es, a día de hoy, imposible de saber, pero sí podemos estimar una probabilidad», explica Paula Herrero, investigadora del IGEO y quien ha liderado este trabajo.
Una de las primeras conclusiones que ha arrojado esta investigación es cómo influyen los materiales geológicos de los que está compuesto el suelo de la Región. «Se sabe que hay algunos tipos de suelo que tienden a amplificar el movimiento del terreno durante un terremoto y extender incluso su duración», detalla la científica. Entre los escenarios estudiados, han comprobado que un seísmo con epicentro en Lorca provocaría una aceleración del movimiento mayor de lo esperado en la ciudad de Murcia, por ejemplo, ya que se sitúa sobre una cuenca sedimentaria rellena de suelos arcillosos.
«Este material puede agrandar el movimiento del terremoto», al que se suma otro factor como la saturación de agua en el subsuelo. Esta amplificación de las ondas sísmicas puede derivar en una extensión del riesgo lejos del foco del seísmo, pero Herrero cree necesario evaluar mejor los problemas que puede causar este hecho sobre entornos urbanos con mejores estudios en la zona noreste del Valle del Guadalentín.
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Los escenarios hipotéticos creados por ordenador permiten avanzar que la mayor probabilidad de ocurrencia de terremotos durante los próximos 100.000 años (tiempo estudiado) se producirían al suroeste de la falla de Alhama, entre Puerto Lumbreras, Lorca y Totana, la zona con más actividad de esta fisura en la corteza terrestre. «Esta zona es la más activa de la falla. La frecuencia de terremotos sintéticos es mayor», según los modelos realizados, «por tanto, podemos asumir que es la zona más peligrosa, porque se van a alcanzar magnitudes que pueden generar efectos tan serios, tan problemáticos, como el terremoto de Lorca, e incluso superiores».
Fracturas de la tierra como la que se produjo hace doce años «pueden volver a suceder». «En los modelos que hemos realizado se alcanza la magnitud del terremoto de Lorca con moderada frecuencia. Y es que en la falla de Alhama, los algoritmos reproducen terremotos potencialmente peligrosos que superarían en magnitud al de 2011», reconoce la investigadora. Herrero apunta a que cualquier movimiento de tierra que se haya producido en el pasado «puede volver a ocurrir en un futuro».
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El terremoto reciente de Marruecos, junto con el de Turquía y Siria, recuerda que las placas tectónicas se siguen moviendo y que las fallas entre el continente europeo y el africano están muy activas. «Las fallas activas que bordean el corredor del Guadalentín y modelan su paisaje, entre las que se encuentra la de Alhama de Murcia, son consideradas comúnmente como fallas lentas», explica la geóloga Paula Herrero. «Se mueven a menos de un milímetro al año o, en el caso de Alhama, en torno a un milímetro al año. En comparación con otras fallas, como por ejemplo la del este de Anatolia, que fue la responsable del terremoto de Turquía del mes de febrero, las deformaciones llegaron a ser de más de 10 milímetros al año».
En la falla de Alhama, los desplazamientos son tan lentos que los periodos de tiempo entre terremotos de una magnitud moderada a alta pueden ser de cientos a miles de años. «Y eso es una muy buena noticia, no cabe duda, pero también nos puede dar una falsa ilusión de ausencia de peligro», explica Herrero. La red sísmica oficial en España está en marcha desde hace un siglo, y el seísmo más fuerte detectado hasta la fecha fue el de Lorca.
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