Solteros contra casados: así ha cambiado la Región de Murcia

Más de 400.000 personas de entre 20 y 64 años están solteras o divorciadas en la Comunidad, un grupo que ha crecido un 160% en 30 años. Quienes no se casan conquistan la capital; los que han dejado atrás un matrimonio destacan en las zonas del litoral

Domingo, 9 de febrero 2025, 07:23

Los hogares empequeñecen, cada vez se celebran menos matrimonios, los que se formalizan lo hacen más tarde y, al mismo tiempo, dos grupos crecen sensiblemente en la estructura de la población de la Región de Murcia según su estado civil: los solteros y los divorciados. ... Si se atiende a los registros del último censo de población y viviendas publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), un pormenorizado estudio que se realiza cada diez años, uno de cada tres ciudadanos de la Región entre los 20 y los 64 años no ha contraído compromiso formal en pareja, y cerca de uno de cada diez ha decidido, después de hacerlo, dar marcha atrás y romper su matrimonio, unas cifras muy distintas a las que ofrecían los registros del anterior estudio.

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En total, según este censo, que cuenta con datos de 2021, hay 326.823 personas que mantienen la soltería en ese grupo de edad, mientras que a principios de los noventa se contabilizaban 146.158 personas en la misma situación, una de cada cuatro. En solo 30 años el número de solteros se ha incrementado en más del doble, concretamente un 123%. Y aún más intenso ha sido el ascenso de los divorciados, cuyo número se ha multiplicado por diez en las tres últimas décadas, al pasar de 7.387 en 1991 a 73.446 en 2021, y de suponer el 0,8% de la población a cerca del 8%.

El matrimonio, una opción en intenso retroceso

Si se suman estos dos grupos, hay en total 400.269 personas solteras o divorciadas de entre 20 y 64 años en la Comunidad, frente a las 153.545 que señalaba el censo de 1991, un 160,7% más.

«Es una tendencia que se está consolidando», señala el profesor de Sociología de la Universidad de Murcia, Marcos Bote. «Ya en los 90 se empezó a teorizar sobre el fenómeno. Se ha pasado de un modelo donde estar solo era casi la última opción a uno donde cada vez más personas eligen libremente estar solas», advierte, al tiempo que recuerda que esa estadística de solteros refleja una realidad más amplia. «Que una persona aparezca como soltera en el INE no significa que no tenga una relación de pareja, pero que prefieran no formalizar la relación casándose es una parte más de la evolución de la sociedad hacia pautas de convivencia, de consumo, y de relaciones más individualistas, donde prima sobre todo la autonomía del individuo», destaca el sociólogo de la UMU. «No es que haya llegado el fin de la pareja. Lo que ha bajado enormemente es el matrimonio».

Así lo confirma la estadística. En las tres últimas décadas, los casados entre los 20 y los 64 años han pasado de suponer el 71% del total al 49%.

Por otra parte, cruzar los datos del estado civil de los ciudadanos de la Región y su género revela algunas diferencias notables, con 181.719 hombres solteros frente a 145.104 mujeres. Eso sí, la brecha se reduce en los tramos de edad más altos, donde la mayor esperanza de vida femenina cambia el panorama. Entre los 65 y 79 años, hay 4.518 solteros por 5.334 mujeres. Y la diferencia se dispara a partir de los 80 años, con cerca de un millar de hombres por más de 2.100 féminas.

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Quienes se mantuvieron lejos del matrimonio en esas generaciones tuvieron que hacer frente, en muchos casos, al ya desaparecido estigma del solterón o la solterona. Del mismo modo, los que optaron por casarse lo hicieron en un mundo muy diferente, donde el matrimonio se regía por un'hasta que la muerte nos separe' que los cambios sociales y legislativos han convertido en un contrato de fácil extinción.

La influencia del estado civil en la configuración residencial

Los divorciados o separados también presentan grandes diferencias por género entre los 20 y los 64 años, con 33.192 hombres frente a 40.257 mujeres. Aunque independientemente del sexo, lo que muestra la comparativa de los registros del INE es un fuerte incremento porcentual de este grupo en todos y cada uno de los tramos de edad.

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La franja de los 45 a los 54 años es la que concentra la mayor parte de personas divorciadas de la Región de Murcia, tanto en hombres como en mujeres. Las cifras van en línea con la tendencia ascendente que registra el número de rupturas de matrimonios de más de 15 años, que en 2022 se convirtieron, por primera vez, en las más habituales  de la Región y que han seguido en ascenso desde entonces.

Todos estos cambios en la cartografía sentimental de la Comunidad tienen implicaciones que se dejan notar en ámbitos de todo tipo, desde el económico al del ocio o la vivienda, y tienen consecuencias incluso en la distribución espacial de la población, con algunas circunstancias llamativas. El análisis de la relación entre el estado civil y el lugar de residencia a nivel de sección censal –que son pequeñas áreas habitadas por cerca de 1.500 personas cada una– dibuja algunos patrones demográficos claros que se repiten en otras partes del país.

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La tendencia general en España es que las personas solteras estén más presentes en las zonas urbanas, unas áreas que destacan por su mayor catálogo de servicios, su dinamismo sociocultural y laboral y por una mayor oferta de ocio y tiempo libre, mientras que las personas divorciadas o separadas, muestran una distribución más dispersa, inclinándose hacia áreas suburbanas. Aunque en la Región de Murcia se siguen estas mismas líneas generales, también aparecen particularidades propias.

El centro de la ciudad, la opción preferida de los solteros

El centro de la capital es un buen ejemplo de ese tirón que los núcleos urbanos tienen sobre los solteros. El centro de la ciudad de Murcia cuenta con una proporción especialmente elevada de población no casada respecto a la media regional –con diferencias más notables en el caso de las mujeres– que se diluye a medida que se avanza hacia el extrarradio y las pedanías. Esta distribución se aprecia de forma más clara al dividir el municipio en anillos concéntricos y agrupar los resultados.

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En los barrios más céntricos, los solteros representan el 29,8% de la población, mientras que en el anillo más externo, que se corresponde con las zonas más rurales del municipio, esta proporción cae al 25,8%.

Especialmente destacable resulta la concentración de mujeres solteras en el centro del municipio, que supera en 4,3 puntos porcentuales la media para la Región. En concreto, suponen el 28,8% del total. En el segundo anillo, que agrupa los núcleos residenciales más cercanos a la ciudad, como Santo Ángel, Zarandona, Puente Tocinos o Cabezo de Torres, el porcentaje de solteras sigue superando en 2,6 puntos el promedio regional, sin embargo, en el tercero y en el cuarto esta ventaja porcentual desaparece. En los hombres, la diferencia en el centro de la capital respecto a la media regional también supera lo esperado. En concreto, los solteros suponen el 30,1% de los hombres, una cifra que sobrepasa en 1,9 puntos el valor medio. Al igual que pasa con las mujeres, la cifra se reduce paulatinamente al alejarse del bullicio de la urbe.

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El caso de La Manga: más de un 10% de divorciados

El uso de un algoritmo permite identificar otros patrones demográficos en los datos. En este sentido, una práctica habitual en el análisis estadístico es la elaboración de clústeres que agrupan áreas con parámetros destacados. En esta, se destaca un clúster 'high-high' (alto-alto) cuando una zona que presenta un valor alto de un determinado parámetro –por ejemplo, en el porcentaje de divorciados–, está rodeada de otras con valores igualmente altos, lo que muestra una especial concentración del fenómeno analizado en el espacio. Y al contrario, un clúster 'low-low' (bajo-bajo) se da cuando una zona con valores reducidos está rodeada de otras similares.

Utilizando esta técnica, una de las primeras cosas que saltan a la vista es que la mayor concentración de casados la registran comarcas como el Noroeste, el Alto Guadalentín, la Comarca Oriental, el Valle de Ricote o el Altiplano. «Esto tiene que ver con una población más envejecida y rural, y con unos esquemas más rígidos respecto al matrimonio», explica Marcos Bote.

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Por otra parte, la presencia de divorciados destaca de forma especial en las dos ciudades más pobladas, Murcia y Cartagena y en algunas de las principales zonas costeras como Águilas, Puerto de Mazarrón y, especialmente, el Mar Menor, con La Manga y Cabo de Palos como principales exponentes. Allí, en muchas secciones censales los divorciados superan el 10% de la población, una distancia sideral respecto a lo que sucede en el Noroeste, donde este grupo de población no pasa del 3%.

¿Y por qué ocurre esto? La abogada especializada en derecho de familia María del Mar Florenciano, que trabaja en el área de Cartagena y mantiene permanente contacto con la realidad de los divorcios en la comarca, apunta a dos situaciones habituales. «Cuando un matrimonio tiene la suerte de contar con dos casas, una en la ciudad y otra en la playa, suele ser quien no tiene la custodia de los hijos quien se va a la de la playa. Por otro lado, también sucede en ocasiones que quien no tiene la custodia, que sufre un mayor menoscabo económico, valora la opción de vivir en localidades del Mar Menor porque el alquiler es más barato». Florenciano subraya que una ruptura matrimonial puede suponer un auténtico quebranto económico, «especialmente para quien tiene que abandonar la casa y pagar una pensión alimenticia».

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Adolfo, uno de sus clientes, a quien se identifica en este reportaje con un nombre ficticio para respetar su deseo de no revelar la identidad, está valorando hacer, precisamente, ese traslado. Este pensionista separado hace 6 años, se encuentra en plena búsqueda de alquiler y, después de cuatro meses, se ha visto obligado a abrir el arco de búsqueda: «Estoy viendo alquileres en Islas Menores, porque en Cartagena los precios son prohibitivos. Mi mujer se quedó la casa y yo he estado viviendo con un amigo, porque tengo que pasar la pensión compensatoria y hay que ajustarse».

Carmen Gil, en la puerta de la vivienda de sus padres. J. M. Rodríguez / AGM

«Muchos de mis amigos divorciados han tenido que irse a las playas por los precios»

La situación de la cartagenera Carmen Gil es un ejemplo del terremoto económico que puede llegar a suponer para muchos ciudadanos de la Región afrontar un divorcio. La ruptura de su relación sentimental y las dificultades para encontrar un hogar donde vivir con sus dos hijos, de 19 y 15 años, y su perro, han marcado un año lleno de angustia.

Ocho meses después de divorciarse y tomar de forma conjunta la decisión de vender la vivienda conyugal, Carmen sigue intranquila el avance del mercado inmobiliario.

Con la venta de la casa pactada para el 9 de junio de 2024 y la entrega de llaves fijada para el 4 de septiembre, Carmen tuvo que iniciar una apresurada búsqueda de piso desde una posición de vulnerabilidad financiera que el auge de los precios se ocupó de subrayar. «Me pedían ganar tres veces lo que costaba el alquiler. Si el piso costaba 700 euros, necesitaba demostrar ingresos de 2.100», dice indignada.

Llegó a pensar que tendría que abandonar la ciudad, como ha visto hacer en los últimos años a otros amigos tras divorciarse. «Es lo que tenemos. La mayoría se han tenido que ir a las playas y a otros pueblos del entorno del Mar Menor buscando algo que pudieran permitirse», asegura. Ella, en cambio, encontró un piso en San Ginés, su barrio de siempre, en lo que celebra como un golpe de suerte. «Yo sé que me están haciendo un grandísimo favor, porque me cobran 650 euros al mes. Y gracias a la venta de la casa pude pagar un año completo», señala. «Si no existiera gente que aún tiene ganas de ser humana, con 42 años y dos hijos, me habría visto en casa de mis padres».

Y si ya le era difícil afrontar los gastos cuando contaba con una nómina de cerca de 1.400 euros, la posterior pérdida de su empleo supuso un varapalo que ha redoblado la inquietud. «Ahora solo pienso en que cuando llegue agosto, si la dueña me dice que me tengo que ir, voy a tener un problema», lamenta.

El alquiler de un piso como el que ella necesita ronda, según estima, los 800 euros, y en algunos casos, los caseros están sacando las viviendas al arrendamiento por habitaciones, con un precio que se sitúa cerca de los 350 euros por estancia. «La gente que se divorcia tiene hoy un problema muy serio, y no es la ruptura. La depresión que yo cogí no vino por el divorcio –confiesa–. Fue de pensar que me quedaba en la puta calle».

Metodología

Los datos sobre población según estado civil provienen del Censo de 2021, publicado por el INE, y han sido extraídos a nivel de sección censal, pequeñas unidades geográficas que agrupan aproximadamente 1.500 habitantes. Los mapas han sido elaborados con el software libre R, utilizando los paquetes leaflet y sf. La identificación de clústeres se ha realizado mediante el cálculo de los estadísticos LISA (Local Index of Spatial Autocorrelation), mostrando únicamente las secciones censales clasificadas como alta concentración (high-high) y baja concentración (low-low) que presentan una significación estadística con p-valores inferiores a 0,05.

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