Ihor, ucraniano afincado en Murcia desde hace 16 años, en un parque del barrio de La Flota, este lunes. Martínez Bueso

«Quien aún sigue en Ucrania es porque está dispuesto a morir»

Ihor llegó a la Región hace 16 años y ahora vive con preocupación un nuevo conflicto que involucra a su país

Lunes, 24 de enero 2022

Se han cumplido ya tres décadas desde el desmembramiento de la Unión Soviética. Pese a que es tiempo más que suficiente para olvidar cualquier relación pasada, por muy tormentosa que esta haya sido, Rusia ha vuelto a poner sus ojos -y sus manos- sobre Ucrania. ... No es la primera vez que sucede desde su independencia en 1991, y quién sabe si será la última. Como un ex que reaparece para decirte que te va peor con tu nueva pareja que con él, Moscú no se ha olvidado de Kiev. Por supuesto, los 7.424 ucranianos afincados en la Región tampoco se olvidan de su país.

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Es el caso de Ihor Slovik, un joven de 25 años que lleva viviendo en Murcia desde hace dieciséis. Parte de su familia todavía se encuentra en Ucrania; concretamente, en la parte más occidental, que es la más alejada del conflicto. Aun así, asisten «con preocupación» a lo que Ihor considera «otro de los faroles» de Putin para «desestabilizar y crear una situación de incertidumbre» que le beneficie. ¿Con qué objetivo? «Quiere recuperar el poder en las naciones que conformaban la antigua URSS», afirma mientras pone como ejemplo los casos recientes de Bielorrusia o Kazajistán.

Frontera con Occidente

La posición «más céntrica» que mantiene Ucrania respecto a otras ex-repúblicas soviéticas y el hecho de que haga de «frontera directa con el resto del mundo occidental» la convierten en un objetivo mucho más jugoso y estratégico, según Ihor.

Fueron los constantes movimientos militares en el límite entre ambas naciones lo que hizo estallar este nuevo episodio en las inestables relaciones entre el Kremlin y la Rada Suprema, pero en el interior de las fronteras ucranianas también existen diferencias. Ihor atribuye estas discrepancias al efecto de la «propaganda rusa», que ha calado en ciertos sectores de la población que ven con buenos ojos la anexión de Crimea por parte de Moscú. Sin embargo, se apresura en señalar que, no solo «no existe ningún odio entre la población» del país, sino que parte de la misma, pese a tener el ruso como lengua materna, se considera «ucraniana de pies a cabeza».

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Sin embargo, Ihor advierte de que «la historia es cíclica» y que, por tanto, «nadie puede asegurar que no vuelva a pasar algo parecido a lo que sucedió antes de la II Guerra Mundial, puesto que los antecedentes están ahí». De este modo, prosigue, «es responsabilidad de las potencias occidentales frenar a Putin y dejar claro dónde están los límites» intraspasables porque, de no hacerlo, «puede que no se detenga en Ucrania».

La tensiones existentes entre ambas naciones ya han provocado «millones de desplazamientos» desde 2014 según Ihor, pero «quienes querían marcharse ya lo han hecho». Asegura que «quien continúa viviendo allí» -especialmente en el oeste del país, donde el sentimiento nacionalista es generalizado-, es porque está «dispuesto a morir por la causa». Y en el sentido más literal de la expresión: Ihor explica que el Gobierno ucraniano repartió subvenciones a todo aquel que aceptaba recibir instrucción militar, por lo que existe un grueso de población civil preparada, en mayor o menor medida, para dar un paso al frente.

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Francisco López, estudiante de la UPCT

«Tengo dudas, pero creo que voy a anular mi viaje a Kiev; mi familia estará más tranquila»

Francisco López Soler. J. M. Rodríguez/ AGM

Parecía un planazo, pero se ha convertido en un viaje que «hasta la Embajada de España en Ucrania recomienda no hacer ahora mismo». Francisco López Soler, estudiante de cuarto curso de Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), tenía previsto volar mañana hasta Kiev, la capital del país que concentra ahora mismo las miradas de toda la comunidad internacional. El motivo es un encuentro de alumnos pertenecientes a Estiem (Asociación de Estudiantes Europeos de Ingeniería Industrial), y al que Francisco López asistía como delegado y representante de Cartagena y de la Politécnica. Asistía, en pasado, porque la incertidumbre derivada de la tensión entre Rusia y Ucrania está a punto de frustrar los planes de este alumno. «Es verdad que aún tengo mis dudas, porque no creo que vaya a pasar nada. Y menos en la capital. Pero creo que voy a anular el viaje a Kiev. Solo faltaría ir para allá y que me pasara algo», razona.

En esta decisión también está influyendo la familia, que lleva días intentando convencer a Francisco de que quizá no sea el mejor momento para conocer Ucrania. «La verdad es que mis padres y mis abuelos estarán mucho más tranquilos si no voy», admite con cierta resignación. «Tampoco me han presionado mucho. Simplememte me han dicho que sería mejor que no hiciera el viaje». Es la voz de la experiencia y la prudencia, pero también del continuo 'soniquete' que trasladan los medios de comunicación con el tema. «Todo ello al final te genera dudas y te hace replantearte las cosas».

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Ilusión frustrada

A Francisco López le hacía especial ilusión este viaje, que llegaba después de los exámenes y que le ofrecía la posibilidad de conocer un país que nunca había pisado. «Íbamos a estar hasta el día 31 de enero, participando en charlas y conferencias y con una tarde dedicada exclusivamente al turismo. Siempre con grupos cerrados y en un evento muy organizado», explica. «Pero también es verdad que puede haber problemas con las comunicaciones o internet si ocurre cualquier incidente», resume. Para este alumno, lo mejor será prevenir mejor que curar. Por Daniel Vidal.

«Están violando todas las leyes y derechos a nivel internacional»

Larysa Ponomarenko, presidenta de la Asociación de Ucranianos de la Región de Murcia, no tiene pelos en la lengua a la hora de denunciar lo que considera «chantajes y presiones por parte del Kremlin». Pese a que reconoce que tanto Europa como EE UU han mostrado su apoyo a Ucrania imponiendo sanciones a Rusia, cree que «se ha comprobado que no es suficiente». Además, acusa al Gobierno ruso de «violar todas las leyes y derechos a nivel internacional en su afán imperialista».

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