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El Rey Felipe prueba el simulador. Antonio Gil / AGM

Felipe VI, en su visita a la AGA: «Tendré que volver para probar el 'Pilatus'»

El Rey se sentó a los mandos del turbohélice suizo, pero no pudo volar por culpa de un resfriado

Lunes, 6 de mayo 2024, 10:36

Mal día para volar. El Rey Felipe VI llegó este lunes por la mañana a la Academia General del Aire (AGA) para conocer el nuevo sistema de enseñanza de vuelo, que incluye el avión 'Pilatus', aunque no pudo probar su maniobrabilidad en vuelo, como estaba ... previsto, ya que llegó aquejado de un resfriado y una pronunciada afonía. «Tengo otra visita pendiente para volar en el 'Pilatus', porque ahora no ha podido ser», comentó con un hilo de voz señalándose la garganta.

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Hacia las 9.30 horas de la mañana aterrizó el avión de la Casa Real en la pista de San Javier, donde esperaba al monarca una mañana cálida pero nublada. Felipe VI llegó con el mono de trabajo del Ejército del Aire para conocer a fondo el nuevo dispositivo tecnológico de marca suiza que incluye el PC-21, en la AGA, denominado E-27.

Tras saludar al general Javier Salto Martínez-Avial, jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, y al coronel director de la AGA, Pascual Soria Martínez, el monarca asistió a una sesión de 'briefing' habitual, con las que los profesores y alumnos de la base militar preparan al detalle el siguiente vuelo. Grandes cambios ha podido comprobar este lunes Felipe VI en la AGA desde su periodo de formación, en el curso 1987-1988. La escuela de pilotos del Ejército del Aire ya no es la misma ni siquiera desde la última visita que realizó el monarca. Varias hileras de hangares individuales ocupan parte de la pista principal para albergar cada uno de los flamantes 'Pilatus' y los reactores C101, ya casi una reliquia del aire.

Los turbohélices irán ganando protagonismo, ya que a los 24 ya en uso en la Academia como herramienta de enseñanza, se añadirá otra tanda hasta completar una flota de 40 'Pilatus' de abrillante lomo encarnado y morro en espiral.

Nuevos edificios inteligentes se han incorporado al paisaje mediterráneo del recinto militar, que sumando el acuartelamiento de Los Alcázares, abarca casi 5 millones de metros cuadrados y 150 construcciones. En el centro de las Fuerzas Aéreas, erigido para alojar todo el engranaje docente de vuelo, pudo comprobar cómo el simulador de vuelo o 'Cockpit Procedures Training' (CPT) entrena, sin salir de una sala, las acciones y procedimientos en la cabina de pilotaje, incluso los movimientos musculares y las sensaciones del vuelo. El entrenamiento en tierra se completa con un simulador inmersivo, que emula la experiencia de cabina, y una máquina que, con la ergonomía del interior del avión, permite reproducir en tierra el protocolo de vuelo, incluida la comunicación verbal entre el alumno y el instructor.

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Ahorro en tiempo y dinero

A pesar de que el sistema innovador lleva apenas dos años en implantación progresiva, ya en la AGA ha permitido reducir las horas de vuelo, en 10 horas menos en la fase elemental, durante el tercer curso, y alrededor de 15 horas menos en el aire durante la fase básica (cuarto curso), lo que equivale a un ahorro de tiempo y presupuesto, sobre todo en combustible.

Otro cambio esencial que ha podido ver el Rey en la estructura de enseñanza que vivirá su hija dentro de dos años, cuando ingrese en la AGA tras su paso por las escuelas militares de Zaragoza y de Marín, es la vertiente espacial. «Ya salimos de la atmósfera, y los drones y la ciberseguridad adquieren una importancia vital», explica el comandante Hugo Astudillo, jefe del 792 Escuadrón.

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Atrás queda la Pillán utilizada para la instrucción elemental antes de saltar al C-101. Tampoco habrá escalón tecnológico entre el sistema de la AGA y los avanzados en el encuentro con el F-18 o el Eurofighter en sus futuros destinos.

En los talleres, el Rey pudo comprobar el nivel de tecnificación del personal y el considerable cambio, desde la escasez de piezas y la meritoria mano de obra para mantener los viejos aviones, hasta la compleja aviónica del PC-21, con baja necesidad de mantenimiento. La transición a los aviones de caza y ataque o a los gigantes del transporte aéreo, e incluso a los helicópteros, será más fluida y segura. El duelo por los cuatro pilotos fallecidos, uno de ellos una alumna de tercer curso, en 2019 y 2020, no permite olvidar en la AGA que, por encima de todas las ventajas que aporta la digitalización del adiestramiento de vuelo, la meta perseguida es sobre todo la seguridad.

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El futuro avión de la patrulla Águila, aún por decidir

Ya ha comenzado la cuenta atrás de los C-101. En 2022 realizó su último vuelo de enseñanza tras 42 años de servicio en la AGA, y ya solo ruge a los mandos de la patrulla acrobática Águila. Las 6.600 horas de vuelo están próximas a su fin, aunque aún le quedan unos años por delante, que dan tiempo al Ejército del Aire para decidir sobre la continuidad de la patrulla.

De momento, el 'Pilatus' es el favorito a sustituir al aplaudido Mirlo, que en los festivales aéreos, como el de San Javier el pasado fin de semana, se llevó todas las ovaciones. Su potencia y maniobrabilidad marcan la diferencia con respecto al turbohélice suizo, pero la patrulla del país helvético demostró la versatilidad en las acrobacias del E-27, aunque desde la AGA reconocen que habría que adaptar la tabla de exhibición a un nivel menos exigente.

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De momento, los Águila cumplirán 40 años en 2025, por lo que ya se sitúa en el horizonte un festival aéreo la próxima primavera con todos los honores, sobre todo después del éxito de público de la reciente demostración en San Javier. Desde la AGA no niegan la admiración que en otros países rinden a su patrulla, tanto en presupuesto como en instalaciones y medios materiales, como en Italia ocurre con los vistosos Frecce Tricolori y su Aermacchi biplaza capaz de volar a 898 kilómetros por hora al nivel del mar.

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