![La salud mental antes que un salario alto](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/10/26/ecampuzano.jpg)
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Compaginaba sus estudios de máster con un trabajo parcial en un centro comercial de Murcia cuando Encarna Campuzano se dio cuenta de que su vida en el mundo laboral seguiría otro camino distinto a la de muchas personas que se incorporan al mercado de trabajo. En cambio, realizar unas prácticas en un gabinete nada más acabar los estudios de especialización en psicología supuso la puntilla para que esta archenera, de 26 años, se decantara por ser autónoma y, así, dar rienda suelta a su pasión; pero también tener su propio horario flexible que le permita crecer sin límites tanto personal como profesionalmente.
No tardó en interiorizar lo que para otros trabajadores lleva años, hasta que sucumben al estrés que genera un trabajo frenético, bajo las exigencias que imponen las empresas. «Siempre tuve la opción de trabajar para alguna asociación u organización, pero me gustaba la idea de hacer las cosas a mi manera», cuenta Campuzano, que confiesa que dudó en presentarse a una oposición antes de «recalcular» el rumbo de su vida y crear su clínica, Pura Vida Psicología.
David Manzanera, de 22 años, obtuvo el pasado verano el título de técnico de gestión administrativa en Murcia, lo que le ayudó a encontrar rápidamente un puesto en una empresa de poco más de diez trabajadores. Llegó con ganas de esforzarse y aprender, apunta, pero le sorprendió la actitud de sus ya antiguos compañeros: «Nadie se levantaba a su hora; todos aseguraban que aún no habían terminado sus tareas, pero nada de lo que hacían era urgente», explica este joven que acabó por marcharse a otro trabajo cuya primera pregunta fue si se cumplía el horario. Ambos pertenecen a la denominada generación Z (los nacidos entre 1995 y 2005), que se sumó a la búsqueda de trabajo durante la pandemia de la covid.
Estos veinteañeros, conocidos por ser nativos de las redes sociales, tratan de modificar las reglas del juego. Sus exigencias son distintas porque no solo miran la economía. Según el estudio 'Nuevas tendencias laborales', elaborado recientemente por Amazon en colaboración con la empresa de investigación de mercado Ipsos, el segmento de edad de 18 a 24 años es el que menos importancia da al sueldo a la hora de escoger un puesto de trabajo, en contraste con lo que priorizan las generaciones anteriores.
«Puedes ser tu propia jefa y, al mismo tiempo, esclava; pero también te da una libertad que no tenía cuando trabajaba en una empresa con unos horarios determinados y bajo una dinámica impuesta, un ritmo que me asfixiaba un poco», relata Campuzano, quien desarrolla en la actualidad distintos proyectos, uno de ellos con su madre, también psicóloga. Valora su tiempo: «Siempre saco tiempo para hacer deporte o estar con mis amigos, incluso viajar, bloqueando mi agenda; puedo mover una cita si surge una formación».
La psicóloga resta importancia a los ingresos elevados y constantes que a lo mejor se pueden ganar en una empresa de gran envergadura, primando el bienestar de la persona. «Los pacientes jóvenes vienen a mí porque saben que les puedo entender mejor, pero, sobre todo, porque buscan cuidarse y crecer», prosigue Campuzano. Y subraya que los también llamados 'centennials' priorizan su salud mental que principalmente «se logra teniendo tiempo para uno mismo y el autocuidado». «Cuando el trabajo lo consume todo, nuestro tiempo, nuestras preocupaciones y nuestros agobios intensifican el estrés y la ansiedad, lo que ha hecho que el uso de ansiolíticos se dispare», recalca.
«Mi sueldo se ajusta a mis necesidades», apunta Manzanera, aunque reconoce que no aceptaría en ningún caso trabajar en un lugar donde se sintiese valorado y hubiera un ambiente laboral tóxico. «También me gustaría teletrabajar; considero esta condición buena para mi salud mental, puesto que me daría a veces un pequeño respiro», indica este joven, que espera que las empresas estén cada vez más abiertas. También quiere salir temprano de la oficina, una idea que no lo ve como retroceso tal como algunos creen sino como una señal de progreso. ¿No querrán que trabajemos 60 horas a la semana y acabemos con nuestra salud?, se pregunta, antes de precisar que «no hay que volverse loco en el trabajo, como desean los jefes».
Maggy Vélez nació a mediados de la década de los noventa y ya tiene dos hijos. Pese a la carga familiar, rechazó un trabajo porque estaba a las afueras de Totana, donde vive. Tuvo que renunciar a su trabajo en Naturgy como ayudante de supervisión, pese a estar relativamente bien pagado. Pero sentía estar lejos de su familia.
«Ahora trabajo en una empresa de envases de uva hasta que la temporada termine, pero ya dije que no a un puesto de encargada en otro almacén porque te pagan una cantidad fija, pese a las muchas horas extra, tres o cuatro, que se hacen al final de la jornada», explica Vélez. Espera que las condiciones sean como se «pintan en el papel», con ocho horas de trabajo. Los tres jóvenes, como los demás 'centennials', confiesan estar comprometidos con la justicia social, la lucha contra el cambio climático, la igualdad entre hombres y mujeres y la sostenibilidad.
Hay una ola de gente joven que quiere disponer de tiempo de calidad y que, por tanto, acude a un especialista para averiguar cómo lograrlo, asegura Encarna Campuzano, psicóloga que pertenece a la generación Z, un colectivo que antepone la salud mental antes que un empleo, aunque esté bien remunerado. «Uno de los pilares de una persona es el trabajo, pero también el ocio, los amigos, la familia o el tiempo de calidad con la pareja o con uno mismo para chequear en qué situación anímica se encuentra uno, ya que la sociedad va tan frenética que invita a poner el piloto automático, así que está bien recalcular la ruta, algo que los jóvenes estamos poniendo por bandera», explica Campuzano. E incide en que los también llamados 'centennials' quieren mejorar su manera de vivir. Tampoco estigmatiza requerir el consejo de un psicólogo, lo que probablemente ayudará a las próximas generaciones. «Vamos a ser la primera generación de padres que ha ido a terapia», dice.
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