La mañana empezó ayer con cierta tensión a las puertas del colegio Sagrado Corazón de Molina de Segura, donde un grupo de regantes del Raiguero de Totana se instalaron con la pretensión de pedir cuentas al líder nacional de los socialistas. Una protesta supuestamente espontánea -sin color político, insistieron en repetir los manifestantes- que no agradó a los militantes socialistas que iban llegando al acto, y que se les encararon en varias ocasiones. Unos y otros cruzaron reproches y tiraron de memoria para echarse en cara lo que han hecho en las últimas décadas los distintos dirigentes políticos por garantizar el agua en la Región.
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«Que salga Pedro y nos lo diga a los que de verdad vivimos del campo, y no de los votos, como todos esos», reclamaba María Costa, portavoz de los regantes de la pedanía totanera, parapetada tras una mesa repleta de brócolis y coliflores.
Los regantes fueron increpados en varias ocasiones por simpatizantes del PSOE, que les reprocharon haber acudido «a provocar», a lo que Costa replicó, en varias ocasiones, que «la calle es de todos. No somos de uno ni de otro».
A los regantes de Totana, que finalmente lograron ser recibidos por Sánchez para entregarle una carta y hacerle llegar sus demandas, se sumaron a media mañana otro grupo de trabajadores de una productora de frutas y hortalizas de Abarán, que desplegaron una pancarta en la que se podía leer 'Zapatero nos quitó el Ebro y Pedro Sánchez el Tajo'. Acompañados por la empresaria Esther Gómez, cargada de pitos, aguardaron a la salida del líder socialista, que tras su encuentro con los regantes debía cruzar al edificio aledaño, el del centro cultural Las Balsas, para pronunciar su mitin. A la entrada, Sánchez esquivó a los manifestantes accediendo por la puerta trasera del colegio.
Antes de que saliera, un hombre acreditado para asistir a la reunión del equipo de Sánchez pidió a los manifestantes totaneros: «Por favor, no nos montéis escándalos». Después, Costa y otro representante de la comunidad lograron reunirse con el secretario general del PSOE para explicarle su preocupación. Otro grupo de regantes de Librilla le esperaba, con pitos y un megáfono, a las puertas del centro cultural para hacer sonar sus protestas.
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