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Los abuelos de Emma Torrano, estudiante de Educación Infantil en la UMU, fallecieron cuando ella tenía 11 y 17 años. «En ese momento no sabía ... cómo llevarlo. Me hubiera gustado estar ahí, haberlos acompañado de alguna manera», confiesa. Son reflexiones que no se hizo en su día, pero que emergen ahora, cuando, con 18 años, se ha embarcado en un proyecto que busca trabajar desde edades tempranas «la compasión comunitaria» ante la enfermedad y los procesos de final de la vida.
«Todo surgió en clase, un día que fueron a darnos una charla sobre el tema. La muerte suele ser tabú. Me llamó mucho la atención y decidí participar; ha sido muy interesante, me ha permitido conocerme mejor a mí misma», cuenta. Aquella charla formaba parte del denominado Proyecto Compas, una iniciativa respaldada por el Instituto de Salud Carlos III que se está desarrollando en cinco comunidades autónomas bajo el liderazgo de un grupo de enfermeras de los equipos de cuidados paliativos de la Región de Murcia. En una primera fase, se llevaron a cabo encuestas a cerca de 150 estudiantes de entre 18 y 23 años de la Facultad de Educación de la UMU (en toda España se han realizado 800 cuestionarios). Después, se conformó un grupo de diez voluntarias -entre ellas, Emma Torrano-, que ha profundizado «en aspectos como la vulnerabilidad compartida, la pérdida o el duelo», y que ha diseñado una serie de actividades educativas y de concienciación que van desde teatro a cine fórum. La musicoterapia, mediante un 'círculo de percusión' para fomentar «la conexión emocional», abrió la semana pasada estas actividades.
«En los equipos de cuidados paliativos vemos a diario las dificultades tremendas que tienen los pacientes, pero sobre todo sus familias, para aceptar la pérdida. Culturalmente, hay una falta de aceptación de la muerte, y siempre llegamos tarde», reflexiona la enfermera Eva Abad, profesora de la Universidad de Murcia y coordinadora del proyecto. «De ahí la inquietud de investigar sobre este tema. Nos planteamos la idea de empezar a trabajar estos aspectos desde la adolescencia, desde el momento en que empieza a haber una madurez», continúa.
La reivindicación de la palabra 'compasión' como encabezado del proyecto es ya una declaración de intenciones. Es un término hoy quizá algo en desuso, que ha sido sustituido por el concepto de empatía. Pero Abad reivindica que «la compasión es la empatía en acción», y señala que es erróneo reducir esta palabra a «su relación con la pena o la lástima». «La empatía puede quedarse en algo pasivo, pero la compasión, no. Por eso hablamos de cultivar la compasión».
El proyecto ha comenzado con estudiantes de entre 18 y 23 años, pero sus impulsoras están ya trabajando para extenderlo el próximo curso a alumnos de entre 12 y 17 años, en los institutos. «Es extraño encontrar familias que aborden abiertamente la muerte con los menores, pero estos ven cómo mueren muchos abuelos. Y también hay a veces fallecimientos en las propias aulas. Los niños más pequeños tienen en ocasiones problemas de aceptación, porque no entienden lo que está pasando, y no lo comprenden porque no se les ha explicado. En los adolescentes, que están en un periodo más complejo, puede surgir la sensación de que 'me han engañado' o 'me ocultan cosas», explica Eva Abad.
El equipo del Proyecto Compas está ahora comenzando con el análisis de las encuestas realizadas en la primera fase. «Nos hemos encontrado con unos jóvenes muy compasivos», destaca Eva Abad, que apunta, en este sentido, a que los resultados rebaten algunas ideas comunes sobre la actual generación de adolescentes. Eso sí, han detectado la necesidad de «trabajar la autocompasión», y también han percibido «una elevada ansiedad ante la muerte».
Afrontar estos miedos, trabajar las emociones y romper tabúes. Son algunos de los aspectos que hacen del Proyecto Compas una innovadora iniciativa que ya está en marcha desde la Región de Murcia.
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