Las terrazas se han ido expandiendo por la necesidad de consumo al aire libre, como esta de Fortuna. E. BOTELLA

De la resignación a la incredulidad en 12 kilómetros

Vuelta a la Fase 1. Los vecinos de Fortuna ya aventuraban el confinamiento; los de Abanilla no entienden que se les encierre por los focos de las pedanías

Jueves, 15 de octubre 2020, 02:41

Poco más de 12 kilómetros separan las localidades de Fortuna y Abanilla. Los lazos familiares y sociales entre ambas han sido relevantes desde siempre. A partir de hoy comparten algo más: una vuelta a la llamada 'Fase 1 flexibilizada' a causa de la proliferación de ... los casos de Covid-19 en los dos municipios. Parece separarles, sin embargo, la forma de encarar esta situación.

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La decisión traerá consigo un confinamiento perimetral de los términos municipales, pero también medidas especialmente gravosas para la hostelería local como la prohibición del consumo en el interior de los locales y un aforo en terrazas limitado al 75%. La resignación que precede a la tempestad, o en esta ocasión, al encierro. Esta es la sensación que se palpaba ayer en las calles de Fortuna. En las terrazas, en la cola la farmacia o a las puertas del Ayuntamiento este era el tema de conversación más recurrente.

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Galería. Confinamiento en Fortuna. Edu Botella/ AGM

Alberto, farmacéutico que regenta un céntrico despacho, presentía que la situación estaba al caer. «Desde hace dos semanas veíamos cómo estaban creciendo los datos; y, paralelamente, comenzaban a aparecer clientes que reconocían que tenían a algún familiar con coronavirus o que presentaba síntomas compatibles», explica este joven profesional, convencido de que las medidas adoptadas son necesarias. De una manera parecida lo ve Rosa, vecina de la localidad, preocupada también por la situación en los colegios, que, salvo instrucción en contra, continuarán con el modelo semipresencial. «Hay gente que no guarda el aislamiento y eso es grave, y luego está aquella juventud inconsciente que se está juntando en casas particulares sin pensar en las consecuencias», añade.

Precisamente, la alcaldesa, Finabel Martínez, apuntaba a las reuniones familiares en casas de campo como posible causa del elevado crecimiento de la incidencia, con un millar de casos por cada 100.000 habitantes en dos semanas, cifras que avalan el cierre. Perjudicados se verán el balneario y el camping por estas restricciones. También la hostelería, que a pesar de todo asume la situación, con algún pero. Marisa ya notaba ayer una cierta reducción de comensales en su bar, aunque entendía las medidas «siempre que se demuestre que son útiles y que permiten rebajar la tasa de contagios». Pedro José, más cabreado, teme quedarse sin clientela los días de mal tiempo y aún no sabe si podrá instalar carpas. «La gente se reunirá igual, los españoles somos muy sociales y al menos en los locales pueden estar controlados», lamenta.

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Galería. Confinamiento en Abanilla Edu Botella/ AGM

La reacción en la población vecina de Abanilla parece haber basculado más, sin embargo, hacia la incredulidad y la incomprensión. En este caso, los positivos por coronavirus se encuentran especialmente focalizados en las pedanías de Barinas y Macisvenda y desde el casco urbano no se acaba de entender que la Fase 1 se haya hecho extensible a todo el término.

Los propietarios de los cuatro restaurantes del municipio se plantaron ayer en el Ayuntamiento para informarse y pedir soluciones al alcalde, José Antonio Blasco. Recuerdan que en el caso de Caravaca de la Cruz únicamente se confinó la pedanía de Archivel, al estar separada del casco urbano. «Habitualmente tenemos clientela de fuera, por lo que vamos a tener que apretarnos muchos este mes», señala Ginés, con establecimiento en Mahoya.

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El regidor, que defiende el confinamiento de todo el municipio, mostró su disposición a cerrar calles para ampliar terrazas y facilitar la instalación de carpas para paliar los perjuicios. Soledad adelanta, no obstante, que más de una clienta mayor le ha comentado que, si tiene que estar en la calle, desayunará en casa. Y de propina, no podrá ver a su pareja, que vive en Fortuna. En estas condiciones, no es extraño que a alguno de suba la ansiedad. En el estanco confirmaban que las ventas de tabaco ya aumentaron ayer.

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