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jorge martínez del olmo
Lunes, 1 de agosto 2022, 02:16
Alejados de móviles, ordenadores u otros dispositivos tecnológicos, recorriendo caminos que parecen interminables, sin agua caliente y durmiendo en el suelo o quizás, con suerte, en una esterilla. Para muchos adolescentes, este no sería un viaje de estudios de ensueño. Silvia Maestra, Laura Asís y ... Jesús Planes, tres estudiantes murcianos de 16 años, descubrieron que nada de eso es necesario para ser felices. Estos jóvenes, junto a otros 153 alumnos del resto de España, se aventuraron a retomar el programa creado en los años 80 por el prestigioso periodista Miguel de la Quadra-Salcedo, la Ruta Quetzal.
Tras el fallecimiento del fundador en 2016, el proyecto quedó estancado. Seis años más tarde, Íñigo de la Quadra-Salcedo, hijo del impulsor, se encargó de continuar con su legado, en una versión más reducida. Esta aventura tenía como objetivo consolidar la Comunidad Iberoamericana, recorriendo lugares de América y España y siguiendo los pasos de personajes destacados de la historia y la cultura de ambos territorios.
En esta nueva edición, y a través de la Expedición 'Translatio', un total de 150 alumnos de toda España de entre 15 y 16 años, con las mejores notas medias finales de 3º ESO, revivieron la historia del Apóstol Santiago y recorrieron durante 10 días (16-26 julio) los escenarios que fueron testigos de su último viaje, desde el norte de Portugal hasta Galicia.
Silvia Maestra y Laura Asís, amigas y compañeras de clase en el IES Antonio Hellín Costa, en el Puerto de Mazarrón, conocieron la noticia de que habían superado el proceso de selección el mismo día de su graduación. «Silvia me dijo que una profesora le había comentado que se iba a realizar de nuevo la Ruta Quetzal. Cuando nos enteramos de la noticia fuimos corriendo a abrazarnos, ya que vernos allí era algo maravilloso», explica Laura.
Tal era el nivel de dificultad para conseguir un puesto entre los mejores estudiantes del país que Silvia afirmó que «estaba rezando aún teniendo un 9,9 de media, ya que pensaba que iba a haber mucha gente con un 10 y no iba a poder entrar en la lista».
Ambas coincidieron en resaltar las bonitas amistades que forjaron durante su convivencia con los compañeros del resto de comunidades autónomas. «Pensar que iba a pasar 10 días con gente que no conocía y salir de allí con amigos para toda la vida ha sido increíble», señala Silvia. Y es que uno de los principales objetivos de esta ruta trasatlántica es conseguir ese intercambio de cultura y valores que transmiten los jóvenes de distintos lugares del país que han participado en este viaje. «Nos contábamos cómo era el día a día en nuestras ciudades o discutíamos sobre las distintas formas que tenemos para llamar a un mismo objeto«, recalca Laura.
A estas dos chicas se les unió, desde Molina de Segura, Jesús Clanes, estudiante de 16 años del CEU San Pablo. Él se encontraba buscando campamentos hasta que le hablaron de la Ruta Quetzal. «Yo no sabía que existía, pero al final me lo pasé genial, conocí a un montón de gente y para mí fue una experiencia increíble», afirma.
La expedición comenzó en Braga, ciudad portuguesa desde donde partía la antigua Vía romana número XX por los lugares marítimos. Tras superar múltiples desniveles y tramos de sus monumentales escaleras barrocas, los expedicionarios montarán su primer campamento en lo alto del santuario de Bom Jesus do Monte.
Los jóvenes aventureros continuaron recorriendo el norte de Portugal y visitando ciudades como Valença do Minho y Tui, en Pontevedra. Es en esta parte del trayecto donde Jesús «descubrió su actividad preferida de todo el viaje», la bajada en kayak del Río Miño.
Ya en Galicia, los estudiantes tuvieron que enfrentarse a uno de los días más duros. «Yo creo que uno de los momentos más complicados fue cuando subimos Monte de Santa Tecla, ya que había una gran subida y al ser tantos era complicado mantener el alto ritmo que llevábamos. A pesar de que costó, cuando llegamos fue increíble», asegura Laura, quien desea repetir la experiencia en un futuro como monitora del programa.
Tras seguir bordeando la costa atlántica, visitando el Real Monasterio de Oia o la ciudad de Baiona, la primera villa de Europa que supo del descubrimiento del Nuevo Mundo, La Expedición 'Translatio' llegó al destino preferido de los tres jóvenes murcianos: las islas Cíes. Así lo asegura Silvia, quien explica que «fue fantástico, ya que nos dejaron mucho tiempo libre y fue ahí cuando de verdad conectamos con el resto de compañeros».
Tras recorrer los distintos escenarios que albergaron los pasos del Apóstol Santiago, como Vilanova de Arousa, Catoira o el Valle del Ulla, los protagonistas de la expedición llegaron a la etapa final de esta aventura con una inesperada sorpresa. «La llegada a Santiago fue muy especial, ya que tuvimos la oportunidad de conocer al Rey, quien estuvo hablando con nosotros en la Plaza del Obradoiro, donde fuimos los únicos privilegiados que pudimos acceder. Fue un privilegio», señala Silvia.
Íñigo de la Quadra-Salcedo, nacido en Madrid en 1970 y licenciado en Derecho, fue quien relanzó la Ruta Quetzal tras un parón de seis años. «Se trata de un legado que fue, es y será muy importante y que no podía terminar en 2016. En los años siguientes ya intenté retomar el proyecto, pero la situación económica era desfavorable. Ha sido ahora cuando la he podido hacer, ya que para llevar a cabo un programa de esa envergadura se necesita de un patrocinio importante y afortunadamente en esta ocasión hemos contado con la agencia de turismo de la Xunta de Galicia y con Mar de Santiago», señala Íñigo.
A pesar de tratarse de una versión más reducida que las que dirigió durante 31 ediciones su impulsor, Íñigo destaca que «al igual que ocurría en el ámbito internacional con América, pues en el ámbito nacional lo que se ha hecho es fortalecer las relaciones entre unos chicos y chicas que en un principio no tienen mucho que ver, puesto que a lo mejor un chico de Murcia y una chica gallega no comparten la misma historia o cultura. Ellos han sido quienes, desde el respeto, han transmitido unos valores y han compartido experiencias con el resto de compañeros».
«El objetivo de Ruta Quetzal es que nos demos cuenta de que no todo lo que creemos que necesitamos, lo necesitamos. Muchas veces tenemos un empacho de bienestar que tenemos que ir reduciendo para ser más felices. Es importante que los chicos aprendan estos valores a partir de lo que viven en esta ruta. Estoy muy satisfecho con el resultado», concluye.
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