El desembarco de veraneantes que cada año por estas fechas hace bullir las costas de la Región de Murcia tiene su origen en los años 60 y 70, cuando la mejora de las condiciones laborales y económicas, la popularización del vehículo privado, con el Seat 600 como estandarte, y la apertura del país al viajero extranjero empezaron a hacer resonar el concepto 'sol y playa'.
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Aquellos turistas foráneos encontraron una Región de Murcia, entonces provincia, que dista mucho de la que conocerán los que la visiten este verano, tras seis décadas de transformaciones sociales, paisajísticas y económicas.
Recorremos algunas de las principales variaciones que han cincelado la Comunidad actual a través de los datos de los anuarios y censos históricos del Fondo Documental del Instituto Nacional de Estadística (INE), un viaje que dibuja cómo somos pero, sobre todo, cómo hemos cambiado.
El primer y más obvio de los cambios es que somos más. En 1960, la Comunidad contaba con cerca de 800.000 habitantes. En ese año nacieron 20.279 niños frente a los 13.404 que lo hicieron en 2022, pese a que para entonces la población ya casi se había duplicado.
Región de Murcia
Por otra parte, las ciudades y los pueblos tenían otro aspecto, y no solo por el número de vecinos. Apenas circulaban 30.000 vehículos por las calles y carreteras de la Región, 3,75 por cada 100 habitantes, frente a los más de 1,2 millones que hay actualmente, 80 por cada 100 personas.
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Ahora los coches abarrotan los garajes, las avenidas, las calles y las puertas de unos colegios e institutos mucho más poblados, y que representan un gran avance. Uno de cada tres murcianos no sabía leer ni escribir en 1960. Solo diez años después, la cifra ya se había reducido a uno de cada diez. Además, en los pupitres casi no había rastro de diversidad racial y cultural, con un porcentaje de extranjeros respecto al total de población prácticamente despreciable frente al 17% que supone hoy.
La historiadora totanera María Martínez, catedrática y profesora en la Universidad de Murcia, nació en aquel 1960, y fue una de las niñas que viajaban en uno de los Seat 600 matriculados en la Región. «En invierno, mis dos hermanas y yo teníamos que empujarlo todas las mañanas para que mi padre enfilara carretera abajo y pudiera arrancar», recuerda. Aquel coche fue sustituido por un Seat 127 con el que la familia iba a veranear a Mazarrón. «Íbamos a la playa con el coche cargado con 9 personas, y mi hermana y yo íbamos en el maletero. Hoy la Guardia Civil nos metería en la cárcel», bromea.
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Si eso no ocurriera, lo que habría hoy, a igualdad de coche, serían mayores apreturas, sobre todo si se tiene en cuenta que los murcianos son ya casi diez centímetros más altos que los de entonces, según se puede extraer de los registros que la Administración Militar recogió -únicamente en la población masculina- a través de los exámenes para el servicio militar obligatorio. Estos reflejan que la estatura media de los mozos entre el reemplazo de 1960 y el de 1995 pasó de 1,67 metros a 1,75, y en la actualidad, aunque no son valores comparables, se estima la media de los españoles varones está en 1,76 metros.
Cuando María salía del coche, la playa tenía otro aspecto. «Apenas había masificación en la costa. Yo he visto cómo todas las salinas de Mazarrón se han ido poblando y poblando. En los 70 se empezó a vender muy bien la playa a los turistas y aún seguimos viviendo de eso masivamente, y la clase media iba conquistando poder adquisitivo. Muchos empezaron a poder comprarse parcelitas y hacerse pequeñas casas».
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Los desplazamientos a la costa no han sido solo una cuestión estacional, también una tendencia a largo plazo. La distribución de la población en los 45 municipios de la Región ha sufrido grandes variaciones en estos años, donde destacan dos movimientos principales: uno de las zonas rurales a las ciudades y sus localidades periféricas, y otro del interior al litoral.
Las localidades que más habitantes han perdido desde entonces son fundamentalmente las del Valle de Ricote. Por ejemplo, el municipio de Ojós tenía en 1960 algo más de 1.100 vecinos mientras que en los últimos años ha rondado los 500. También Moratalla ha sufrido un gran descenso de habitantes, del 124%. Molina del Segura, en cambio, casi ha cuadruplicado los suyos, y municipios de la costa como Los Alcázares, San Javier, San Pedro, Mazarrón y Águilas han ganado población muy por encima de la media regional.
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Uno de los factores tras estos cambios es la transformación de la actividad económica, donde hoy tiene mucho mayor peso el sector servicios, que a finales de los 70 no llegaba a suponer el 40% de los ocupados y hoy acapara ya cerca del 70%.
«Antes de que eso ocurriera, lo que había mayoritariamente en la Región era campo: agricultura y ganadería», señala la historiadora. «Mucha gente tenía sus tierrecitas, pero era una agricultura más de autosuficiencia, igual que muchos criaban gallinas o conejos». Luego estaba el pequeño comercio: mercerías, papelerías, droguerías y pequeñas tiendas que han ido viéndose desplazadas por las grandes cadenas y franquicias.
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Y ese rápido desarrollo también se cobró otras víctimas, como el patrimonio. «Había una conciencia bastante laxa respecto a su protección, y si aparecían unos restos, se arrancaban y se levantaba un edificio», explica el cronista oficial de Murcia, Antonio Botías. «El gran exponente en la capital fue la construcción de la Gran Vía, donde se destruyeron palacetes, conventos y hasta los baños árabes, pero es algo que ocurrió en toda la Región con motivo del desarrollo urbanístico».
Otro de los grandes cambios tiene que ver con las maletas. En la década de los 60 y los 70 muchos trabajadores procedentes de las zonas rurales de la Región deshicieron las suyas en países como Francia o Alemania o en comunidades autónomas más prósperas. El cinturón industrial de Barcelona fue uno de los grandes polos de atracción.
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Según los datos del censo histórico de 1970, unos 40.000 murcianos emigraron a otras regiones en aquella época, la mayoría a Cataluña y la Comunidad Valenciana. La Región registró en este periodo uno de los saldos migratorios negativos, en términos per cápita, más altos de España. Hoy la tendencia ha cambiado, y recibe a más personas de las que se marchan. Al mismo tiempo, se ha convertido en receptora de extranjeros. Solo en 2022, Murcia ganó 23.316 habitantes en el intercambio con otros países.
Las estadísticas del padrón continuo contabilizan 271.000 habitantes nacidos en el extranjero (17,7% de la población), principalmente del continente africano (102.000) y de América del Sur (82.000). También hay una importante cantidad de europeos con 35.000 habitantes y 28.000 de otros países no comunitarios, principalmente británicos.
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La educación es uno de los aspectos claves en la evolución de las últimas seis décadas. En 1960, el porcentaje de población analfabeta llegaba al 38% en el caso de las mujeres, que en el entorno rural alcanzaba incluso el 41,7%. Ahora los ciudadanos que no saben leer ni escribir no llegan a representar el 0,5%, a pesar de lo cual, se mantiene la brecha de género: de las cerca de 6.000 personas que contabilizan los últimos registros, 4.000 son mujeres.
En el extremo opuesto, los estudios superiores han dado un vuelco. El censo de 1960 contabilizaba 4.017 personas con estudios superiores terminados, de las que solo 481 tenían sexo femenino. Nada que ver con las más 321.000 que reflejan los datos más recientes, donde más de la mitad, casi 174.000, son mujeres.
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Hay que tener en cuenta que durante los años del franquismo, la mujer no podía trabajar ni abrir una cuenta corriente sin el permiso de su marido, y que no fue hasta 1975, pocos meses antes de la muerte del dictador, cuando se suavizó la ley con la reforma del Código Civil y se dieron los primeros avances en materia de igualdad de género. La licencia marital dejó de existir en ese año y las mujeres casadas empezaron a incorporarse libremente al mercado de trabajo.
Las universidades eran los grandes epicentros del cambio. «Los hábitos, al menos en el entorno universitario, no eran tan diferentes. Cuando vine a estudiar a Murcia, se respiraba libertad, aunque esa era solo una parte del mundo. El resto no era ni tan libre ni tan movido», afirma la historiadora de la UMU.
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En 1977 solo uno de cada cuatro ocupados era mujer. Ahora la representación femenina se ha doblado, con los servicios como destino preponderante. En ellos trabajan el 86% de las empleadas de la Región.
En paralelo a ese desarrollo laboral, ha ido evolucionando también la forma de afrontar la maternidad, con una edad cada vez más tardía y un menor número de hijos. En 1960, las mujeres tenían más de tres descendientes de media (3,14). Las estadísticas reportan, además, que más de 5.000 contaban con 10 o más hijos, mientras que la media actual se sitúa en 1,42. Y pese a esa drástica caída, la Comunidad lidera el 'ranking' autonómico en número de hijos.
También hay menos matrimonios. De los más de ocho enlaces por cada 1.000 habitantes que había en 1960, se ha pasado a menos de tres. El censo de ese año recogía información únicamente sobre el número de hijos que declaraban tener las mujeres casadas o viudas, y el de 1970 dejaba fuera explícitamente a los nacidos de madre soltera: «Población femenina de 15 y más años, excluidas las solteras, según la edad y número de hijos nacidos vivos», reza el encabezado.
En el 75, cuando los indicadores de fecundidad empezaron a registrar la cifra de madres solteras en la Región, estas suponían el 1% del total. En 2022, casi la mitad de los hijos nacieron de madres solteras, el 46,4%.
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La evolución que vivirá la Región a partir ahora también la dibuja el INE a través de sus proyecciones. Según estas, la Región tendrá más de 1,84 millones de habitantes en 2039, con un origen mucho más variado. La población nacida en el extranjero crecerá un 77% pasando de 306.000 personas a 541.000. Y la sociedad seguirá padeciendo un lento envejecimiento. La edad media será ya de 44,5 años, cuatro y medio más que ahora. Aun así, la Comunidad seguirá siendo más joven que la media nacional (47,3). Y seguro que en sus playas no faltará gente.
Toda la información está disponible en abierto en el Instituto Nacional de Estadística (INE) a través de los Fondos Documentales, tanto mediante los censos históricos de población de los años 1960, 1970, y los censos de población y vivienda de 1981, 1991, 2001, 2011 y 2021, como de Anuarios Estadísticos. Las proyecciones de población son las publicadas por el INE.
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