S.VIVAS
Lunes, 11 de febrero 2013, 13:30
Una herramienta poderosa. Sea cual sea la edad del paciente, la música altera nuestra respiración y ritmo cardíaco, influye en la tensión arterial, la saturación de oxígeno, la temperatura e, incluso, en la resistencia al dolor. Pero sus efectos van más allá: modifica las ondas cerebrales, produce cambios en el tono muscular, la secreción hormonal, ayuda a la regeneración de los tejidos, además de relajar, tonificar y aminorar la fatiga y el estrés. Sus saludables beneficios son mayores en la tercera edad.
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