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Bailar es una de las actividades recomendadas por todos sus beneficios. Freepik

Quehaceres diarios para tener un envejecimiento activo y saludable

Cuidar de un huerto, resolver pasatiempos y bailar favorecen el desarrollo físico y cognitivo

Benito Maestre.

MURCIA

Martes, 13 de octubre 2020, 09:16

Con la jubilación se abre una nueva etapa. Poner el punto y final a la vida laboral permite tener más tiempo para uno mismo y emplearlo en las actividades que reportan un enriquecimiento personal, como pasar más tiempo con la familia, dormir más horas, viajar, leer, pintar, pasear... Además, dejar de trabajar reduce casi un 30% los síntomas depresivos y provoca que se adopten hábitos de vida más saludables. No obstante, se recomienda empezar a llevar un estilo de vida activo desde los 50 o 55 años en adelante para llegar a los 65 en buena condición física.

Se observa que los mayores de hoy son distintos a los de décadas anteriores. «Estamos ante una generación que no solo es la más longeva de la historia, sino que además goza de una mayor calidad de vida. Son muy activos y suelen estar más concienciados con su salud tras la jubilación», asegura Manuel Castillo, presidente científico de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad.

Según el estudio 'El impacto de la jubilación en la salud a partir de los 65 años' realizado por Vivaz, el porcentaje de españoles de 65 a 75 años que realiza ejercicio de forma regular aumenta un 28% respecto a los diez años previos al retiro. También se sigue la dieta mediterránea con más asiduidad (+12%), se fuma y se bebe mucho menos (-61% y -6%, respectivamente) y se está más satisfecho con la vida social en general (+9%).

En función de los gustos, preferencias y posibilidades, los jubilados aprovechan su tiempo libre para hacer lo que mayor bienestar les proporciona , optando por actividades que les reviertan en el desarrollo de un envejecimiento activo, saludable y feliz.

El fruto del esfuerzo

Cuidar de un huerto es una afición que engloba diferentes beneficios para sus cuidadores, más aún para las personas mayores. El contacto con la naturaleza, la actividad física que requiere, los olores que desprende la tierra y sus frutos e incluso los recuerdos que les despiertan permiten llevar una vida más activa, saludable y feliz. En concreto, los beneficios van desde un mejor estado de ánimo hasta una reducción del estrés, pasando por el impulso de las relaciones sociales. Precisamente, los huertos son una herramienta muy aconsejada y extendida en colegios y residencias de la tercera edad, ya que favorecen una alimentación saludable y equilibrada y promueven una conciencia de cuidado y respeto por el medio ambiente.

Mantener las plantaciones es un trabajo que tiene su merecida recompensa. A nivel físico, favorece el desarrollo de la psicomotricidad, aumenta la producción de endorfinas y reduce el ritmo cardíaco; en el apartado cognitivos, estimula la memoria, mejora la capacidad de coordinación y favorece el desarrollo de la capacidad cognitiva y creativa, y en el plano psicológico, mejora el estado de ánimo, disminuye la ansiedad y el estrés e incrementa la sensación de bienestar.

Muchas personas mayores nacieron y se criaron en el mundo rural, pero tuvieron que trasladarse a núcleos urbanos en busca de mejores oportunidades. Ahora, ya jubilados y con experiencia en las labores del campo, algunos retornan a su lugar de origen para disfrutar de esta etapa, aprovechando que, en determinados casos, poseen terrenos donde cultivar frutas y verduras para el autoconsumo y abastecer a familiares y amigos. Este hecho les ayuda a gestionar mejor su tiempo libre y sentirse útiles.

Al compás

La salsa, el mambo y el pasodoble son los estilos musicales preferidos de las personas mayores para bailar, ya que implican pasos más sencillos, aunque no por ello menos divertidos. Más adelante, cuando la experiencia proporciona mayor confianza y soltura en los movimientos, es el momento de probar con el tango y el chachachá, que son algo más complicados. Sea cual sea el género, el baile es una manera fácil y divertida de practicar ejercicio físico, y realizándose con moderación se considera especialmente beneficiosa para la salud de este colectivo.

Para la mente, el baile aporta muchos beneficios: reduce el estrés, aleja la depresión y hace sentirse más contentos; ayuda a ejercitar la memoria, la atención y, si se baila en pareja, obliga a coordinar los movimientos con los de la otra persona; potencia la autoestima y la confianza en uno mismo, ayuda a vencer la timidez y aleja la soledad. En cuanto al estado físico, fortalece los músculos, sobre todo de piernas, caderas y brazos; aumenta la flexibilidad y la resistencia; mejora la coordinación y el equilibrio, por lo que ayuda a prevenir las caídas; beneficia a los sistemas cardiovascular y respiratorio; y ayuda a mantener el peso y prevenir la osteoporosis.

Al abrigo de la familia

Las personas mayores son, indiscutiblemente, un pilar básico en la estructura familiar, ya que son el nexo de todos sus miembros y pieza clave en la conciliación laboral de sus hijos. En este sentido, sus principales roles consisten en llevar y recoger a los nietos del colegio, darles de comer o de cenar y cuidarlos mientras sus padres están trabajando. Precisamente, la relación intergeneracional favorece la consolidación de su idea de familia y, por ende, la sensación de sentirse querido, arraigo, seguridad, capacidad, autoestima, confianza y apoyo social. Tanto, que es uno de los indicadores de longevidad.

Este vínculo contribuye a que el envejecimiento activo sea una realidad, al estar juntos, escucharse y compartir tiempo y conocimientos, en ambas direcciones. Se estima que las personas mayores que se sienten valoradas por los suyos suelen vivir más y con mayor calidad de vida, por ello es fundamental mantener unas buenas y fuertes relaciones familiares, lo que contribuye a lograr un envejecimiento activo y lleno de bienestar. Eso sí, los lazos afectivos han de fomentarse a lo largo del año, y no en únicamente en fechas señaladas como la Navidad.

Papel y lápiz

Los pasatiempos son la herramienta perfecta para ejercitar el cerebro y mantenerlo en forma, como si de un músculo más se tratase. De hecho, los expertos coinciden en que tener una actividad mental continuada favorece su desarrollo. Así, se evita su deterioro progresivo y que termine afectando su buen funcionamiento.

Los crucigramas, sopas de letras y sudokus son opciones recurrentes en las interminables esperas, y para algunas personas se han convertido en la mejor compañía. Estos juegos no entienden de edades, ya que cualquiera puede atreverse a rellenar los espacios en blanco con letras y números o rodear las palabras escondidas.

Los pasatiempos tienen una doble función. Por un lado lúdica, entretienen a pequeños y adultos y, una vez resueltos, transmiten una sensación de bienestar. Ahí el estrés se transforma en motivación por descifrar el siguiente desafío y durante ese proceso, la mente desconecta de los quebraderos de cabeza diarios. Y por otro, la parte cognitiva, las personas que los realizan con frecuencia, se esfuerzan en utilizar estrategias de razonamiento, memoria, atención y lógica, mejorando su agilidad mental y despertando su curiosidad. Está especialmente indicado para los niños y los mayores porque aprenden palabras y afrontan nuevos retos.

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