«Le tiré gasolina por encima y provoqué el incendio porque las voces me hablaban»

María Isabel T. O. despejó la duda pronto. «Le tiré la gasolina y provoqué el incendio por miedo y, también, porque las voces me hablaban. Me decían que, si no la mataba, ella me iba a matar a mí». Así reconoció la acusada de acabar con la vida de otra mujer en Murcia en 2018 su participación en los hechos. Lo hizo ayer durante la primera vista del juicio que arrancó en el Palacio de Justicia en el que se enfrenta a una acusación de asesinato.

Tras admitir su participación en la muerte de Dolores M., una vecina de La Paz de 36 años, la cuestión a dilucidar ahora por el jurado configurado este lunes es si su actuación fue premeditada y constituye un delito de asesinato, como argumenta la Fiscalía y la acusación, o de homicidio, como defiende su abogada, que argumenta que la acusada actuó movida por los trastornos mentales que padece y el consumo de grandes cantidades de cocaína y alcohol. «Llevaba tres días sin dormir», manifestó María Isabel.

Los hechos ocurrieron el 18 de septiembre de 2018 cuando, según el escrito de la Fiscalía, la acusada, que había mantenido un enfrentamiento tres días antes con la víctima en la zona de Atalayas por el robo de una bicicleta, acudió a su domicilio en el Polígono de La Paz armada con un cuchillo y una botella de gasolina, llamó a la puerta en actitud agresiva y, cuando esta la abrió, la roció presuntamente con el líquido inflamable de manera sorpresiva y le prendió fuego con un mechero.

Según explicó María Isabel a preguntas de la representante del Ministerio Fiscal, no acudió al domicilio de Dolores con la intención de matarla, sino que se encontraba ahí «para comprar droga» en un piso superior. «Al subir vi la puerta de abierta», apuntó. Según su relato, se asomó y vio a la víctima en un sillón, y esta, tras percatarse de su presencia se abalanzó sobre ella para agredirla. Entonces María Isabel le tiró la gasolina «por miedo», ya que, Dolores le había dado palizas «muchas veces». En una de ellas, afirmó, incluso le hizo perder un diente.

También negó haber acudido con la botella de gasolina al lugar, una de las claves para determinar la premeditación. María Isabel señaló que la cogió en la puerta del edificio, «de un chaval que estaba arreglando una moto pequeña», aunque no supo explicar por qué. Respecto al cuchillo, apuntó que lo llevaba encima para robar en coches y que se deshizo de él al irse por si la paraba la Policía.

El abogado de la acusación particular, Pablo Ruiz Palacios, consideró que María Isabel actuó con alevosía y ensañamiento, al elegir como forma de muerte «una de las más crueles», y estimó que, además de un delito de asesinato, cometió otro de lesiones por las quemaduras que sufrieron los familiares de la fallecida al intentar atenderla, y otro de incendio. Por ello solicitó 25 años de cárcel para ella. También opinó que su actuación fue consciente y «fría».

La abogada defensora centró sus preguntas en el consumo de drogas y las patologías mentales para apoyar que la acusada no era dueña de sí cuando sucedió la tragedia. María Isabel defendió que toma una fuerte medicación para sus patologías -«me deja tan relajada que se me cae la baba»-, y que ha intentado suicidarse ya dos veces en la cárcel.