La catarsis

Cuando uno escucha a The National no sabe si cortarse las venas o dejárselas crecer. Pero siempre opta por la segunda opción, envuelto como anda entre las oleadas de melancolía y nocturnidad emitidas con tal intensidad e inspiración por la banda radicada en Brooklyn que acaban convertidas en algo parecido a la belleza. La impresión de que Matt Berninger no canta sino que ordena desde su imponente voz de barítono impide cualquier otra opción a la escucha atenta. Primero muestra la herida, después la haces tuya y finalmente su canto se transforma en antiséptico. Estás a salvo. Por los pelos. Ha merecido la pena.

Después de cinco álbumes de gran intensidad emocional, con hitos como Alligator (2005) y Boxer (2007), siempre se corre el riesgo de la reiteración. Pero en el sexto y último, Trouble will find me -aunque ya han adelantado una nueva canción (Sunshine on my back) del próximo- The National volvió a mostrar sus credenciales, esta vez dejando entrar un mínimo rayo de sol en su cuarto oscuro anímico. No sé si es importante, tal vez para ellos, porque lo que seduce de su propuesta más que la salida es el propio laberinto. «La tristeza se me presentó cuando era un niño, esperó y ganó», cantan en Sorrow, una canción que interpretaron en el MoMA 105 veces seguidas el 5 de mayo de 2013. Seis horas y un bis: la propia Sorrow. ¿Quién más podría ofrecer semejante performance sin morir en el intento? Quien quiera un amigo que se compre un perro: de The National lo que se debe esperar es esa obsesión, ese maldito dolor, esa sobrecogedora catarsis.

De The National y a propósito de su actuación en el SOS 4.8 hay quien ha afirmado que no es un grupo festivalero. ¿Qué diablos significa eso? ¿Hay que bailar todo el rato y a toda costa? Pues ahí tienen el SOS Club. Yo andaré por las primeras filas. Ni me hablen.