Un bar de cabecera

Mesón Prior es el bar que todos queremos tener debajo de casa. Al que queremos ir siempre que nos apetece una cerveza o un vino pero no nos da el ánimo para coger el coche. También es ideal para esos viernes que terminas la jornada laboral antes de lo previsto y quedas con un par de colegas para el aperitivo o las cañas de la noche. Es un local con buena barra de tapas clásicas, un menú diario y una terraza que amplía el coqueto comedor interior.

No tiene carta, ni falta que le hace. Los camareros cuentan los platos de que disponen enumerando ingredientes y sin explicar cómo se cocinan, porque las formas de elaborarlas son básicas y conocidas. Estupendos caballitos caseros con rebozado tradicional y cola de gamba sabrosa, frescas almejas a la plancha, tiernas patas de pulpo al horno o crujientes chipirones sin exceso de aceite son algunos de los recurrentes entrantes que ofrece el mesón. El buey y el resto de carnes rojas a la plancha, así como la gamba roja y demás mariscos de primera, dependen del precio y calidad con la que se vendan en el mercado.

Y es que a veces la realidad de los negocios de hostelería que funcionan golpean tan fuerte en la conciencia de quienes hemos visto otros locales cerrar por falta de clientes que solo podemos preguntarnos si en realidad es tan difícil centrar la oferta en producto de calidad, un servicio respetuoso, una cocina con profesionalidad y unos márgenes en las cuentas que nos dejen vivir. ¿Es tan difícil? Creo que no.

El trato en Mesón Prior es correcto, sin florituras ni malas caras. A poco que pasemos un rato sentados notaremos que muchos de los clientes acuden con tanta asiduidad al Mesón Prior que se ha convertido en su bar de cabecera. Y con razón.