Cortinas ancladas en los almacenes
Negocios en cuarentena ·
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En esta época del año Gredecor Interiorismo Textil, la fábrica de cortinas de Gregorio González en Puerto Lumbreras, debería estar en plena producción y la docena de tiendas que tiene repartidas bajo esa marca por la Región de Murcia y Almería tendrían que estar llenas de gente eligiendo las telas para vestir las ventanas de sus hogares, seleccionando toallas y poniéndose al día de las últimas colecciones de colchas y tapicerías. De febrero a mayo se concentran buena parte de las ventas del año relacionadas con la celebración de bodas y comuniones. «Es la mejor temporada para nuestra empresa», que factura dos millones de euros al año y que calcula pérdidas de 200.000 euros al mes mientras el negocio permanezca cerrado por la crisis del coronavirus, explica González.
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Ahora la empresa, como tantas otras, está en cuarentena, buena parte de los pedidos de la temporada están confeccionados y listos para entregar a los clientes, pero se han quedado anclados en el almacén. Los 60 empleados entre instaladores, costureras, dependientes y personal de oficina están en su casa, lamenta el empresario, que ha tenido que recurrir a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para garantizar que el negocio pueda abrir sus puertas cuando acabe el confinamiento decretado por el Gobierno.
En mitad de la tormenta de pérdidas económicas, lo único estimulante para González es que su fábrica de cortinas está siendo de gran utilidad para la confección altruista y solidaria de mascarillas, gorros y batas para el personal sanitario. Estos pedidos sí que no han parado de crecer en las últimas semanas, ante la falta de material de protección de los que están en primera línea en la lucha contra el coronavirus.
Las modistas han cosido en sus casas, también de forma desinteresada, 3.000 mascarillas con los tejidos que les ha facilitado la empresa y que se han distribuido en el hospital Rafael Méndez, en centros de salud de Lorca y Puerto Lumbreras, en la residencia de ancianos San Francisco de Águilas y en la Policía Local de Lorca.
Las piezas se han confeccionado con lonetas y tejido antibacteriano que quedaban en el almacén pero ante el aluvión de pedidos la empresa ha adquirido más tela. «Hacemos lo que podemos con el material del que disponemos, entre todos tenemos que ayudarnos para salir adelante» y contribuir a poner freno al avance del Covid-19, asegura el empresario.
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Pese a que el negocio permanece cerrado, cada día se tiene que enfrentar a nuevos pagos. Los pedidos de telas y accesorios para confeccionar los encargos que realizó antes de que el país entrara en el estado de alarma siguieron llegando hasta la semana pasada y ha tenido que pagarlos puntualmente. «No los podía anular porque habría fallado a mis proveedores», y los recibos de luz, teléfono y el resto de impuestos tampoco se han visto interrumpidos, señala.
«El problema es muy grave, es de locos. Cuanto más se alargue esta situación más difícil será de resolver», reconoce. Gregorio González era partidario de haber cesado toda actividad no esencial al principio de la crisis.
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