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Nuevos registradores. Pablo Fernández (preparador) junto a seis de los aspirantes que han obtenido plaza: Ángel Chacón, María Miralles, Alberto Zurita, Rocío de Andrés, Isabel Fuentes y Juan Fernando Cánovas. Nacho García / AGM
Opositar a registrador: una durísima carrera de fondo

Opositar a registrador: una durísima carrera de fondo

El resultado tras años de esfuerzo. Ocho de los 45 aspirantes que han logrado plaza este año se han formado en la Región de Murcia

Domingo, 2 de julio 2023, 18:36

Ángel Chacón ha pasado los últimos tres años y medio sepultado bajo tomos de Derecho Civil, Hipotecario y Mercantil. Desde las seis y media de la mañana hasta las siete de la tarde, con un pequeño parón para comer. «Unas 10 horas diarias, seis días a la semana», resume. Un monumental esfuerzo que ha dado resultados: este joven almeriense de 26 años será registrador de la propiedad tras conseguir una plaza en unas durísimas oposiciones solo equiparables a las de Notaría, Abogacía del Estado o judicatura.

El tiempo que Ángel ha invertido en memorizar los más de 350 temas susceptibles de ser desarrollados en las pruebas orales y escritas de estas oposiciones puede parecer una eternidad, pero lo cierto es que constituye todo un récord, por su brevedad. Lo subraya María Miralles, de Murcia, que ha destinado once años a lograr este objetivo. «Una de las cosas que te motiva a seguir es el trabajo que llevas hecho. Te planteas que, si aguantas un poco más, quizás lo consigas», confiesa esta nueva registradora.

María y Alberto se han entrenado para este duro proceso en la Región de Murcia, en una academia de preparación gratuita vinculada al Decanato de Registradores de Murcia. En total, ocho de los 45 aspirantes que en toda España han logrado plaza en esta última convocatoria han pasado por aquí. Es un buen resultado si se tiene en cuenta que se han presentado 640 opositores en todo el país.

Pablo Fernández es el director de esta academia. «Las oposiciones constan de dos pruebas orales y dos escritas, todas ellas eliminatorias. La tercera prueba consiste en la calificación de un documento público. Eso es algo que solo preparamos en Murcia y en Madrid», explica.

La figura del preparador es clave. «Cuando comencé a estudiar, mi mayor miedo era no poder controlar los nervios el día del examen; no sabía si sería capaz de decir mi nombre. Pero luego me di cuenta de que lo más duro es levantarte todos los días a las siete y media de la mañana sin saber si va a servir para algo, sin más motivación que la de ir a cantar tus temas a la academia. Por eso, es un apoyo esencial», reflexiona Elena García, de 29 años.

Fuerza de voluntad

El preparador actúa de guía, mentor y hasta psicólogo. Porque este es un proceso que pone a prueba la fuerza de voluntad y la salud mental de cualquiera. La vida social e incluso la familiar se resienten. «Durante todo este tiempo solo me he tomado un día libre a la semana. No sabes lo que es un puente, ni un fin de semana. Me levantaba un sábado a las seis y media y veía en el grupo de Whatsapp que mis amigos estaban volviendo de fiesta. Hablaba con ellos por videollamada mientras desayunaba», recuerda Ángel.

«O llegaba el domingo, había una comida familiar y tú a las cuatro de la tarde te levantabas para ponerte a estudiar», apostilla Alberto Zurita, otro opositor, natural de Priego de Córdoba, que ha obtenido plaza tras pasar por la academia murciana. Al final, la familia tiene que adaptarse a la vida espartana del opositor. Y no siempre es fácil, admite Rocío de Andrés, murciana de 26 años. «No solo son un apoyo moral, algo muy importante, sino logístico. Yo empezaba a estudiar a las 6.30 de la mañana y paraba a las 14.30 a comer. El plato tenía que estar a esa hora encima de la mesa para no perder el ritmo, porque a las 15.30 volvía a estudiar hasta las ocho de la tarde. Mis padres estaban totalmente subordinados a mi horario», recuerda. Por eso, al final las oposiciones no solo las aprueba el aspirante, sino toda la familia. «No voy a olvidar nunca la reacción de mis padres y mi hermana cuando el 30 de mayo nos dieron los resultados», confiesa Rocío.

La vida en pareja también puede ponerse cuesta arriba en un proceso como este. «Tienes que estar con alguien que esté dispuesto a seguir tu ritmo y tu forma de vida hasta que apruebes o decidas abandonar. Yo tengo la suerte de contar con una pareja que me ha comprendido y me ha esperado durante este tiempo. Eso me ha dado estabilidad», relata María Miralles.

«Gestionar las inseguridades»

Todo esto es importante sobre todo cuando llegan los momentos «de bajón», las dudas y la tentación de tirar la toalla. «Esto es muy largo, exige mucho esfuerzo mental y hay que saber gestionar las inseguridades», advierte Juan Fernando Cánovas, murciano de 26 años. «Yo no soy un ejemplo a seguir, he tenido una relación bastante tóxica con las oposiciones. Me he dado cabezazos contra el muro hasta que el muro se ha roto, pero lo normal es que en esta situaciones el que se rompa seas tú», advierte.

Juan Fernando ha aprobado en tiempo récord (tres años y medio) pese a que durante este tiempo ha pasado por vicisitudes que han roto con la tranquilidad necesaria para el estudio. «Mi casa se incendió –cuenta–; así que me tuve que ir a Santa Pola, donde veraneo. Allí estuve en la soledad del farero y la presión me pudo. Tuve que darme unos meses y, al final, volví a estudiar».

Todos estos esfuerzos, de Juan Fernando y del resto de sus compañeros formados en la Región de Murcia, han dado sus frutos. A partir de octubre, tomarán posesión de la plaza más anhelada.

Una profesión «menos aburrida de lo que piensa la gente»

El inabarcable temario de las oposiciones a registrador de la propiedad parece árido contemplado desde fuera, pero para Alberto Zurita, que acaba de sacar plaza tras aprendérselo al dedillo, no lo es. «Es menos aburrido de lo que piensa la gente. Hay miedo o desconocimiento a lo jurídico, pero al final lo que regula es la vida: naces, te casas, tienes una separación o un divorcio, te compras una casa», reflexiona. Alberto siempre ha querido ser registrador. Le atrae «la defensa férrea de la propiedad». Isabel Fuentes, murciana de 27 años, no sentía esa vocación cuando comenzó Derecho. «Pero, en el último año de carrera, hice prácticas en el Registro y me gustó mucho», cuenta.

Cada uno ha llegado hasta aquí por diferentes motivaciones, pero la inmensa mayoría tienen algo en común: un colchón familiar que les permite dedicarse al estudio. También hay algunas becas que conceden los colegios profesionales. Ahora, tras la dura oposición, hay recompensa. Los ingresos de un registrador varían en función de su volumen de operaciones. Pueden rondar los 15.000 euros mensuales, según estimaciones. A esta cantidad hay que restar los gastos que se generen en la oficina registral.

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