No todo el mundo vuelve a casa por Navidad. Despedir el año en un destino lejano puede resultar un plan muy atractivo para vivir una ... Nochevieja diferente y, en algunos casos, hasta inolvidable. Sin embargo, no es el deseo que pedirían por estas fechas señaladas muchos de los murcianos que viven en el extranjero y que recibirán 2024 a miles de kilómetros de sus raíces, con los pies en diferentes puntos del planeta, pero con la cabeza y el corazón puestos en la Región.
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Actualmente, 38.504 murcianos mayores de edad viven fuera del país, según el Censo Electoral de Españoles Residentes en el Extranjero (Cera), uno de los registros más fiables por la actualización de sus datos para hacerse una idea de la amplia estela que dejan los nacidos en la Región por el mapamundi.
De Australia a Cuba, pasando por las capitales europeas de Austria e Irlanda, LA VERDAD contacta con cuatro de estos murcianos repartidos por el mundo que despedirán el año lejos de sus familiares y amigos, aunque se acerquen virtualmente a la tierra que les vio nacer conectando a través de una videollamada para brindar con los suyos por el nuevo año a través de una pantalla.
Es la realidad que vivirán esta Nochevieja las murcianas Andrea García y Rocío Zambudio, la abanillera Inma Ayala y el cartagenero Raúl Díaz. Desde diferentes ubicaciones del globo terráqueo, todos coinciden en que lo que más echarán de menos en la última noche del año es comerse las uvas rodeados de los suyos. Una tradición que no se estila en ninguno de sus países de acogida, pero que la mayoría mantendrá viva desde la distancia. Seguido del calor familiar, la añoranza más extendida entre todos ellos es la gastronomía que rodea a la Navidad en la Región.
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Andrea García es una de esas murcianas por el mundo que dará la bienvenida al año 2024 en Australia, uno de los puntos del planeta que cada año se convierte en noticia por ser de los primeros lugares en recibir el Año Nuevo, con la icónica estampa del espectáculo de fuegos artificiales sobre la Ópera de Sídney. Esta joven de 26 años de la pedanía murciana de Alquerías decidió recorrer mundo después de acabar Periodismo. Un deseo cumplido que le ha llevado a más de 15.000 kilómetros de casa.
«Tenía ganas de salir del pueblo y me fui a Madrid a estudiar la carrera. Cuando acabé, decidí apostar por el inglés y me mudé con mi pareja a Irlanda. Allí estuvimos viviendo un año y conocimos a mucha gente que había estado en Australia. Nos animaron a vivir la experiencia y decidimos lanzarnos a la aventura. Si te lo piensas dos veces, cuesta irse tan lejos de la familia, pero no me arrepiento», relata sobre su llegada al país más grande de Oceanía, donde trabaja como limpiadora de un hotel.
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Actualmente vive en la ciudad de Cairns, uno de los destinos más populares para visitar la Gran Barrera de Coral, donde pasará su primera Nochevieja fuera de España. «Me tomaré las uvas dos veces para coincidir con el horario español y conectar con mi familia, aunque tenga que esperar a las 9 de la mañana», detalla Andrea sobre sus planes para dar la bienvenida al nuevo año desde el hemisferio sur, donde ahora mismo es verano.
«Nunca imaginé pasar una Navidad en chanclas. Hace mucho calor y la humedad es altísima. Es muy raro, imagínate cambiar el chocolate caliente por un helado en esta época del año», resalta sobre su estancia en el país de los canguros, donde los trajes de baño comparten espacio con la decoración navideña en las superficies comerciales. Aunque tiene el mar muy cerca, Andrea no podrá empezar 2024 pegándose un chapuzón de agua salada. «Aquí las playas están cerradas al baño porque hay cocodrilos. Todo el mundo se concentra en una piscina donde han instalado un árbol de Navidad gigante, lo que resulta muy chocante».
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Respecto a las costumbres australianas en Nochevieja, destaca que «los espectáculos de fuegos artificiales son sagrados» y que las familias también se juntan para cenar, pero no es una reunión tan especial como en España. «Ni es una tradición arraigada ni se comen las uvas como nosotros».
Rocío Zambudio también pasará la Nochevieja con temperaturas veraniegas. «Despediré el año en sandalias y a 30 grados, con un calor que no se puede soportar», asegura esta diseñadora gráfica de 53 años natural de La Cueva, población de la pedanía murciana de Monteagudo, que lleva casi una década viviendo en Cuba.
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Confiesa que se emocionará cuando conecte con sus seres queridos y estén reunidos en torno a la mesa para compartir la última cena del año. «Siempre me hacen una videollamada y acabo llorando al ver todas las cosas buenas que tienen para comer». Delicias navideñas típicas de la Región de Murcia que distan mucho de los platos cubanos.
Rocío trabaja en la Oficina del Conservador de Santiago de Cuba, organismo que se encarga de velar por la conservación del patrimonio y fomentar la cultura en la segunda ciudad más importante del país caribeño, donde se siente como en casa. «Vine por primera vez en 1992 como voluntaria de una ONG. Me enamoré de Cuba y pensé que algún día viviría aquí. Y fíjate, muchos años después volví de aventura y me quedé».
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Aunque ya se ha acostumbrado a la vida cubana, reconoce que al principio le costó entender la forma que tienen de celebrar la Navidad. «Me chocó muchísimo que no hubiese tradición de cena de Nochebuena ni de Nochevieja, pero la Navidad aquí es muy curiosa. Dejó de celebrarse en 1959 cuando triunfó la Revolución, al ser declarado un país laico. Fue con la visita del Papa Juan Pablo II a finales de los años 90 cuando se declaró festivo el 25 de diciembre», explica.
A pesar de que Nochevieja no es una fecha señalada en Cuba, se respira el ambiente previo al día de Año Nuevo, que sí es un festivo especial. «Este 1 de enero se conmemora el 65 aniversario de la Revolución cubana. Se celebra un acto en todas las ciudades del país y la gente sale a festejar a la calle con su botella de ron, cargados de guitarras y maracas para cantar y bailar».
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Aunque no es supersticiosa y podrá pasar sin ellas, Rocío cuenta que no es fácil encontrar uvas en Cuba. «Iré a la plaza Céspedes, donde se llevará a cabo el tradicional izado de la bandera. Si ondea es porque el año va a ser bueno. Así que, por si acaso, soplaremos muy fuerte», bromea.
Inma Ayala sí se ha propuesto firmemente no quedarse sin uvas. «Un año no encontré en ningún supermercado y acabé tomando arándanos», rememora al hablar de la que será su cuarta Nochevieja en Dublín, donde trabaja como educadora social en un centro de personas sin hogar.
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Cuenta que lo más típico en Irlanda es salir a beber. «Hacen 'la ruta de los 12 pubs'», una tradición que consiste en tomar una pinta de cerveza en cada local. «La zona del 'Temple Bar' se llena de grupos de amigos de todas las edades con jerseys navideños y te encuentras a gente con luces en la cabeza. Algunos incluso se las ponen en la barba», advierte.
Inma dice que «se respira un ambiente muy bonito, aunque para los que estamos lejos de la familia son fechas complicadas». Tanto es así que reconoce que el año pasado estuvo toda la Navidad llorando porque le hubiera gustado pasarla con su familia en Barinas.
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Sin embargo, este año sus lágrimas serán de alegría. «Estoy muy ilusionada porque vienen mis padres a visitarme. Prepararé gambas y unos buenos chuletones para celebrar la Nochevieja al estilo español, con mucha alegría, en familia y con cotillón», explica emocionada.
Raúl Díaz también sabe lo que es despedir el año lejos de su Cartagena natal. Tiene 31 años y ya lleva dos lustros en Viena, donde forma parte del departamento de ventas de una multinacional. «Siempre se me han dado bien los idiomas, me salió la oportunidad de trabajar aquí, probé suerte y al final me quedé».
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Destaca que los austriacos viven la Navidad intensamente. «Los mercadillos de invierno aquí son muy típicos y suponen un gran reclamo turístico. También atrae a muchos visitantes la pista de patinaje sobre hielo que instalan frente al Ayuntamiento de Viena», añade.
En cuanto a las principales costumbres vienesas, el cartagenero dice que «son muy fanáticos del calendario de Adviento y es un regalo muy habitual. Para Raúl también es destacable que los árboles de Navidad suelen ser naturales: «No se ven tantos pinos artificiales como en España».
Respecto a su despedida del año, optará por 'La ruta de Nochevieja', un recorrido por distintas plazas en las que se llevan a cabo espectáculos musicales. Sin embargo, su plan ideal sería estar en Cartagena en familia. «No hay nada mejor que la alegría de juntarte con los tuyos y ver las caras de ilusión de los más pequeños de la casa. Eso sí es Navidad».
Tortilla de patatas y ensaladilla rusa «como la hacemos en Murcia». Son los platos que elaborará Andrea García para su cena de Nochevieja en Australia. Manjares que compartirá con un grupo de amigos de todo el mundo. «Va a ser un menú multicultural y cada uno cocinará un plato típico de su país. Aquí no hay rosquillas, pero me buscaré las mañas para que prueben las marineras y se hagan una idea de lo bien que se come en la Región», explica ilusionada la alqueriense.
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Será la forma de quitarse un poco el antojo que tiene de los sabores tradicionales de la gastronomía murciana, aunque se quedará con ganas de probar las tortas de Pascua y los guisos típicos de la huerta que hacen su madre y su abuela por Navidad.
En el otro extremo del mundo, Rocío Zambudio detalla que cuando es festivo en Cuba lo más típico es tomar un congrí (arroz con frijoles negros), yuka con mojo, cerdo asado y ensalada con lo que haya. «Aquí comen lo que pueden», apunta.
Por su parte, Inma Ayala señala que en Irlanda se estila en fechas señaladas tomar pavo relleno a base de cebolla, pan rallado, especias y mantequilla. Un plato que suele ir acompañado de guarnición de verduras y patata, que se presenta asada o en puré. Pollo, cordero y ternera al horno son otras de las elaboraciones más comunes. «No son platos muy especiales, aunque los preparan con más esmero para celebrar el fin de año».
En Austria, el cartagenero Raúl Díaz destaca que la comida tradicional por estas fechas es el ganso relleno con salsa, que se suele servir con patatas y remolacha. «El sabor es parecido al del pollo», resalta. Las gélidas temperaturas hacen que la bebida cobre protagonismo. «La gente toma ponche y vino caliente con especias para combatir el frío», señala. Y como bocado dulce, dice que son muy típicas las galletas de jengibre y vainilla.
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Sin embargo, la cena de Raúl será 'made in Spain'. «He quedado con amigos que vienen de España con embutidos y haremos gambas al ajillo, mejillones al vapor y unos buenos solomillos».
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