Los niños con leucemia tienen más riesgo de morir si están expuestos en su entorno más cercano al humo del tabaco. Es la rotunda conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de La Arrixaca y de la UPCT después de analizar las tasas de supervivencia de 146 pacientes menores de 15 años afectados por este tipo de cáncer en la Región.
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Gracias a las mejoras en los tratamientos, cerca del 90% de los niños con leucemia siguen vivos a los cinco años del diagnóstico, lo que significa, en la mayor parte de los casos, superar la enfermedad. Sin embargo, la supervivencia baja diez puntos -se queda en torno al 80%- en los hijos de madres fumadoras.
La diferencia es «estadísticamente significativa» y permite concluir que el hábito tabáquico es un factor que empeora el pronóstico de la enfermedad, subraya Juan Antonio Ortega, jefe de la Unidad de Salud Medioambiental de La Arrixaca y director de este estudio, que acaba de ser publicado en la revista científica 'Environmental Research'.
Ese mayor riesgo se observa también cuando es el padre el que fuma, pero los resultados son en este punto menos robustos. Los investigadores creen que esa diferencia obedece a razones de índole social: algunos padres todavía tienen menos contacto directo con sus hijos que las madres, especialmente en la primera etapa de la vida.
Los investigadores han cotejado las tasas de supervivencia de 146 niños y adolescentes diagnosticados de leucemia en La Arrixaca entre los años 1998 y 2016 con los hábitos de sus padres desde el momento de la gestación. En el grupo de pacientes con padres fumadores, la supervivencia frente a la leucemia es menor. No se trata necesariamente de un consumo diario de tabaco, advierte Alberto Cárceles, médico de la Unidad de Salud Medioambiental. No hay un nivel de 'exposición segura' frente al humo del cigarrillo, ni frente a las sustancias tóxicas que quedan por el domicilio o impregnadas en las ropas, y que el niño puede tocar e incluso ingerir.
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¿Por qué esta relación entre una menor supervivencia y el hábito tabáquico de los padres? Los autores apuntan a una mayor mortalidad por complicaciones durante los tratamientos. En concreto, el tabaco multiplica tanto el riesgo de sufrir infecciones como su gravedad, recuerda Manuel Sánchez-Solís, jefe de Pediatría de La Arrixaca.
Los investigadores subrayan la importancia de estas conclusiones. «Llevamos mucho tiempo estudiando la biología de la enfermedad. El pronóstico de la leucemia ha mejorado muchísimo y se ha alcanzado una supervivencia del 90%. Pero, a partir de ahí, no se ha conseguido aumentar esa tasa pese a las nuevas dianas terapéuticas. Ahora se abre la posibilidad de poder aumentar la supervivencia y reducir la mortalidad en ese 10% restante», resume José Luis Fuster, jefe de Oncología pediátrica de La Arrixaca.
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Los autores advierten de la necesidad de llevar a cabo estudios más amplios. Pero, además, se pueden empezar ya a tomar medidas. «Hay que incorporar de forma urgente la deshabituación tabáquica de los padres a los protocolos de atención», advierte Juan Antonio Ortega. No solo en el caso de la leucemia, el más común de los cánceres infantiles, sino también en el resto de tumores en edad pediátrica.
La relación entre tabaco y diferentes tipos de cáncer está ampliamente documentada, pero faltan estudios en el caso de los niños, señala Ortega. La investigación desarrollada en La Arrixaca es, en este sentido, novedosa. «Hemos encontrado un factor pronóstico en la leucemia que es modificable, es decir, sobre el que se puede actuar», explica el jefe de la Unidad de Salud Medioambiental. El estudio ha sido desarrollado por Ortega y su equipo en colaboración con Fernando López, catedrático de Métodos Cuantitativos e Informáticos de la UPCT. También ha participado Rebeca Ramis, del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.
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La investigación no hubiese sido posible sin la historia clínica ambiental, una herramienta pionera puesta en marcha por la Unidad de Salud Medioambiental de La Arrixaca que permite recopilar una gran cantidad de información sobre los hábitos y el entorno de los pacientes y sus familias.
Uno de los datos más llamativos del estudio desarrollado por la Unidad de Salud Medioambiental de La Arrixaca es la elevada proporción de niños con leucemia cuyos padres son fumadores o lo han sido en algún momento desde la gestación. En la Región, las tasas de consumo de tabaco se sitúan entre el 29% y el 34% de la población general, en función de las diferentes encuestas. Sin embargo, en el caso de los niños con leucemia, el 44% de las madres y el 55% de los padres admiten haber fumado en mayor o menor medida durante el periodo del embarazo. El estudio no entra a analizar si el tabaco es o no un factor causal de la enfermedad, pero el jefe de la Unidad de Salud Medioambiental, Juan Antonio Ortega, cree que estos altos porcentajes no pueden pasarse por alto. «Es un hecho que hay mayor incidencia de tabaquismo en los padres de niños con leucemia y también en otros cánceres, como los neuroblastomas», subraya. El mensaje, en definitiva, no puede ser más claro: el tabaco no solo pone en riesgo la salud del fumador, también la de sus hijos.
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