El día en que el 'Tamayazo' reventó las elecciones autonómicas de Madrid en 2003, la periodista Pilar Bernal (Cartagena, 1977), hoy vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras, se encontraba en el mismo centro de la acción. Hacía sus primeras prácticas en una ... televisión de la capital y había acudido a cubrir aquella sesión constitutiva en la Asamblea de Madrid, donde Esperanza Aguirre era incapaz de contener la sonrisa al escuchar a la diputada socialista Helena Almazán pedir, visiblemente afectada, un receso de diez minutos para averiguar los motivos de la inesperada ausencia de dos de sus compañeros de bancada, un hecho que frustraba la formación de un gobierno socialista y revivía a un PP al que todos daban por muerto.
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Desde entonces, Pilar siempre ha tenido «la sensación de que en esta ciudad se ha vivido muy bien pese a sus políticos». Recuerda que, tras el episodio de transfuguismo más famoso de la historia de Madrid, le tocó presenciar «los años de corrupción rampante del PP en la Comunidad y en tantos municipios». Sin embargo, «a pesar de todos esos políticos que nos sonrojaban, este siempre ha resultado un lugar cosmopolita, acogedor y compasivo», señala.
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Como ella, numerosos murcianos han acabado en la Comunidad de Madrid en busca del éxito profesional. Fue el caso también del actor murciano Carlos Santos (Murcia, 1977), que lleva ya 21 años en la capital y recuerda perfectamente que se encontraba realizando el trayecto Murcia-Madrid en su coche mientras Pilar Bernal recibía con el 'Tamayazo' la primera lección sobre la complejidad de la política madrileña en el inicio de su vida periodística. El actor escuchó la bomba informativa en directo a través de la radio, y reconoce que «fue un 'shock'».
Dieciocho años después de aquel episodio, el artista no pudo esquivar cierta sensación de 'déjà vu' cuando supo de otro sorprendente movimiento político, esta vez en su tierra: el anuncio de que los tres diputados hoy expulsados de Cs rechazarían la moción de censura conjunta que el PSOE y su partido habían firmado contra el Gobierno de Fernando López Miras. Para el actor, el vuelco «se produjo exactamente de la misma forma». «Teniendo en cuenta que el PP se comprometió a no hacer uso del transfuguismo después de aquello, no deja de sorprender», subraya. Aquel giro político en Murcia necesitó solo unas horas para volver como un bumerán a Madrid y desencadenar la convocatoria de las elecciones que se votarán el próximo martes.
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La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha repetido varias veces durante la campaña que «el 40% de los madrileños no son de aquí». Según el Instituto Nacional de Estadística, que sitúa a más de 24.000 murcianos en Madrid, la población de otras comunidades es algo más reducida -un 22-, pero en esos cálculos no se contemplan las segundas generaciones de nacidos en Madrid con origen en otras autonomías.
Madrid «succiona el talento» del resto de España, señala el especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología Pedro Luis Ripoll (Jumilla, 1953), que también destaca la capacidad de la ciudad de hacer sentir como en casa al recién llegado. «En Madrid la integración ocurre en el mismo momento en que deshaces la maleta y pones la ropa en el armario», exagera.
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Esa inclusión instantánea tiene también otro efecto, según lo ve el arquitecto Andrés Cánovas (Cartagena, 1958): «Lo que pasa con este tipo de ciudades es que, al ser de todos, no son de nadie. Por eso todos los que venimos de fuera mantenemos el apego a nuestros lugares de origen». Cánovas, que sigue veraneando en Los Nietos del Mar Menor, donde siempre que puede sale a navegar en piragua, nunca se ha desenganchado de Cartagena, ciudad donde estará este miércoles para inaugurar el edificio del Museo del Foro Romano del Molinete, diseñado por él, en un acto al que asistirán los Reyes.
El actor lumbrerense Ginés García-Millán lamenta el tono crispado que ha alcanzado la campaña política y echa de menos «saber más sobre las propuestas en sanidad y educación públicas o en políticas sociales». Cree, en un símil futbolístico, que «el campo está tan embarrado que el balón no puede correr» y que esta situación beneficia a «la extrema derecha», que «se ha llevado el partido adonde quería». «Como no pueden debatir con argumentos, usan otras cosas», dice. Por eso hace una llamada a la «templanza» y a recuperar la capacidad de debatir.
«Casi nada se define y se dibuja de una manera racional en un solo rasgo -explica la vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras, Pilar Bernal-. Cualquiera que pretenda ser riguroso necesita un montón de matices para responder a la realidad, pero la simplificación funciona y es una estrategia de propaganda y manipulación muy eficaz. Lo hemos visto en los mensajes de esta campaña». La periodista cree que eso le ha dado alas a «los partidos más extremos, que en la campaña estaban casi fuera, como Vox y Podemos, y ahora vuelven a estar en la carrera».
El doctor Pedro Luis Ripoll lamenta que la deriva política esté llevando «a una descalificación de las personas de uno u otro signo» que no le parece «razonable». El cirujano reconoce tener la sensación de que en política hubo mejores tiempos. «Añoro la época de la Transición. Me resisto a demonizar a la gente de Podemos o a los comunistas, y a esta gente de Vox le duele ya la boca de decir que aceptan la Constitución. Los cordones sanitarios no me gustan para nadie. Añoro la época de los consensos. Creo que beneficia mucho más a los ciudadanos».
«Estoy horrorizado por esta polarización brutal que vivimos, y sobre todo por esta idea de que no podemos hablar entre nosotros», apunta el arquitecto Andrés Cánovas, autor del edificio que alberga el Museo del Foro Romano en el Molinete de Cartagena y del diseño del futuro pabellón de España en la Expo de Dubái. «Nunca estás seguro de que lo que hemos conseguido desde los años 70 esté cerrado. No digo que haya un peligro democrático. Pero, desde luego, sientes que ese espíritu de poder hablar entre todos, de pronto, se ha quebrado», apunta.
Eva Llorach cambió un compromiso de trabajo que tenía en Barcelona el día 5 para poder votar porque siente una «responsabilidad» especial en estas elecciones. Asegura que «hay temor a que pase en Madrid algo parecido a lo que ocurrió en Murcia. Y no es algo disparatado que suceda». «Vox está convenciendo a mucha gente, y eso es lo que más miedo da. No sé a cuánta. Lo veremos en las elecciones, pero parece que van a más y más. Hay temor a que la cultura del odio se instale en Madrid», asevera. Para ella es «doloroso ver cómo hemos ido para atrás».
Mensajes contra el de fuera
El empresario y fundador de ONO, Eugenio Galdón (Cartagena, 1950), asentado en Madrid, también subraya «la inclusión» como el rasgo más característico de la capital y sus alrededores. «Lo más curioso es que ninguno somos de aquí. Ni siquiera los que nacieron en Madrid. Por no ser de aquí, no lo son ni los madrileños de nacimiento», bromea. Por eso, a la ilustradora Ilu Ros (Mula, 1985), que se mudó a la capital en noviembre de 2019 tras pasar ocho años en Londres, le ha chocado ver mensajes contra la inmigración durante la campaña. «No me gustan nada. Yo he sido inmigrante. Y me parece muy injusto y muy triste». Algunos de ellos le han recordado «a cómo se hizo la campaña del 'Brexit', que se centraban en culpar al que viene de fuera de todos los males económicos y sociales. Igual lo hemos visto con Trump en Estados Unidos».
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El doctor Ripoll, que pasa dos días de su tiempo laboral en la capital y tres en Murcia desde hace ya 20 años, dice que «nunca» se ha planteado censarse fuera de la Región aunque pase «casi todo» su tiempo libre en Madrid porque no quiere «perder ese arraigo». Tampoco ha querido empadronarse en los 40 años que lleva viviendo en Madrid el actor Ginés García Millán (Puerto Lumbreras, 1964), si bien reconoce que, en este momento político, le habría gustado poder votar allí. Considera que «después de tanto tiempo de PP, Madrid se merece otro tipo de gobierno». «Mi voto sería por el cambio», confirma. Algo así le pasó a su compañera de profesión, Eva Llorach (Murcia, 1979), que decidió formalizar su situación como ciudadana madrileña precisamente en aquellos comicios de 2003 que marcaron a Carlos Santos y a Pilar Bernal. La ganadora de un Goya rememora aquellos días en que «quería votar» con tanta fuerza como para hacer el papeleo. Por eso no fallará en las urnas el próximo 4-M. Además, la actriz no deja de llamar al voto cada vez que tiene ocasión. Considera que la participación es «fundamental» en un momento en que ve que las ideas de Vox podrían entrar en las instituciones madrileñas. «La gente tiene miedo y la sensación de que viene algo muy malo», desliza la intérprete.
El doctor Pedro Guillén, jefe del Servicio de Traumatología de Clínica Cemtro, pide al futuro Gobierno de Madrid que piense «en el pueblo, en la gente que tiene dificultades y no tiene grandes posibilidades de salir adelante». También considera fundamental que haya un mayor cuidado de «la cultura, que es el árbol más hermoso de cultivo», y que se dote de más medios a «la medicina y la investigación». «La pandemia ha demostrado la pobreza investigadora que tenemos, y el primer síntoma de pobreza es la enfermedad», sentencia.
«Estamos alimentando a la ultraderecha de una forma insensata», defiende Carlos Santos, que afirma que, aunque «esos discursos han existido siempre», estaban «arrinconados por los demócratas». «Ahora les han dado un altavoz y hay gente que se siente muy orgullosa de decir 'que se muera Pablo Iglesias' o lanzar mensajes que a nadie se le habría ocurrido decir frente a una cámara hace unos años». Para el actor, no se trata de una cuestión «de derechas o de izquierdas», sino de algo «más grave» que «va permeando poco a poco» en el espacio político y en la sociedad.
La ilustradora muleña Ilu Ros casi no ha conocido Madrid sin pandemia. Se mudó a la capital en noviembre de 2019 tras ocho años en Londres. A los cuatro meses llegó el confinamiento. Pese a todo, haber conocido otra gran capital le ha permitido comparar su calidad de vida. Y una de las cosas que le han sorprendido es lo «difícil» que es Madrid «en el aspecto económico. Es carísimo para los salarios que hay: la vivienda, por ejemplo, es más barata que en Londres, pero allí se cobra más. Aquí se hace prohibitiva por el bajo poder adquisitivo».
El empresario cartagenero Eugenio Galdón ha visto cambiar mucho Madrid, sobre todo «desde los 90», con el impulso de la entrada de España en la Unión Europea. «Antes se agotaba en su capitalidad, y hoy ha evolucionado para ser un Madrid que alberga una capitalidad». Pese a todo, recuerda que hay muchos problemas pendientes: «Tiene una población envejecida, que disminuyó simplemente por falta de asistencia en la pandemia; problemas educativos; niveles de inmigración altos y problemas de inclusión que hay que resolver».
La actriz Pepa Aniorte se declara harta de la política, «como mucha gente». «A veces no sé si es que los políticos no están a la altura o somos nosotros los que no estamos a la altura por tener a los políticos que tenemos», dice. La murciana pide a quienes ganen las elecciones «que estén pendientes de la gente que está en situaciones de la más aguda preocupación ahora mismo. Hay muchísima gente que ha perdido su trabajo, personas que nunca habían tenido que pedir ayuda y que ahora están en las colas del hambre».
La campaña de la confrontación
«Todo el mundo está mirando a Madrid», asegura la presidenta de la Asociación Murcianos en Madrid, Pilar Bermejo López-Matencio (Murcia, 1979), que reside en la comunidad desde 2010. «Esto son unas nacionales encubiertas», apunta el arquitecto Andrés Cánovas.
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El poeta y periodista Antonio Lucas (Madrid, 1975), que no es un murciano en Madrid sino un madrileño con alma murciana -nacido en la capital de padres ciezanos-, señala que «si Díaz Ayuso logra una mayoría amplia», estará en el liderazgo del PP, «porque Casado sabe que en Ayuso no tiene una aliada, sino más bien una rival».
En lo que todos coinciden es en el carácter tenso y bronco de una campaña que ha quedado marcada por el envío postal de amenazas de muerte y la imposibilidad de los debates tras el irreconciliable desencuentro entre la candidata de Vox, Rocío Monasterio, y el bloque de la izquierda. «Es una campaña de navaja en mano. Una cosa muy madrileña», define el arquitecto Cánovas. García-Millán lamenta que sea así. «A mí me gustaría oír otras cosas. Me gustaría saber quién defiende la sanidad y la educación pública o las políticas sociales».
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Los mensajes de la confrontación, cuenta la actriz Pepa Aniorte (Orihuela, 1972), vinculada a la Región desde que se trasladara a Murcia con su familia a los cuatro años, están calando en la población: «La gente está más radicalizada porque está más quemada. Con todo esto de la pandemia los ánimos están más a flor de piel y creo que algunos partidos han aprovechado el momento».
El empresario Eugenio Galdón advierte de que ese uso político del descontento y de los extremos no es algo nuevo. «Una de las claves de la política reciente es la esperpentización de la diferencia. Es una de las mecánicas de la crispación. Ya el viejo Marx hablaba en su primer librito de la polarización, la homogeneización y la extremización como fases previas al salto revolucionario. Aquí no vamos a tener revolución, pero la técnica política es la misma», dice. El objetivo, cuenta, es «fijar a sus electores, motivarles y atraer a los leales. Pero la gente está mucho menos crispada de lo que los políticos quisieran».
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El coronavirus ha sido una de las principales armas arrojadizas. Mientras el bloque de izquierdas critica una gestión «irresponsable» por parte de Ayuso y Ciudadanos acusa al Gobierno autonómico de estar más centrado en «la propaganda», el PP madrileño mantiene su apuesta por unas restricciones más relajadas con la intención de minimizar los impactos económicos. Vox, por su parte, insiste en la necesidad de la supresión total de las restricciones.
El jefe de Cirugía del Hospital Fundación Jiménez Díaz, Damián García Olmo (Murcia, 1958), cree que no hay que olvidar que durante la primera ola, Madrid vivió momentos «dramáticos», aunque no está seguro «de que se hubieran podido hacer las cosas de una forma muy distinta. Se hicieron unas cosas bien y otras mal».
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Lo que lamenta es que la gestión haya estado marcada por el «fuego cruzado entre el Gobierno central y el autonómico». «La pandemia no se ha manejado con criterios científicos», afirma. Pese a todo, cree que «faltan datos para juzgar la gestión de Ayuso». «Sabemos que cuando nos perimetran nos hacen daño, porque en Madrid hay mucha movilidad interna, y se protege a otras regiones pero a nosotros no».
García Olmo opina que «la apertura de la hostelería, mientras sea al aire libre, no parece un foco central de contagios por los datos que tenemos». «Mantener la interacción social también tiene repercusiones en otra pandemia, la de las enfermedades psiquiátricas», explica. «Creo que ese aperturismo ha permitido paliar un poco la ola de enfermedades mentales por esta situación».
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«La de Madrid ha sido una gestión distinta -matiza Ripoll-. Aquí se proveyó de los mejores medios que existen para tratar la enfermedad. Por ejemplo, se construyó un hospital. Y claro, en un hospital monográfico se aprende muy deprisa. El conocimiento que se adquiere en el Zendal es enorme». Por otra parte, el especialista en Traumatología pide tener en cuenta la llegada futura «de un síndrome post-Covid». «Que exista un centro en España que centralice el tratamiento de todas las personas que tengan secuelas Covid creo que es importante».
El doctor Pedro Guillén (Archena, 1938) considera que hay pruebas de la eficacia del hospital: «En la primera tanda todos los hospitales estaban llenos de virus, incluso nosotros aquí en la Clínica Cemtro, y ahora no hemos tenido ni un solo enfermo porque el Zendal no se ha llenado todavía».
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Ripoll apunta que, en el debate sobre los distintos modelos de gestión de la pandemia, «no hablamos de política, porque hay compañeros del PP a los que no les ha gustado nada la gestión de Ayuso. Pero los números dicen que no ha sido catastrófica, ha sido como mínimo igual».
Luciano Poyato (Cartagena, 1964), presidente de la Plataforma Tercer Sector, que trabaja en Madrid entre semana y vuelve a Cartagena para descansar, recuerda que aunque «el gran debate que se ha puesto encima de la mesa ha sido el sanitario, hay otros problemas que nos preocupan» y de los que «nadie está hablando». En concreto, dice echar «muchísimo de menos que se aborden en campaña los problemas de las personas que vivimos en Madrid» como «los aspectos educativos y de la política social». «Hay que tener en cuenta que, al ser Madrid un motor económico, concentra a más personas en desempleo, más personas a las que les ha afectado un ERTE y más gente que va a quedar apartada de la economía».
El próximo martes, quienes tendrán que hablar sobre sus preocupaciones en las urnas serán los madrileños, que cerrarán con su voto el episodio de inestabilidad que desencadenó el Palacio de San Esteban.
«De lo que hay que hablar precisamente ahora en la comunidad de Madrid es de cómo se van a invertir los fondos europeos de recuperación 'Next Generation'», alerta el presidente de la Plataforma Tercer Sector, Luciano Poyato. «A Madrid le va a corresponder, por población, por número de personas desempleadas y, sobre todo por niveles de pobreza, una parte muy importante de esos fondos, que son los más importantes que se van a invertir en la historia de este país. Tenemos la oportunidad de aprovecharlos».
«Somos rehenes de unas estrategias políticas que no tienen nada que ver con el pulso, el pálpito y el ritmo de esta comunidad», dice el poeta y periodista Antonio Lucas, que desea que «llegue ya una época tranquila» a la política madrileña. «¿Hacían falta unas elecciones? No, si no hubiera sido por esas operativas de los partidos tan arteras», apunta. El escritor teme ahora que Vox pueda ocupar la Consejería de Educación, «que es lo que se especula que podrían tener también en el Gobierno de Ayuso, como pasó en Murcia. Y sería aterrador».
Para Pilar Bermejo, presidenta de la Asociación Murcianos en Madrid, la comunidad necesita «propuestas fiscales que no asfixien a la clase media y ayuden al emprendimiento», así como más «agilidad y colaboración» entre el sector público y el privado en materia de vivienda, la «adopción de acuerdos sobre inmigración» y «por supuesto, libertad de expresión y comunicación», porque «la violencia no puede ser un medio para conseguir tus fines políticos». Todo ello sin olvidar «más recursos» para luchar contra la pandemia, que lo centra todo.
Damián García Olmo, jefe del departamento de Cirugía en el Hospital Fundación Jiménez Díaz, no lleva bien la «polarización» reinante en la política madrileña actual. «Cualquier cosa que opines aquí, como por ejemplo sobre la pandemia, aunque sea desde el punto de vista científico, automáticamente te significa en una posición política. Aquí ahora todo tiene componente político, y yo creo que esa es una de las formas de radicalización más perversas -asegura-. Significa que no le puedes dar nunca la razón al contrario».
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