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Puntadas y pespuntes por doquier. Las modistas que trabajan en el taller de la firma Carmy Atelier rematan estos días los últimos vestidos de comunión que tienen como destino más de trescientos puntos de venta repartidos por toda España, donde las creaciones 'made in Murcia' ocupan un lugar muy destacado. Trajes para niñas que recibirán por primera vez el sacramento de la Eucaristía que se confeccionan en el camino de Salabosque, en la pedanía de Aljucer, y que no solo viajan por la geografía nacional, ya que estas creaciones textiles artesanales también son demandadas en países como Estados Unidos, México, Colombia, Venezuela, Bolivia, Malta, Irlanda, Italia, Portugal y Bélgica, entre otros lugares del mundo donde la costumbre católica sigue viva.
Aunque no es un sector en auge, Evaristo González Alburquerque cuenta que en el taller que pusieron en marcha sus padres hace casi medio siglo producen cada año unos 10.000 trajes de comunión. Una cifra que ha descendido considerablemente en la última década por «la caída de la natalidad» y el descenso de una tradición religiosa que no pasa por su mejor momento.
«Las creencias de la gente son cada vez más flojas, la tradición católica va perdiendo fuerza y muchos niños no hacen la Comunión», apunta Evaristo, que junto a sus hermanas Isabel y Carmen, ha cogido las riendas de un negocio que sigue siendo rentable, aunque la actividad haya mermado por «el cambio de chip de la sociedad». En este sentido, González explica que «trabajamos para un nicho de clientes muy reducido, ya que nuestro producto es muy concreto y si no vas a hacer la comunión, los vestidos que hacemos para estas celebraciones no tienen salida».
Sobre los periodos de mayor actividad en el taller, explica que se concentran en los meses de septiembre y octubre, así como en la etapa comprendida entre febrero y marzo. «Tenemos dos picos de producción: el primero cuando lanzamos la colección y servimos a las tiendas para que los clientes puedan verlos físicamente. Y el segundo, cuando se acerca la fecha de las celebraciones y servimos la mayoría de los trajes, con los arreglos y adaptaciones que nos piden desde las tiendas». Y es que se trata de vestidos que suelen estar hechos a medida, a pesar de que partan de un diseño establecido.
A lo que Evaristo añade que cada temporada ponen en el mercado más de un centenar de modelos, que son modificados en función de los deseos de las madres y abuelas de las niñas que hacen la Primera Comunión, aunque matiza que son las pequeñas las que suelen llevar la voz cantante a la hora de decidir qué traje es el ideal para la ocasión especial.
Y como colaboración relevante, el copropietario de Carmy Atelier cuenta que son el taller de trajes de comunión elegido por la firma catalana Rosa Clará, para diseñar y confeccionar la colección de niñas que ofrece en su amplia red de tiendas. «Para nosotros es un auténtico orgullo trabajar con una marca de tanto prestigio».
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Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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