Cristina Muñoz, dando clase a Youness, Koulibaly y Hicham. J. L. ROS CAVAL

Más que techo y comida en Molina para jóvenes en busca de asilo

PAREM. La Casita nació en 2020 gracias a una convocatoria específica del Ayuntamiento, que subvenciona una iniciativa de la que se han beneficiado ya 20 personas

Domingo, 15 de octubre 2023, 10:15

Koulibaly, Simo, Hicham y Youness, migrantes solicitantes de asilo en riesgo extremo de exclusión social, han encontrado un oasis temporal en La Casita, en el barrio del Castillo de Molina de Segura. Tres de ellos saben lo que es vivir en la calle, durante esa laguna administrativa y telaraña de trámites en la que caen, al menos durante dos años, las personas que huyen de sus países sea por una guerra, una emergencia climática, por pertenecer al colectivo LGTBI y sufrir persecución política o religiosa, entre otras razones.

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Cuenta la actriz y activista social Begoña Iriarte que la Asociación de ayuda para las Personas Refugiadas y Migrantes en Murcia (PAREM) puso en marcha el proyecto de La Casita gracias a una convocatoria específica que lanzó el Ayuntamiento de Molina de Segura en el año 2020. Desde entonces, una subvención de 28.000 euros al año ha significado mucho más que techo y comida para una veintena de migrantes de Sierra Leona, Irán, Marruecos, Senegal y Mali. Porque La Casita es una escuela de convivencia, un aula de español, una ventana a la cultura y, sobre todo, un atisbo a una realidad en la que dejen de ser «sin papeles» y puedan ser, cada uno con su nombre, quienes quieran ser.

«Por una simple cuestión de cupo, hay gente que no consigue entrar en los programas de protección internacional de las grandes ONGs», o que, tras estar un tiempo en ellos, aun sin conseguir el derecho de asilo, «vuelven a verse fuera», explica Iriarte.

Junto a ella y a Cristina Muñoz, profesora voluntaria de español por vocación, se arremolinan tres marroquíes, Youness, Simo y Hicham, y un maliense, Koulibaly. Todos menos Hicham, que lo hizo con 33 años, salieron de sus países sin haber cumplido los 20. En el tiempo transcurrido fuera de ese primer hogar &ndashque no lo fue, y por eso migraron&ndash, ser alojados en Molina de Segura está siendo un antes y un después en sus vidas, pase lo que pase con su solicitud de asilo.

Gracias a las mesas de conversaciones de PAREM y a los voluntarios de la asociación, están empezando a sentirse algo menos extraños y a expresar su identidad con timidez, pero firmeza. A Koulibaly se le iluminan los ojos cuando habla de fútbol, de estudiar contabilidad o de sus excursiones a la playa; Hicham sueña con un trabajo en Madrid o Barcelona que le aleje de la dureza del campo, y habla con felicidad de la primera vez que fue el teatro; Youness quiere «una vida mejor», quizá en Italia, Francia o Alemania, y Simo resume en una única frase el sentir de todos: «Sueño con tener papeles y trabajo».

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Proyecto de continuidad

Cada vez con más visibilidad en un municipio y en una Región que les ha acogido con calidez, desde las asociaciones de vecinos hasta lo que llaman red de teatros comprometidos, pasando por el propio Ayuntamiento de Molina de Segura, principal artífice y sustento del proyecto, La Casita nació ya con un absoluto convencimiento de continuidad. Sus tres habitaciones dobles anticipaban un tope de seis personas compartiendo las tareas de limpieza, compra, cocina y deberes de español. Sin embargo, la escalada del coste de la vida ha hecho que reduzcan la capacidad de acogida a cinco personas.

Con 28.000 euros hacen malabares y pagan alquiler, luz, agua, internet y comida. Y aún dedican en torno a 3.000 euros para sensibilización: en 2021 y 2022 hicieron un 'podcast', 'Geografías de arena', y este año han hecho un proyecto artístico basado en la técnica del 'collage' para exponer en Las Balsas de Molina bajo el nombre Nuestras Identidades Extraordinarias, una declaración de intenciones que esconde el anhelado acróstico de la regularización: NIE.

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Entidades comprometidas

De dentro y fuera de Molina van tejiendo alrededor de La Casita una red de entidades cercanas y comprometidas con la inclusión. Desde el propio Consistorio molinense al Teatro Villa de Molina, Las Balsas, La Filmoteca regional, La chimenea escénica, el Teatro Circo de Murcia, el Romea, el Centro escénico Pupaclown y La Madriguera de Murcia, Amigos de Ritsona, el Banco de Alimentos, el Hogar del Pensionista, Cruz Roja la Plataforma de la Inmigración en Molina o CEPAIM, entre otras entidades.

Sin embargo, Cristina y Begoña echan en falta un voluntariado más joven e implicado en el municipio de la Vega Media, «chicos como ellos» que entren en contacto con las personas que viven esperando asilo, que compartan aficiones, que les hagan sentir como uno más en el pueblo. «Cuando conoces algo de cerca, caen los miedos», recuerda Muñoz, que hace un llamamiento a los jóvenes que quieran acercarse, de tú a tú, a otras realidades.

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