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Medusa huevo frito o 'Cotylorhiza tuberculata', una de las especies propias del Mediterráneo. JOSÉ LUIS ALCAIDE
Las medusas se comen a las sardinas y las anchoas

Las medusas se comen a las sardinas y las anchoas

Las cada vez más frecuentes explosiones de población de estos cnidarios reducen la cantidad de pequeños pelágicos en el Mediterráneo y amenazan el «forraje» de los grandes predadores

Martes, 1 de febrero 2022, 02:50

Las sardinas y las anchoas están de capa caída. Sus poblaciones en el Mediterráneo occidental han caído drásticamente. «Las capturas pesqueras se han reducido en torno a un 10%, en el caso de la sardina, y un 40% en el de las anchoas», explica José María Bellido, investigador y responsable del centro del IEO en San Pedro del Pinatar, además de coautor de una investigación que ha revelado que los 'bloom' o explosiones de población de las medusas son una de las causas de la desaparición de estos pequeños peces pelágicos. Pero, además, advierte que la disminución de las poblaciones de estas dos especies en el Mediterráneo español (desde el cabo de Creus hasta el estrecho de Gibraltar) ha caído mucho más –en torno al 45%– porque tienden a agruparse en cardúmenes, que es lo que persiguen los pescadores con las artes de cerco.

Son «vitales para el ecosistema marino, ya que son conocidos como 'peces forraje': están en mitad de la cadena trófica y sirven de alimento a grandes predadores como tiburones, merluzas, atunes...», aclara Bellido. Por ello, su decreciente población «puede romper la cadena trófica y afectar a especies mayores. De hecho, afecta».

Centrados en el estudio de las causas de la caída drástica de la población de 'Sardina pilchardus' y 'Engraulis encrasicolus' mediterráneas desde hace años, acaban de publicar un estudio en la revista científica 'Estuarine, Coastal and Shelf Science' en el que concluyen que «los cada vez más frecuentes 'bloom' de medusas –han pasado de producirse en verano a hacerlo varias veces al año– afectan negativamente a estas dos especies, también fundamentales para la economía y la alimentación humana.

Bellido explica que a la contaminación del medio –«en ejemplares de todas las edades se ha detectado presencia de microplásticos, que debilitan su salud y les impiden completar su ciclo vital»–, la sobreexplotación pesquera y el cambio climático y el calentamiento del mar, se suma ahora la presión de las crecientes poblaciones de medusas. Estas compiten por los mismos alimentos (plancton, fitoplancton, larvas y alevines) y en los mismos nichos ecológicos: las puestas de anchoas y sardinas se producen en los bordes de los cañones submarinos y se superponen con los 'bloom' de medusas –en nuestro litoral, los principales caladeros son el golfo de Alicante, los escarpes de Mazarrón y el seco de Palos–.

Conscientes de que este nuevo ecosistema en el que la abundancia de medusas será la norma, consideran que es clave «una gestión adecuada del medio marino, que reduzca las fuentes de contaminación para que mejore la salud de estas especies, y del resto, y de la pesca, para disminuir el estrés y la presión sobre sardinas y anchoas».

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