Cae el restaurante Miramar de Puerto de Mazarrón, un símbolo del 'boom' turístico

La pala se llevará por delante en los próximos días el restaurante Miramar, en primera línea de la playa de La Isla, en Puerto de Mazarrón. La Demarcación de Costas del Estado comenzó este lunes los trabajos para desmantelar el local tras vencer la concesión otorgada en 1968. Con el cierre del establecimiento desaparece un símbolo del despegue turístico que vivió el municipio en las décadas de los años 60 y 70.

Los actuales gerentes del restaurante recibieron la llegada de las brigadas de operarios como un jarro de agua fría. Alegan que no tenían notificación alguna y que Costas no ha respondido a las solicitudes de legalización que han formulado. «Nos sentimos desamparados», manifestó Víctor Coca. Señaló que el negocio, que gestionan desde hace casi tres décadas, supone una fuente de ingresos para su familia y para los empleados que trabajan en el establecimiento. «Yo me he criado aquí». Coca hizo un llamamiento para buscar una solución que satisfaga a las dos partes.

En el inicio de los trabajos se vivieron este lunes momentos de tensión. Hasta el lugar se desplazaron agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local para supervisar las labores y asegurar el cumplimiento de la legalidad. Trabajadores de varias compañías se encargaron de cortar los suministros de agua, gas y electricidad. Otros se afanaron en vaciar las cámaras frigoríficas y las dependencias, que ocupan una superficie de casi 650 metros cuadrados. Según la Demarcación de Costas, la concesión de bar-restaurante, otorgada el 10 de octubre de 1968, «está extinguida en la actualidad». Desde la Delegación del Gobierno señalaron que «se trata de proceder a la restauración de una porción de la playa que está ocupada por un edificio destinado a hostelería que no cuenta con título administrativo que habilite su permanencia».

El proceso de desalojo y derribo también afecta a otras propiedades en el mismo frente marítimo. Así, varias casas ya han sido demolidas, tras vencer las concesiones, y el mismo futuro les espera a otras construcciones. El Ministerio tiene previsto acometer un proyecto para la regeneración de esta playa, aunque todavía no hay fecha ni presupuesto.

Costas señala que todos los pasos dados hasta ahora con el restaurante Miramar han sido notificados a los gerentes del local. Recuerda que en 2017 se decretó la caducidad de la concesión y se ordenó el levantamiento de las instalaciones, «por parte del interesado y a sus expensas, todo ello con los informes favorables previos del Consejo de Estado, el Consejo de Obras Públicas y la Abogacía del Estado». En junio de 2019, la Audiencia Nacional «dictó sentencia desestimando el recurso interpuesto por la concesionaria. A partir de entonces, en varias ocasiones, se ha otorgado a la mercantil nuevos plazos para el desmantelamiento».

Pero «al haber desatendido reiteradamente» tanto el decreto como la sentencia, «la Demarcación de Costas ha obtenido autorización judicial de entrada en domicilio para llevar a cabo la ejecución subsidiaria del levantamiento de las instalaciones, avanzando así en la restitución de la legalidad del frente marítimo de la playa de la Isla».

Los orígenes del Miramar fueron un humilde quiosco montado por el matrimonio Andrés Durán y Catalina Granados. En la misma playa había otro: el de Juan Ronquillo. A finales de los 60, la familia Durán, también dedicada a la producción agrícola, obtuvo la concesión para levantar el restaurante, que gestionaron hasta 1995 cuando lo traspasaron. Se convirtió en un referente de todo el litoral por su cocina tradicional basada en el buen producto local. En declaraciones a este diario, Juan Durán recuerda que se alzó como el primer restaurante en lograr la Medalla al Mérito Turístico. De su gastronomía disfrutaron cantantes, artistas y escritores. Por allí pasaron desde Julio Iglesias y Rocío Jurado a Fernando Fernán Gómez. Lola Flores y Jesús Hermida. «Los tres referentes de aquellos años dorados del turismo -indica- eran el Miramar, la sala de fiestas Balandro y el hotel Bahía». Ya solo sobrevive este último.

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