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María Luisa Lozano (Coventry, Reino Unido, 1968) estudió Medicina convencida de que terminaría operando en un quirófano, pero se topó con la Hematología y quedó fascinada por la especialidad. Así que, tras el examen MIR, se convirtió en la primera residente del recién creado ... servicio de Oncohematología del Hospital General Universitario, que comandaba Vicente Vicente y que ha sido cantera de figuras de primera fila como José María Moraleda o Vanessa Roldán. Aquel servicio pasó al Morales Meseguer y creció vinculado al Centro Regional de Hemodonación. Lozano, catedrática de la UMU, está ahora al frente de este binomio que ha aportado a la Región investigación y clínica de excelencia. La ciencia ha estado presente en la vida de María Luisa Lozano desde el primer momento. Si nació en Reino Unido fue porque su padre, el catedrático de Bioquímica José Antonio Lozano Teruel, se encontraba realizando en aquellos finales de los 60 una estancia postdoctoral en Coventry. También ella completaría después su formación en varios países europeos y en estancias en Estados Unidos.
–Iba para cirujana pero decidió especializarse en Hematología. ¿Por qué?
–Toda la carrera estaba destinada a ser cirujana. Me atraía, yo soy muy manual, muy de hacer cosas con las manos. Todos los veranos me iba a algún país europeo a hacer prácticas en Cirugía. Hasta que terminé sexto de Medicina y, preparándome el MIR, decidí lanzarme a la aventura sin ningún tipo de referencia, porque el servicio de Hematología del Hospital General Universitario no había tenido residentes hasta ese momento. Me gustaba mucho la parte básica y asistencial de la Hematología. Había grandes profesionales en un proyecto que empezaba de cero, con mucha ilusión.
–Estuvo desde casi el principio en el servicio, viviendo los primeros trasplantes de médula ósea. Treinta años después, el Morales Meseguer está a punto de llegar a los 1.500 trasplantes. ¿Qué balance hace de todos estos años?
–El servicio nació con el compromiso de realizar estos trasplantes porque así se lo había encomendado la entonces Consejería de Sanidad. No solo se trataba de incorporar el trasplante de progenitores hematopoyéticos (médula ósea), también otras técnicas de las que entonces carecía la Región de Murcia. Había que impulsar técnicas moleculares, diagnóstico integrado, etc. Ese compromiso se adquirió en la unidad y a los pocos meses de su puesta en marcha, en 1991, se realizó el primer trasplante autólogo [cuando se utilizan células madre sanguíneas del propio paciente]. En 1996 se empezó con el trasplante alogénico [cuando las células se obtienen de donante]. Y sí, ahora mismo llevamos aproximadamente 1.475 trasplantes. Es probable que lleguemos a 1.500 a lo largo de este año.
–¿Cómo ha evolucionado el trasplante a lo largo de los años?
–En los últimos dos o tres años se ha producido un cierto estancamiento [en el número de trasplantes]. En parte, por la pandemia y también porque se han ido desarrollando fármacos muy específicos, de diana, para algunas patologías para las que previamente la única opción era el trasplante de progenitores hematopoyéticos. Ahora hay otro tipo de alternativas. En todo caso, en la mayoría de las guías se sigue recomendando el trasplante como tratamiento curativo para un porcentaje muy elevado de las patologías malignas que vemos en Hematología.
–El Morales Meseguer se ha integrado en la red de hospitales que en España ofrecen terapias avanzadas CAR-T frente al cáncer. ¿Qué aportan estos tratamientos?
–En junio de 2022 se acreditó el servicio para formar parte de la red de administración de terapias CAR-T en el Sistema Nacional de Salud. Es algo para lo que nos hemos preparado durante mucho tiempo. Se trata de una terapia que, en parte, es una terapia celular, es una inmunoterapia y es una terapia génica. Se recogen las células inmunológicas del propio paciente y se modifican mediante ingeniería genética para incluir un gen que va a dar lugar a que se exprese un receptor determinado en esas células inmunes. Tras esa modificación genética, esas células se infunden de nuevo al paciente y actúan como caballos de Troya: van a reconocer específicamente las células tumorales que expresan ese receptor, se van a unir a ellas y las van a destruir. Es un tratamiento muy dirigido a una célula tumoral muy concreta.
–¿Qué tipo de pacientes se han beneficiado de estas terapias CAR-T en el Morales Meseguer?
–Cuarenta de nuestros pacientes se han sometido a terapias CAR-T. En 2016 mandamos a la primera paciente a Barcelona. Fuimos preparándonos, creando una unidad multidisciplinar, y, en 2022, fuimos acreditados, Nuestro objetivo es hacer aproximadamente entre 5 y 10 terapias CAR-T al año. Hasta ahora, hemos aplicado la terapia a pacientes de linfoma B difuso de células grandes, pero nos estamos acreditando para empezar en mieloma múltiple. Y uno de los objetivos es incorporarnos a ensayos clínicos con CAR-T.
–¿Qué potencial tienen estas terapias? Hasta el momento, los resultados parecen muy prometedores.
–Los resultados de los ensayos clínicos son muy prometedores sobre todo en enfermedades autoinmunes, como lupus eritematoso sistémico. Se necesita seguimiento a más largo plazo, pero de momento los resultados son espectaculares. En el campo de los tumores sólidos todavía se va por detrás, pero teniendo en cuenta el mecanismo de acción, probablemente también sea en estos casos una opción en el futuro.
–Hablemos del Centro Regional de Hemodonación. ¿Están disminuyendo las donaciones? La Región siempre ha sido solidaria y autosuficiente en reservas de sangre, pero últimamente se están recibiendo más llamamientos urgentes por necesidad de sangre de determinados grupos sanguíneos.
–Nosotros lo que hacemos es tratar de equilibrar la oferta y la demanda. Ahora mismo, en los hospitales se dispone de tecnologías, como los robots, que reducen el sangrado. Vamos ajustándonos a las necesidades y tratamos de evitar los llamamientos urgentes. Pero en ocasiones son necesarios, sobre todo en periodos vacacionales. El próximo día 13 comenzaremos la campaña de verano. Hay que insistir mucho en que la actividad hospitalaria no cesa en verano. Acudimos con las unidades móviles a las playas, a los lugares vacacionales. Intentamos concienciar de la necesidad de continuidad en la donación, de establecer una rutina.
–¿Las nuevas generaciones se enganchan a la donación? Si vamos a los datos del Centro Regional, no son los jóvenes quienes sostienen las reservas de sangre.
–Está costando mucho. Tenemos que encontrar el mensaje adecuado para captar a estos donantes. Cuando hicimos la campaña 'Un 'match' por una vida' en 2023 para captar donantes de médula, encontramos a muchos jóvenes solidarios: más de mil donantes nuevos de medula ósea. Supimos transmitir bien el mensaje, nos movimos mucho por las redes. Tenemos un departamento de promoción que intenta esto, llegar a los más jóvenes. Contamos con las campañas universitarias, nos desplazamos a la UCAM, a la UMU, a la UPCT. Pero es verdad que la respuesta no es la de hace años. ¿Por qué? Estamos intentando llegar a los jóvenes de alguna manera. Necesitamos una tasa de reemplazo de aproximadamente un 15% de donantes nuevos cada año, porque a los 65 no se puede seguir donando. Nuestra idea es captar sobre todo a gente joven, ese es nuestro objetivo, pero es cierto que cuesta. En toda España está pasando lo mismo. Es algo a analizar.
–Recientemente lanzaron una campaña para captar donantes de plasma. ¿Por qué es tan importante aumentar la cantidad de plasma donado?
–Hace dos años pusimos en marcha un programa de plasmaféresis [un procedimiento que permite extraer el plasma y devolver el resto de componentes sanguíneos al donante]. Partíamos de cero, porque la mayoría de centros de hemodonación en España ya disponían desde hace muchos años de un programa de este tipo. El plan regional de plasmaférisis voluntaria está enmarcado dentro de un plan nacional para mejorar la autosuficiencia en plasma. En toda Europa se está viendo que somos incapaces de suministrar, a través de las donaciones de sangre, el plasma que se necesita para la producción de medicamentos derivados de este plasma humano [estos tratamientos son vitales para pacientes con inmunodeficiencias]. La única manera de conseguirlo es con la plasmaférisis [el procedimiento permite obtener mucho más plasma que mediante la donación convencional de sangre, ya que, para empezar, el donante puede someterse a plasmaféresis cada 15 días]. En menos de dos años hemos conseguido 1.200 donaciones de plasma. Vamos un poco por detrás de España, porque empezamos más tarde, pero entre el 6% y el 7% del plasma que enviamos a la industria ya se obtiene por esta vía. En España se llega al 10%. En este momento, la plasmaféresis solo se puede hacer en el Centro Regional, en Murcia. Uno de nuestros objetivos es que también pueda realizarse en nuestro punto fijo del Rosell, en Cartagena, a lo largo de este 2024.
–La investigación ha sido una seña de identidad del servicio y el centro.
–Desde que se creó esta unidad, hace 33 años, la investigación ha sido una prioridad. Ahora hay muchos grandes grupos con el carácter multidisciplinar que nosotros incorporamos desde el principio, con biólogos, bioquímicos, informáticos. En Hematología tenemos nuestra vertiente asistencial y el laboratorio. En este sentido, yo destacaría el diagnóstico molecular. Pusimos por primera vez en marcha en la Región el diagnóstico mediante secuenciación de alto rendimiento para las enfermedades hematológicas. Pero vamos más allá. Hemos incorporado la secuenciación de tercera generación, por nanoporos. Eso nos ha permitido avanzar mucho más. Somos capaces de identificar específicamente cuál es la patología subyacente que está causando la enfermedad de pacientes de la Región, de España o de otros países que a veces llevan 20 o más años sin un diagnóstico preciso. En cuanto a las terapias, estamos llevando a cabo junto con el Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) y otros grupos y empresas experimentos tanto 'in vitro' como en modelos animales para corregir alteraciones plaquetarias congénitas. Además, mediante tecnología CRISPR-CAS [edición genética] estamos tratando de corregir y revertir la alteración molecular que subyace en trombofilias.
–El Grupo de investigación en Trombosis y Hemostasia, ligado a este servicio, es toda una referencia.
–Sí, esta ha sido una de las prioridades. Hemos sido muy consistentes en las líneas de investigación. Tenemos un proyecto que nos ilusiona mucho: gracias a la observación de pacientes detectamos una alteración a nivel de la coagulación que protege frente al desarrollo de trombosis pero no predispone al sangrado. Queremos comprobar si, a partir de ahí, es factible encontrar una terapia para pacientes que siguen haciendo episodios trombóticos pese a los tratamientos anticoagulantes.
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