Manuel Luna Carbonell, un juez de trincheras en el seno del CGPJ

Criado en el seno de una familia humilde, nada –ni nadie– había en la trayectoria de Luna que le predispusiera a calzarse una toga. Su padre, ya fallecido, era operario en una empresa de cartones y su madre se dedicaba a cuidar de él y de sus otros dos hermanos. Ningún jurista en su círculo más cercano. «Sentí la vocación relativamente pronto», recuerda al rememorar su paso por el colegio público de El Llano y el instituto Vega del Táder, en Molina. «Ya en Bachillerato me llamaba la atención ayudar a resolver conflictos, apaciguar disputas...». Los consejos que le dio un tío acabaron de lanzarle a dar el paso.

Tras cursar Derecho en la Universidad de Murcia, Luna se embarcó en el estudio de la oposición mientras ayudaba en casa con algunos trabajos esporádicos. En 2001, con 27 años, logró erigirse como su señoría, estrenándose en un juzgado mixto de la localidad alicantina de Novelda. Luna pasaría aún por un despacho de Totana antes de llegar a Molina de Segura, donde desempeñó la mayor parte de su carrera profesional, «en una trinchera bastante dura».

Amante de nuevos retos profesionales, en 2018 este magistrado se postuló y adjudicó una plaza de letrado del CGPJ, una vía de entrada a la cúpula del Poder Judicial que le ha tenido ocupado durante el último lustro. Esta dedicación –en régimen de servicios especiales– no le impidió colocarse al frente del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Murcia, un puesto que lleva su nombre y que le aguarda cuando acabe su compromiso con el órgano de gobierno de los jueces. La labor que está llamado a ejercer en el Consejo, sin embargo, subió una escalón hace unos días cuando los vocales del CGPJ, con el mandato caducado desde 2018, lograron burlar la situación de bloqueo que atraviesa el órgano y poner sobre la mesa el nombre de Luna como nuevo secretario general del Poder Judicial tras la jubilación de su antecesor. El magistrado molinense, que ejerce como jefe de personal, controla el presupuesto y dirige y coordina todos los órganos técnicos, comenzará este lunes a dar sus primeros pasos con la celebración de un Pleno extraordinario, forzado por la mayoría de vocales conservadores, para tratar de impulsar un posicionamiento del CGPJ contra la ley de amnistía. Una batalla en la que Luna, que remarca que el suyo es un puesto técnico y sin voto, no tiene –ni parece que quiera– inmiscuirse.

Padre de tres hijos adolescentes –de entre 13 y 16 años–, Luna bromea erigiéndose como «otro sufridor» de la conexión ferroviaria entre Madrid, donde pasa la semana, y la Región, donde disfruta con los suyos de viernes a domingo. Este magistrado, que se declara católico, estruja las horas de sus fines de semana para poder hacer senderismo con su mujer –con la que inició su noviazgo siendo muy jóvenes– y acompañar a sus hijos a sus diferentes actividades. El escaso tiempo libre que le resta lo agota con el cine y la lectura, otras de sus grandes pasiones.