Está bien que el congreso federal del PSOE haya incluido vía ponencia «el principio de solidaridad con las zonas hídricas más deficitarias garantizando su sostenibilidad», ... a propuesta de los socialistas murcianos, aunque dudo de que a estas alturas eso se pueda interpretar como una marcha atrás en la política de agua de este partido, con una reconversión al trasvasismo. Lo que más llama la atención, no obstante, es que el cónclave socialista haya aprobado un texto donde aparece la palabra «deficitaria», lo cual choca con la doctrina imperante de que no existen las cuencas deficitarias ni excedentarias de agua (la demarcación del Segura se lleva la palma con su déficit estructural). No solo eso, según el Ministerio cada territorio tiene que ser autosuficiente, porque sostiene que llegará un momento en el que no habrá capacidad de transferir recursos de una cuenca a otra.

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Así lo expuso el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, en 2018, para apuntalar que los trasvases van a menos y que al Tajo no le sobra agua para transferir al Segura: « 'Per se', una cuenca ni es deficitaria ni excedentaria», dijo. Refiriéndose a la del Segura, precisó que su déficit hídrico se debe a un «exceso de demanda» que es superior a la capacidad que tiene la propia cuenca para atenderla. Tenemos un estrés hídrico galopante que según el Ministerio debe obligar a los regadíos a adaptarse a lo poco que ofrece la propia cuenca, a la desalación, a la reutilización (que ya es máxima), y a técnicas de cultivo con un uso minimalista del agua (¿más de lo que ya existe?).

Si ahora reconoce que hay zonas deficitarias, el PSOE debe aclarar su mensaje para que esto no quede en una mera concesión literaria a un territorio seco y a unos militantes absolutamente fieles a Sánchez. Puestos a pedir solidaridad, José Vélez podía haber dado un paso más, oponiéndose al recorte del Trasvase Tajo-Segura. Para que constara en el congreso y en la ajetreada ponencia.

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