Hay un elefante en la habitación: los partidos

Aragón comentó que se había mostrado crítico con el sistema de primarias de los partidos, porque no iba a mejorar la democracia interna, sino a destruirla alentando el cesarismo. Si a ello se unen las listas cerradas, así como el mandato de los partidos sobre sus diputados y senadores, al final «en esa tierra abonada surge un déspota». Destacó en definitiva uno de los males del sistema: políticos que anteponen las órdenes del partido y del líder que los nombra, a los intereses y necesidades de la ciudadanía, sobre todo cuando se trata de decisiones que pueden perjudicar a la región a la que dicen representar. Señal de que queda mucho por hacer en este terreno.

El magistrado comentó que no era «demasiado pesimista», solo un poco. «Quedan instituciones capaces de poner coto a esta desalentadora situación», dijo, apelando a que la sociedad esté vigilante y alerta. Lamentó que la ley de amnistía que se ha puesto sobre la mesa sea «una compra de votos a cambio de deslegitimar a las instituciones».

Siguiendo con los partidos políticos, consideró que las dos formaciones mayoritarias son «cómplices» de los cinco años de retraso para renovar el Consejo General del Poder Judicial, aunque no por ello, a su juicio, dicho órgano carece de legitimidad.

Germán Teruel denunció lo que considera una autoamnistía y una clarísima injerencia en la esfera judicial, y se mostró partidario de hacer mucha pedagogía constitucional entre la población, lo cual vino a propósito del anuncio del presidente López Miras de incorporar el próximo curso una asignatura optativa sobre la Constitución española y la Unión Europea para los alumnos de tercero de la ESO. (Aunque también hay que mejorar algunos datos del Informe PISA).

Ambos ofrecieron en el Foro de LA VERDAD una clase magistral de Derecho Constitucional que resultó más que oportuna en el contexto actual, en el que la celebración del 45 aniversario de la Carta Magna tiene un sabor agridulce, ya que en la presente coyuntura se hace más necesaria su defensa. La Constitución de 1978, máximo exponente de la Transición que a mí me tocó vivir, se forjó en unos tiempos prodigiosos. Aunque a la postre se coló un elefante en la habitación.