Borrar
Mufide muestra un vídeo enviado por sus familiares en Siria, junto a su madre Iman y su hermana Amar. MARTÍNEZ BUESO / AGM
Así han vivido el fin de Al Assad los sirios de la Región de Murcia: «Mi madre quería volver ya el primer día»
Refugiados

Así han vivido el fin de Al Assad los sirios de la Región de Murcia: «Mi madre quería volver ya el primer día»

La familia Emmuni huyó de la guerra en su país a pie y con lo puesto. En la Comunidad, han seguido la caída del régimen como un sueño que creían que nunca llegaría

Domingo, 15 de diciembre 2024, 07:30

Cuando Bashar Al Assad abandonó Siria a bordo de un avión a primera hora del domingo 8 de diciembre, la alegría estalló en las calles de pueblos y ciudades de todo el país. Y también lo hizo a miles de kilómetros de allí, en Murcia, en el barrio del Carmen, en el pequeño y humilde salón de la familia Emmuni, una habitación de paredes desnudas, pocos muebles y sillas de plástico. Allí se vieron desbordados de júbilo con la llegada de un momento que nunca creyeron que tendría lugar pero del que ahora ya recuerdan hasta la hora exacta. «Eran las cinco de la mañana», dice Mufide, de 21 años, en ese mismo salón unos días después. «Las cinco», insiste a su lado su hermana Amar, de 23. Las dos coinciden al usar otra palabra: shock. Estaban despiertas a esa hora. Llevaban varios días sin poder pegar ojo, el mismo tiempo que se producía el avance de las fuerzas rebeldes militares hasta las puertas de Damasco. Vivían con el corazón en vilo por una tierra que dejaron hace ocho años, en 2016.

La televisión encendida, las pantallas de los móviles en llamas saltando de los grupos de amigos y conocidos a las redes sociales. Así fue ese instante histórico. Mufide nos enseña algunos vídeos de sus familiares. Celebran la huida del dictador en las calles de Idlib, su ciudad de procedencia. «Mi madre quería volver ya el primer día», ríe esta joven ante la timidez de su madre, Iman, de 47 años, que sí que dice que «era un sueño para Siria». A Mufide también se le pasó por la cabeza regresar tan pronto, sigue bromeando. Se marcharon de Alepo, una ciudad devastada por la guerra interna que estalló en 2010, para instalarse en Idlib, a 60 kilómetros. De allí, otra vez empujados por los ataques y los bombardeos gubernamentales a este territorio en manos de rebeldes islamistas, huyeron a Turquía. Igual que esta familia de seis miembros, también lo hacían entonces miles de personas. Salieron de allí sin ningún recuerdo de su hogar. «Nos fuimos a pie. No pudimos llevar nada», cuenta Mufide. El más pequeño de la familia, Hamza, tenía apenas un mes de vida. Hoy ve unos videos musicales en un teléfono móvil mientras sus hermanas cuentan la historia de todos los miembros de esta familia.

El terremoto que sacudió en 2023 la frontera entre el país otomano y Siria les llevó a aventurarse en busca de un nuevo destino. Su última parada fue Murcia, donde forman parte del programa de atención a refugiados de Cruz Roja y se hacen a su nueva vida. El padre de esta familia, Giyas, de 53 años, trabajaba de albañil en Siria. Ahora lo hace en un restaurante marroquí. Su hermano Muhammed, de 24, está empleado en la construcción. Amar lleva cuatro meses en la cocina de un restaurante, en su caso, mexicano. Pero dice que le gustaría estudiar en España para ser profesora. En un castellano claro a pesar del poco tiempo que lleva en el país, su hermana Mufide cuenta sus planes: «Quiero volver, pero hay que esperar un poquito». Está haciendo un programa de voluntariado europeo y dentro del mismo trabaja cuidando a niños de corta edad en Cartagena. Por el contrario, su madre reconoce que está deseando abrazar a sus familiares (Iman habla de la abuela de sus hijas, de más de 80 años).

Vivían en Alepo y de allí se fueron a Idlib, dos de los territorios más castigados por los bombardeos gubernamentales

Pero la nostalgia de sus mayores no es la de Amar ni la de Mufide. De las ciudades de las que salieron siendo apenas unas adolescentes solo guardan recuerdos negativos. En un país desgarrado de arriba a abajo, Alepo e Idlib son de las ciudades más castigadas. «No podíamos estudiar, ni vivir tranquilas, vivíamos con miedo», cuenta Amar.

Aunque la huida de Al Assad –acogido por Rusia– ha traído esperanza al país, aseguran estas dos hermanas que, como otros compatriotas, no estarán tranquilos hasta que pague por sus crímenes. Hablan de violaciones de mujeres y niñas, de torturas y tratos inhumanos en cárceles, de represión y ataques militares a la población civil. Algunos familiares suyos viven separados por un trayecto que no tiene más de media hora en coche pero que llevaban sin verse desde hace trece años por la lucha entre las tropas al mando de Al Assad y las fuerzas insurgentes. «Ahora la cosa aún está mal, pero hay libertad para moverse y se han vuelto a ver», cuenta Amar.

«No pudimos llevar nada», cuenta Mufine de su huida a Turquía. El recuerdo que tiene Amar de su país está marcado por el miedo

La familia Emmuni se muestra prudente, incluso un poco timorata, a la hora de aventurarse a contar qué esperan del futuro en su país y cómo puede ser la relación entre las diferentes fuerzas, muy distintas, que han luchado contra el dictador. Después de unas semanas con un nudo en el estómago y con pocas horas de sueño, aún parece que la tranquilidad tardará un poco en llegar a su pequeño piso donde, a pesar de estar tan lejos de Siria, lo que pasa allí se vive muy de cerca.

  1. «A mi padre y mi hermano les golpearon en la prisión»

La familia de Tasnem Alkabouni es una familia en la diáspora. Separados entre Siria, Líbano y España. Pero ahora tienen motivos para la esperanza. Ellos también celebraron la caída del régimen de Al Assad. Tasnem siente ahora que puede hablar con total libertad: «No podíamos hablar nada malo de él, incluso aquí en España, por miedo a que hicieran daño a nuestra familia allí». La represión del dictador les tocó de cerca: «Mi padre y mi hermano estuvieron dos meses en prisión, sin agua, sin luz. Les golpearon, no les daban de comer».

Tiene 19 años y contaba con apenas cinco cuando salieron de Siria. Cambiaron Damasco por el Líbano. Desde allí, junto a su padre, su madre y sus hermanas se instalaron en Murcia en 2022. Aquí ya residía su hermana mayor con su cuñado. «Hay electricidad, hay comida, puedes salir a la calle sin miedo», dice esta joven que va a clases nocturnas para adultos con la finalidad de obtener el título de ESO. Su sueño «desde hace mucho tiempo» es estudiar Medicina. Quiere ser cardióloga.

Tasnem Alkabouni en el centro de Murcia esta pasada semana. Vicente Vicéns / AGM

Tasnem está encantada con España y con Murcia porque «es muy bonita, puedes salir sola y respirar». «Me gusta la gente, es muy amable. Todo el mundo nos ha ayudado, aunque no nos entienda cuando hablamos», dice también sin perder la sonrisa. El seguimiento a este grupo familiar se está desarrollando a través de Accem. Le ayudan con las necesidades básicas e inmediatas, pero también les asesoran con cualquier trámite y le han ayudado para poder estudiar. Admite que «sin ellos no habría podido hacer nada de eso».

Su hermano se quedó en el Líbano, junto a muchos de otros familiares, y ahora se está pensando si regresa a Siria o incluso si se reencuentra con ellos en España. «En el Líbano la cosa también esta muy mal», recuerda Tasnem. Por el momento, ella y sus padres no lo ven una opción a corto plazo. «Aquí hay futuro, y en Siria no lo había. Ojalá volviera a haberlo», y ojalá en Siria pueda volver a haberlo. Pero ahora es difícil», reconoce.

Itinerarios de seguimiento para su inclusión en España

Además de Cruz Roja, en la Región de Murcia también Accem Cepaim Columbares y Fisat participan en el Sistema Nacional de Acogida de socilicitantes y beneficiarios de protección internacional, financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. «Suelen estar con nosotros entre 18 meses y 24 meses, excepcionalmente por cuestiones de vulnerabilidad. Con ellos se desarrollan itinerarios de seguimiento», explica Juan Antonio Balsalobre, coordinador del programa de acogida de refugiados de Cruz Roja en la Región. Así, reciben cobertura de necesidades básicas como alojamiento, alimentación, ropa, asistencia sanitaria... También aprendizaje del idioma, si lo requiere, además de ayuda psicológica y orientación y formación para la inserción laboral, junto apoyo del servicio jurídico para los trámites a realizar.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Así han vivido el fin de Al Assad los sirios de la Región de Murcia: «Mi madre quería volver ya el primer día»